“Han pasado 80 años desde el fin de la segunda guerra mundial. Hoy, aportas de una tercera guerra mundial, el mundo sigue repitiendo una historia contada por Hollywood.”
Anteriormente, en este y otros espacios, he hablado del poder de la comunicación, en especial el poder que tiene para escribir la historia. En parte, si hoy la humanidad ha sobrevivido por encima de otras especies que hoy ya no nos acompañan, es por la comunicación, que es la herramienta que nos ha traído hasta este punto de la historia.
La historia, que es uno de los resultados del proceso comunicacional, es la memoria de nuestro recorrido para llegar a este punto de la línea de tiempo que somos. Pero seguramente usted, lector, lectora, ha escuchado o leído que la historia la escriben los ganadores, no los perdedores. Esto va más allá de una frase cliché, y yo la expondría de otra forma: la historia la escribe quien maneja los medios.
El domingo 2 de septiembre de 1945, en el contexto del final de la segunda guerra mundial, Japón firmó su rendición formal a bordo del acorazado USS Missouri, lo que marcó el cese definitivo de las hostilidades y el fin de la segunda guerra mundial. Menos de un mes antes, el 6 y el 9 de agosto, Estados Unidos había lanzado bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hirochima y Nagasaki, lo que debilitó contundentemente a la potencia y que llevó a los japoneses a su rendición definitiva el mates 14 de agosto.
Pero fue meses antes, en mayo de 1945, cuando se supo la rendición del protagonista de la guerra y quien la empezó, Alemania. Fueron estas dos rendiciones decisivas para el fin de la guerra, anunciadas con bombos y platillos por los medios de comunicación de la época, y celebradas por gran parte del mundo.
Ahora bien, hay que aclarar en este punto, que Estados Unidos entró tarde en la guerra, y aunque su rol fue decisivo, hubo un protagonista más grande y poderoso, quien fue relegado de la historia en la posguerra, pero que fue el verdadero vencedor del régimen nazi, aunque la historia no le haya reconocido su lugar.
Cómo y por qué empezó la Segunda Guerra Mundial
Después del final de la Primera Guerra Mundial (1918), Alemania quedó humillada por el Tratado de Versalles, que la obligó a pagar enormes reparaciones, ceder territorios y reducir su ejército.
Esto generó pobreza, resentimiento y una sensación de injusticia nacional.
En 1933, Adolf Hitler llegó al poder prometiendo devolverle el orgullo al pueblo alemán, recuperar los territorios perdidos y construir un nuevo imperio: el Tercer Reich.
Bajo esa ideología expansionista, Alemania invadió Polonia el domingo 1 de septiembre de 1939. Dos días después, Francia y Reino Unido le declararon la guerra, marcando el inicio oficial de la Segunda Guerra Mundial.
El avance nazi y el papel de la Unión Soviética
Entre 1939 y 1941, Alemania conquistó casi toda Europa occidental (Francia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, etc.).
En 1941, Hitler rompió el Pacto de No Agresión Germano-Soviético e invadió la Unión Soviética (Operación Barbarroja).
Fue allí donde comenzó el frente más sangriento de toda la guerra: el Frente Oriental.
La Batalla de Stalingrado (1942–1943) fue el punto de quiebre: los soviéticos derrotaron a los alemanes, marcando el inicio del retroceso nazi.
Históricamente, la URSS soportó el mayor peso del conflicto:
- Más de 27 millones de soviéticos murieron.
- Destruyeron el 80% del ejército nazi.
- Liberaron Berlín en mayo de 1945.
En realidad, sin la victoria soviética, la derrota de Hitler no habría sido posible.
El desembarco en Normandía (D-Day)
El martes 6 de junio de 1944, los países aliados (EE.UU., Reino Unido, Canadá y otros) desembarcaron en las playas de Normandía, en el norte de Francia. Esta fue una operación gigantesca, conocida como Operación Overlord, que buscaba abrir un nuevo frente en Europa occidental para aliviar la presión sobre los soviéticos y comenzar la ofensiva final contra Alemania.
