La geopolítica de la vacuna: ¿qué implicaciones trae en el orden mundial y las Relaciones Internacionales?

Título original: La geopolítica de la vacuna: ¿qué implicaciones trae en el orden mundial y las Relaciones Internacionales? ¿porqué la carrera por encontrar la cura?

La pandemia producida por el Covid-19 ha supuesto diversos desafíos para los Estados y sus políticas internas, pero también de manera significativa en el ámbito de las Relaciones Internacionales.

 A lo largo de la historia de la humanidad se han presentado un gran número de hechos que han superado los límites fronterizos de los Estados y que los han relacionado entre sí de manera conflictiva o, por el contrario, de manera pacífica, en un escenario de cambio constante y transitoriedad, o si bien se quiere poner en términos de Zygmunt Bauman[1], en una sociedad líquida, anárquica y conflictiva: la sociedad internacional.

En esta sociedad internacional y en el marco del sistema de Estados, en el que han buscado imponer su hegemonía y su superioridad política y comercial a escala global, hasta bien entrado el siglo XX, las guerras fueron la forma por antonomasia para imponerse: los Estados vencedores se imponían frente a los vencidos, extendían sus valores, sus políticas, su comercio por el globo y se daba origen a un nuevo orden mundial.

Con el fin de la Guerra Fría; la configuración de diferentes organismos internacionales; el surgimiento de nuevos actores; los cambios en los temas de la agenda internacional, derivados en gran parte de la globalización, como la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo, la defensa del medio ambiente, la carrera por las nuevas tecnologías, entre otros; la cooperación internacional entre Estados y a través de organismos multilaterales, se convirtió en la correcta forma para mantener las relaciones internacionales, diplomáticas y pacíficas entre Estados; pero también para mantener el poder y la hegemonía en las zonas de influencia y de interés.

La pandemia producida por el Covid-19 ha supuesto diversos desafíos para los Estados y sus políticas internas, pero también de manera significativa en el ámbito de las Relaciones Internacionales. La llamada Ayuda de Emergencia en la Cooperación Internacional, se puso a prueba en el fortalecimiento de los sistemas de salud de diferentes países en desarrollo; al tiempo, se ha ido pensando en planes de recuperación económica de manera transnacional y coordinada, de la mano de organismos multilaterales y organizaciones internacionales.

Por su parte, “la búsqueda de la vacuna contra la enfermedad ha supuesto, también, alianzas y un trabajo mancomunado de grandes potencias del globo” (El Nuevo Siglo), pero a la par de ello, como en una carrera por el honor, los contrapiés en esta lucha, como las acusaciones que hicieron U.K, EE.UU y Canadá contra Rusia de espiar a grupos de científicos desarrolladores de la vacuna (El País), han dejado entrever la imperiosa necesidad de adjudicar la vacuna a un orden geopolítico internacional existente: el dominado por Occidente vs. el deseo cada vez más grande de Rusia y China por darle vuelta al escenario internacional.

Desde que la Revista The Lancet anunció el pasado 20 de julio sobre la respuesta inmunitaria de dos proyectos de vacuna, la carrera por la geopolítica de la vacuna contra el Covid-19 se ha intensificado en mayores proporciones e incluso, ha configurado en el tablero internacional un sistema bipolar, propio al de la Guerra Fría.

De un lado, tenemos la vacuna británica, desarrollada por la Universidad de Oxford en asociación con el laboratorio AstraZeneca y nombrada AZD1222, que generó «una fuerte respuesta inmunitaria» en un ensayo con más de 1.000 pacientes[2]. Este proyecto ha sido apoyado con cuantiosas sumas de dinero en inyecciones de capital directo o mediante la compra de dosis adelantadas del futuro medicamento por países como el propio Reino Unido, Holanda, Alemania, Francia e incluso Estados Unidos, quien, a pesar de tener su apuesta propia, ha invertido UDS$1.200 millones en este proyecto.

