En Colombia, existe una práctica política común y controvertida: iniciar grandes obras de infraestructura en el tercer año de gobierno, calculando estratégicamente que será el sucesor quien las termine y reciba tanto los réditos políticos como las críticas por los sobrecostos. Esta estrategia, conocida como “herencia de gobierno” o “legado político”, se ha convertido en un arte perverso que trasciende ideologías y partidos.
El Caso de Itagüí: Un Laboratorio Perfecto
Itagüí, un municipio industrial del sur del Valle de Aburrá, ofrece un laboratorio perfecto para analizar cómo opera esta dinámica en los últimos cuatro períodos de gobierno. Desde 2012, la hegemonía conservadora del clan Trujillo ha demostrado ser maestra en esta técnica, convirtiendo cada transición en un ejercicio de continuismo político disfrazado de renovación.
El Patrón Trujillista: Continuidad Disfrazada de Cambio
La secuencia es reveladora: Carlos Andrés Trujillo sentó las bases del modelo; León Mario Bedoya lo consolidó; José Fernando Escobar lo perfeccionó; y hoy Diego Torres enfrenta las consecuencias de esta cadena de obras inconclusas y promesas aplazadas. Cada uno de estos mandatarios llegó al poder prometiendo “continuidad con renovación”, una fórmula perfecta que permite mantener los proyectos iniciados por el antecesor mientras se anuncia una nueva visión.
Los Casos Emblemáticos: Parques y Contenedores
Dos proyectos ilustran perfectamente esta estrategia en Itagüí: el Parque Obrero-Brasil y el escándalo de los contenedores educativos.
- El Parque Obrero-Brasil: Símbolo de los Sobrecostos
El proyecto del Parque Obrero-Brasil ejemplifica perfectamente la mecánica de la herencia política. Carlos Andrés Trujillo inició la idea de remodelar estos históricos parques, pero fue León Mario Bedoya quien heredó y ejecutó la obra, convirtiéndolos en un solo gran espacio público. La obra, que costó más de 28 mil millones de pesos y sufrió retrasos de más de 16 meses, se inauguró finalmente en diciembre de 2016, en el mandato de Bedoya.
- Los Contenedores Educativos: La Herencia Envenenada
Pero nada ilustra mejor la perversidad de esta estrategia que el escándalo de los contenedores educativos que marcó la transición entre Bedoya y Escobar. León Mario Bedoya, en sus últimos años de gobierno, tomó la decisión de demoler nueve colegios en condiciones aceptables, confiando únicamente en la promesa del Ministerio de Educación de construir nuevas instituciones. Sin garantías, sin estudios pilotos, sin respaldo contractual sólido. El resultado fue predecible: José Fernando Escobar heredó un problema monumental que al final del periodo la estrategia de la herencia fue culpar a su antecesor.
Itagüí y el Arte de Gobernar a Medias
En la política local colombiana, dejar obras inconclusas se ha convertido en una estrategia repetida y funcional. No es un error ni una contingencia. Es, en muchos casos, una fórmula premeditada para administrar los réditos del poder sin asumir del todo la responsabilidad.
La Mecánica de la Herencia: El Reloj del Poder
Este modelo funciona casi como un guion:
- Primer año: Etapa de diagnóstico, críticas al gobierno anterior y narrativa de “pesada herencia”.
- Segundo año: Se anuncian grandes proyectos con renders espectaculares, pero poco avance real.
- Tercer año: Arranque de las grandes obras, firma de contratos clave, inauguraciones parciales.
- Cuarto año: Campaña electoral camuflada con propaganda institucional y promesas “para los primeros 100 días” del próximo alcalde.
Una Ciudad Rehén de su Presupuesto
Itagüí cuenta con un músculo financiero robusto, producto de su ecosistema industrial, comercial y de servicio. Esa bonanza, en lugar de traducirse en soluciones sostenibles, permite financiar megaproyectos mediáticos que muchas veces terminan a medias.
Efectos Perversos de una Herencia Mal Administrada
- Planificación a corto plazo: Las obras se diseñan pensando en la inauguración, no en su sostenibilidad.
- Sobrecostos sistemáticos: Cada nuevo alcalde “ajusta” los proyectos heredados, elevando costos.
- Fuga de responsabilidades: Nadie asume los errores. Todo se le deja al antecesor o al sucesor.
- Ciudadanos como espectadores: La comunidad se queda al margen, viendo cómo las necesidades colectivas se transforman en narrativas de poder.
El Verdadero Legado
El legado de un gobernante no debería medirse en parques con placas ni en avenidas con su nombre. El verdadero mérito está en fortalecer las instituciones, garantizar procesos eficientes y restituir la confianza pública. En Itagüí, tras cuatro administraciones marcadas por continuismo disfrazado, la pregunta permanece: ¿cuándo llegará un liderazgo que gobierne no para la próxima elección, sino para las próximas generaciones?
¿Y Si Rompemos el Ciclo?
Este no es un problema exclusivo de Itagüí. Es un mal nacional. Pero romperlo exige valentía, establecer planes regionales que trasciendan alcaldías, asegurar contratos blindados presupuestalmente, exigir verdadera rendición de cuentas y, sobre todo, fomentar una ciudadanía activa, informada y vigilante.
Porque un Itagüí en orden no se improvisa; se elige.
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