Aunque fue una hazaña militar y logística importante, ocurrió cuando los soviéticos ya habían derrotado a los nazis en el Este y estaban avanzando hacia Berlín. De hecho, cuando las tropas estadounidenses llegaron a Alemania, el ejército soviético ya estaba dentro de la capital nazi.
Algunos historiadores, críticos de la propaganda estadounidense, atribuyen el suceso como un mito, pues Estados Unidos lo mostró como el acto de derrota al régimen del nacismo, robándole el protagonismo a la Unión Soviética que semanas atrás había derrotado militarmente al régimen Nazi y cuya hazaña le costó más de 27 millones de bajas.
¿Por qué Estados Unidos no fue el verdadero protagonista?
Estados Unidos entró tardíamente a la guerra (diciembre de 1941), después del ataque japonés a Pearl Harbor. Durante los primeros años, se mantuvo al margen mientras la URSS y el Reino Unido enfrentaban directamente a Hitler.
Su papel se concentró en apoyar económicamente a los aliados con el Plan de Préstamo y Arriendo, participar en el frente del Pacífico contra Japón y tomar parte en las fases finales del conflicto en Europa. Por eso, su aporte fue significativo, pero no decisivo en la derrota del nazismo.
Tras el final de la guerra en 1945, comenzó la Guerra Fría entre EE.UU. y la URSS.
En este contexto, Estados Unidos reconstruyó la historia para presentarse como el gran libertador del mundo frente al totalitarismo.
Para este fin utilizó herramientas mucho más poderosas que el armamento militar para instaurar esta narrativa:
El desembarco de Hollywood
Decenas de películas mostraron a los soldados estadounidenses como los héroes que salvaron Europa (ej: Saving Private Ryan, Band of Brothers). Estas películas ayudaron a reforzar ante el mundo la narrativa de Estados Unidos como el vencedor en la guerra. Su gran difusión y distribución a nivel mundial fue mucho más grande y poderoso que la hazaña de los soviéticos.
El desembarco de Normandía fue elevado a símbolo del “día de la liberación”, mientras la URSS fue invisibilizada o presentada como un régimen cruel. Hollywood fue usado como un campo de batalla simbólico con el fin exclusivo de convertir a EE.UU en el salvador del mundo, usando la comunicación como arma principal y contundente.
Medios de comunicación, cuando los micrófonos ganan batallas
Una imagen vale más que mil palabras. Estados Unidos comprendió muy bien esta premisa y con una campaña estratégica de comunicación, creó una narrativa que se difundió rápidamente por el mundo. La prensa y la radio estadounidenses difundieron imágenes de victoria, heroísmo y libertad, borrando el papel soviético y sus películas se quedaron inmortalizadas en las mentes de quienes en su momento tenían como único medio de difusión de información la prensa tradicional y el cine propagandístico que además tenía el don de cautivar. El término “liberación de Europa” se asoció exclusivamente con EE.UU. y sus aliados occidentales.
Esto lo explica muy bien Jesús Martín-Barbero cuando dice: “el poder de los medios no reside en la capacidad de imponer mensajes, sino en la de instalar modos de percepción, de lectura y de reconocimiento del mundo” De los medios a las mediaciones, (1987). En ese sentido, la hegemonía comunicacional de Estados Unidos no consistió únicamente en producir contenido, sino en moldear la forma en que el mundo entendía la guerra, la libertad y el heroísmo. Las películas, la radio y la prensa no sólo narraron los hechos, sino que también educaron el imaginario colectivo bajo los valores del capitalismo y la democracia liberal, desplazando así otras memorias posibles, como la del sacrificio soviético en el frente oriental.
Propaganda política y diplomática
En los años 50, en plena Guerra Fría, Estados Unidos necesitaba justificar su liderazgo mundial.
Reescribir la historia le permitió consolidarse como el defensor global de la democracia y los derechos humanos, en oposición al “imperio del mal” soviético. La prensa y los medios masivos repitieron el relato del “libertador”, omitiendo deliberadamente el papel soviético mostrándolo como el enemigo de la democracia y posicionando a Estados Unidos como el defensor de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
Esta narrativa impuesta por Estados Unidos le permitió instaurar el lenguaje de la victoria como una construcción comunicativa. Usando palabras sencillas, pero con un peso histórico grande como “liberación”, “defensa del mundo libre”, “fin del totalitarismo”, etc., Estados Unidos logró legitimar su poder y configurar la visión del mundo hacia su poderío.