Del otro lado, tenemos la vacuna del país cuna de la epidemia, pero también el primer país en mapear el genoma del virus: China. Desarrollada por Cansino Biologics y bautizada Ad5-nCOV, que también provocó una fuerte reacción de anticuerpos en un ensayo de aproximadamente 500 pacientes. Ésta a pesar de no haber sido experimentada a gran escala, ha recibido luz verde para comenzar a ser ensayada en el ejército chino[3], pues cuenta con el respaldo de la Academia de Ciencias Militares China.

Con dos bandos definidos y una carrera científica andando, cabe preguntarnos: ¿porqué es tan importante ser el primer país en acceder a la vacuna? Algunos expertos en Relaciones Internacionales, sostienen que la respuesta es bastante sencilla: porque además de frenar los contagios en su propio territorio y ser el primer país en retomar sus quehaceres políticos, económicos, comerciales y sociales; se convertirán en la “mayor potencia geotecnológica del momento” (El Nuevo Siglo). A mi parecer, además de lo anterior, retomando un poco los conceptos enunciados como preámbulo a este artículo, el país que obtenga primero la vacuna contra el Covid-19, tendrá un margen de maniobra muchísimo mayor en sus zonas de influencia y de interés; y en este sentido podrá establecer un nuevo orden geopolítico internacional basado en la vacuna.

Dicho esto, entra a terciar en este debate otra pregunta: ¿Cómo y cuándo se distribuirá esta vacuna? Según el Nuevo Siglo (portal web), Pascal Soriot, Director General del laboratorio AstraZeneca, afirmó que su vacuna será vendida en todo el mundo a “precio de costo” (€2.5 la unidad) y espera entregarla máximo a fin de año. Soriot fue secundado solo por Johnson & Johnson; mientras que importantes multinacionales como Pfizer, Merck y Moderna, negaron de entrada esta opción, poniendo por encima ganancias de sobre costo.

En una jugada majestuosa (y tal vez un poco populista), por el contrario, el presidente chino Xi Jinping, ha anunciado en reiteradas ocasiones que la vacuna fabricada por su país será entendida como un “bien público global”, palabras que han reivindicado peticiones como la de la Pontificia Academia para la Vida (del Vaticano) de que la vacuna sea considerada un “derecho humano universal” al que los países puedan acceder sin tener que pagar por ella; y la del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien considera que esta vacuna “debe ser vista como un bien público mundial”. Pero, además, tanto el presidente como el Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, han anunciado en reuniones con cancilleres de América Latina, que Pekín, proporcionaría a lo largo de dos años, USD$2.000 millones a “países afectados por la pandemia, en el sector de la economía y lo social, sobre todo a naciones en desarrollo” (RT).

Y en todo esto, no podemos dejar por fuera al gigante asiático (Rusia), quien a comienzos de este mes, a través de su Embajada en Guatemala junto con el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF), presentaron el AVIFAVIR, medicamento contra el SARS-CoV-2 (certificado por el Ministerio de Salud ruso) para América Latina y el Caribe, que ha sido utilizado con éxito para tratar a más de 30 mil pacientes en 51 regiones de Rusia[4]; y sobre el cual ya han recibido solicitudes de suministro por parte de estos países y de algunos de Europa y el sudeste asiático.

