En Colombia en los últimos años se ha hablado bastante de hacer una política nueva, de renovar el sistema y dejar de lado ese establishment que se ha apoderado de nuestra clase política en muchos niveles del estado; son frases que hace 15 años eran hasta cautivadoras, pero que ya se vuelven un triste cliché o incluso, muletilla de muchos al hablar.
Yo no critico esos ideales, pero, tenemos que admitir que el cuentico de “una nueva forma de hacer política” ya está algo sobrevalorado, eso que decimos de que los mismos con las mismas sigue igual, solo que con nuevas generaciones que han heredado los puestos o sus posiciones partidistas para alargar mas esas viejas formas de hacer política.
En mi opinión, estas nuevas generaciones (con contadas excepciones) han asumido con total disposición las mismas artimañas políticas, la misma arrogancia y prepotencia de sus mentores; o bueno podemos partir de la buena fe, y decir que no fue por sus mentores, o incluso ir más allá y decir que no tienen a tales. Que por meritos, han llegado a donde están, pero la duda seria entonces ¿de dónde salen esas actitudes?
Se puede gritar sin cansarse que son un “nuevo aire” o la “renovación” de x o y partido, pero si vamos a demostrar que seguiremos con las mismas actitudes de esos que criticamos, que serán arrogantes con todas las fuerzas de sus carnitas y huesitos, o que en pro de ser “políticamente correcto” se impondrá su forma de pensar en cualquier lugar y ante cualquier persona, incluso llegando a extremos de insubordinación; donde no se respeta el pensamiento personal ni ninguna persona del común o de un mandatario, ambos con todo el derecho de discernir, en muchos ámbitos…recuerden: – “que el límite de tu derecho es donde empieza el mío”.
Estas elecciones legislativas y de primera vuelta presidencial que pasaron, demostraron que, los relevos se están dando, pero seguimos cayendo en los extremos peligrosos y no hablo de Petro o Duque, hablo de esa polarización que se refleja en el sentir social, donde si no pensas como yo sos un mamerto o un facho. Eso que el pueblo siente, es lo que se aprovechan esos nuevos líderes para salir a poner el dedo en la yaga y aumentar su caudal electoral de cara a ser esa renovación; pero una renovación que solo queda en esos vagos comentarios en redes sociales que acumulan muchos me gusta.
Debemos transcender mas de ese cliché, como dije al principio hay contadas excepciones, verdaderos líderes que ven los errores y quieren arreglarlos, jóvenes convencidos de que pueden llegar a una puesto de elección popular, con toda la voluntad de proponer temas de ciudad y desarrollarlos; a eso es lo que debemos apostar, debemos ser objetivos en las propuestas y elegir correctamente y no dejarnos llevar por ese sentimentalismo político que tanto daño nos ha hecho.