Tuve la oportunidad de conocer al Dr. Gabriel Dib durante la campaña para las elecciones municipales del 2019. Encabezó la lista del Partido Centro Democrático para el Concejo de Medellín y durante la campaña y una vez elegido se distinguió por su vocación de servicio, su preocupación por las problemáticas sociales, su capacidad de unir y de buscar consensos, su honestidad, autenticidad y su compromiso con las banderas que representa el Partido.
La renuncia que presentó al Concejo de Medellín la semana pasada no puede ser considerada como un hecho aislado. El Dr. Dib ya anunció que expresará públicamente y ante el Concejo de Medellín los motivos de su renuncia pero hoy conocimos en el periódico El Colombiano una declaración que ya expresó al respecto: “Yo no tengo esa lógica camaleónica y falsa que tienen algunos concejales de la bancada del Centro Democrático.”
Es vox populi en Medellín la decepción que sentimos la mayoría de militantes del Centro Democrático y de uribistas, e incluso, el desconcierto de miembros de otros Partidos Políticos o de ciudadanos sin identidad política, ante la gestión de algunos concejales del Centro Democrático que en nada es coherente con el rol de una bancada de oposición a una administración envuelta en escándalos de corrupción.
Mientras el expresidente Álvaro Uribe y algunos de los concejales del Centro Democrático han ejercido un liderazgo fundamental de control en Medellín durante la administración de Daniel Quintero, muchos nos seguimos preguntando qué piensan otros concejales de la crisis institucional que atraviesa la ciudad, de las mentiras permanentes de Quintero, de la politización de EPM y otras entidades, de la permisividad de la Alcaldía con el vandalismo durante el Paro Nacional, de las denuncias de corrupción en el Hospital General, en el Programa Buen Comienzo (que afectan directamente a nuestros niños), en EPM y en el Jardín Botánico, entre otros. Nos preguntamos qué opinan del discurso de odio de clases y odio a la empresa privada que ha pretendido importar Quintero a la ciudad.
Hago parte con orgullo del Centro Democrático por ser un Partido Político que representa tesis de centro: Que se opone con vehemencia al discurso de odio de clases, que concibe a la seguridad como un valor democrático, que trabaja por lograr menos impuestos para las empresas y a su vez mejores salarios y menos horas de trabajo (calidad de vida) para los empleados, que lidera casusas ambientales de gran transcendencia para Colombia, como las energías alternativas (eólica, hidrógeno, solar) para evitar la contaminación y que a su vez propende por el sano equilibrio con el petróleo y el gas. Un Partido que trabaja por lograr subsidios en educación para los jóvenes más necesitados y a su vez porque los más pudientes paguen sus estudios, y así, muchas otras causas con las cuales me identifico.
Quienes son elegidos para representar al Centro Democrático en cargos públicos tienen el deber moral y ético de liderar esas banderas. Es ese precepto el que le da sentido a hacerse elegir por una colectividad. Estamos cansados de lo que algunos denominamos “uribistas vergonzantes” que se toman la foto en campaña y utilizan al Partido para acceder a un cargo público. Quienes tomaron la decisión de ejercer su papel en el Concejo de Medellín apoyando a Daniel Quintero y de espaldas a la militancia y a la ciudadanía en general, en una coyuntura tan grave como la actual, deberían tener la valentía y la coherencia de renunciar al Centro Democrático.
La salida del Dr. Gabriel Dib del Concejo de Medellín deja una huella indeleble de verdadero amor por Medellín, Antioquia y Colombia, de respeto por el servicio público y por una militancia que siempre tendrá gratitud por la lealtad con que representó nuestras tesis.
Gracias querido Dr. Gabriel, a usted y su familia.
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