Así entonces, a carta abierta podemos decir que tenemos un polo (o bando) con la necesidad imperiosa de mantener la hegemonía de sus valores, de su cultura, de su política y su economía; con una potencia dominante (EE.UU) que se le ve trastabillar interna y externamente: sumida en una profunda crisis política y social, ad portas de unas elecciones presidenciales y con un papel hegemónico y preponderante de la escena global, totalmente desdibujado; con un desarrollador de la vacuna (Reino Unido), pasando por una reconformación política y económica tras el Brexit; y una Unión Europea, que si bien, en aras de la integración y la coordinación, han presentado un plan de recuperación conjunta, también está sumida en una crisis de representación y legitimación y depende, en gran parte, de Alemania. Así que muchos actores involucrados (con grandes problemas), equivale a muchos intereses en conflicto. Prueba de ello es que en esta carrera por la vacuna no estén mostrando un interés de cooperación entre naciones sino un vasto interés por recoger los frutos de la ciencia; obtener ganancias ($$$); y conseguir la geopolítica de la vacuna, les ayude a mantener sus zonas de influencia. En contraposición, está el otro polo (o bando) ávido de poder, pragmático, sin mayores problemas estructurales dado sus regímenes políticos y su potencial económico; que además ha sabido capitalizar sus posiciones de ventaja; se ha mostrado contrito, “solidario”, diplomático y empático ante esta crisis; y finalmente, en esta carrera por la vacuna ( y en general por la cura), de la mano de sus aliados, se han jugado sus cartas para pasar de ser potencias regionales y extender sus tentáculos hasta América Latina y el Caribe, asegurándose nuevas zonas de influencia e interés.

Algunos sostienen que es imprevisible que China (y Rusia) a pesar de sus esfuerzos, logre dar vuelta en el tablero internacional. Considero que la carrera todavía es larga; cualquier salida en falso puede significar una ventaja para el contrario y si bien, en algunas regiones del mundo los valores comunistas generan todavía gran resistencia, la geopolítica de la vacuna podría poner a tambalear los principios de las Democracias Occidentales. No obstante, si bien el orden internacional no se verá alterado significativamente, las Relaciones Internacionales y la Cooperación Internacional, si se verán afectadas en el escenario post-pandémico, tal como aconteció con la seguridad y la lucha contra el terrorismo tras los atentados del 11-S, que desplazaron de la Agenda otros temas importantes como la cooperación para el desarrollo y la erradicación de la pobreza, una vez los países comenzaron a redirigir sus ayudas hacia el gasto militar y a zonas estratégicas.

Bueno… y ¿qué pitos toca Colombia en todo esto? Obvio, no podía terminar este artículo sin otorgarle unas líneas a mi estimada Patria. El martes 28 de julio, el Ministro de Salud, Fernando Ruíz, en una entrevista a la W Radio afirmó que Colombia ya firmó un acuerdo para acceder durante el 2021 a dos millones de vacunas contra el coronavirus”. Este sería un acuerdo de confidencialidad con dos farmacéuticas que ya tienen andando la vacuna. Se trata de Pfizer y AstraZeneca… ¡Si! Esos mismos, los primeros que dijeron que no las iban a vender a precio de costo ni por el hijuemadre, que había que ganarle alguito; y los otros que las van a vender a €2.5 la unidad (¡pa’ que echen lápiz desde ya!).


[1] Bauman utiliza el término de modernidad líquida para referirse a la sociedad actual, que es efímera, transitoria, provisional. Sostenía que “la mayor preocupación hoy de nuestra vida social e individual es cómo prevenir que las cosas se queden fijas”.

[2] https://www.dw.com/es/dos-vacunas-contra-coronavirus-producen-respuesta-inmunitaria-y-son-seguras/a-54245484?fbclid=IwAR1wvA2siXaggSCjdSdLAsKaV3F3kSBXgg4n8JbDpXahYxYkZyWOJGrotH0

[3] Ibídem.

[4] https://actualidad.rt.com/actualidad/359525-rusia-america-latina-medicamento-covid-avifavir?fbclid=IwAR1xnYf4Cn4M8bkEh1DDcCw8gTHCQ-PVICzMhDSq-yJR6-Q3pmDYFvpkcnM

Yescica Herrera Ocampo

Politóloga, Especialista en Gestión Pública Municipal, Magíster en Comunicación y Marketing Político. Apasionada por las Relaciones Internacionales, la planeación y el desarrollo sostenible de los territorios. Por mi formación académica y mi crecimiento personal, soy una persona ávida de conocimiento, que le gusta indagar e investigar en el orden de adquirir un pensamiento crítico y un criterio sólido frente a los asuntos públicos domésticos e internacionales. Melómana, amante de los animales, ciudadana del mundo. "De te fabula narratur"

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