Los medios occidentales fueron también participes de esta narrativa consolidando la imagen de héroe norteamericano y del régimen soviético como amenaza. Estados Unidos hizo del relato de la guerra una acción colectiva de identidad nacional y mundial, mostrándonos que la historia no siempre la escriben los vencedores, sino quienes tienen los micrófonos.
De este modo, en el campo de batalla los soviéticos fueron los vencedores del régimen nazi, pero ante las pantallas que el mundo seguía admirados, Estados Unidos quedó como el héroe salvador y defensor del mundo entero.
Noam Chomsky dice en Manufacturing Consent (1988), “los medios de comunicación no son guardianes neutrales de la información, sino sistemas ideológicos que sirven a los intereses de los poderosos”. Bajo esta lógica, la construcción del relato estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial fue un acto deliberado de ingeniería simbólica, donde la comunicación se convirtió en un campo estratégico de poder. Los discursos mediáticos no sólo contaron la historia: la moldearon, estableciendo qué era verdad, quién era el héroe y qué debía recordar la humanidad. Tal como advertía Chomsky, “la propaganda es a la democracia lo que la violencia es a las dictaduras” —y en el caso estadounidense, la propaganda mediática reemplazó las armas para perpetuar su dominio narrativo global.
La verdad entre la guerra y la narrativa
Han pasado 80 años desde el fin de la segunda guerra mundial. Hoy, aportas de una tercera guerra mundial, el mundo sigue repitiendo una historia contada por Hollywood. La verdad de los hechos no está en los guiones, sino en los campos de batalla que nunca salieron en pantalla. La comunicación y su poderío siguen diciendo quién gana las guerras.
La comunicación es poder. Las guerras no se ganan solamente con armas, municiones y ejércitos poderosos, sino con una narrativa poderosa y el poder para difundirla. La comunicación es también un arma aún más poderosa que un arsenal armamentístico, pues su poder de alcance va muchos más allá de lo espacial y trasciende en el tiempo. La comunicación comprendida desde el poder es la clave real del éxito narrativo y de la historia.
Nota: Ojalá los poderosos que gobiernan el mundo vean en la comunicación una herramienta poderosa para llegar a un acuerdo pacífico que permita la resolución del conflicto ya iniciado.
Fuentes:
Barbero, J. M. (1987). De los medios a las mediaciones: Comunicación, cultura y hegemonía. Gustavo Gili.
Chomsky, N., & Herman, E. S. (1988). Manufacturing consent: The political economy of the mass media. Pantheon Books.
Chomsky, N. (2002). Media control: The spectacular achievements of propaganda. Seven Stories Press.
Hobsbawm, E. (1994). Age of extremes: The short twentieth century, 1914–1991. Michael Joseph.
Judt, T. (2005). Postwar: A history of Europe since 1945. Penguin Books.
Kershaw, I. (2000). Hitler: 1936–1945. Nemesis. W. W. Norton & Company.
Overy, R. (1997). Russia’s war: A history of the Soviet effort: 1941–1945. Penguin Books.
Stiglitz, J. E. (2003). The roaring nineties: A new history of the world’s most prosperous decade. W. W. Norton & Company.
Todorov, T. (1995). Les abus de la mémoire. Arléa.
Vasquez, J. A. (2018). La construcción del enemigo: comunicación y poder en la era de la posverdad. Universidad Nacional de Colombia.
BBC News Mundo. (2020, mayo 8). Segunda Guerra Mundial: cómo fue realmente la derrota de la Alemania nazi y el papel de la Unión Soviética. https://www.bbc.com/mundo
National WWII Museum. (s. f.). The Allied Victory and the Soviet Role. https://www.nationalww2museum.org
El País. (2020, mayo 9). La Unión Soviética, el gran sacrificio en la Segunda Guerra Mundial. https://elpais.com
Imagen: https://elordenmundial.com/hollywood-el-ganador-de-la-segunda-guerra-mundial/
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