“Hay un número tan elevado de grandes ciudades en el mundo, que las personas que las habitan viven más aisladas que nunca»-Toyo Ito
Transformación social y arquitectónica de la Biblioteca España en el barrio Santo Domingo Savio contada desde una barbería
Estaba allí en la estación Santo Domingo del metrocable, estaba un poco asustado porque no conocía barrio y desde la concepción que tenía del lugar no era un destino muy apetecido para recorrer, a esto se le sumaba la idea de que no conocia el lugar donde me iba a “motilar” y corría el riesgo de terminar perdido en el tumultuoso espejismo de calles y pasadizos de aquella zona. Me dispuse entonces a seguir las instrucciones que anteriormente había recibido de mi amigo en las que en resumidas cuentas solo era necesario mirar al frente de la moderna y colosal estación de metrocable para encontrar la barbería y en justa medida bastó solo eso para vislumbrar aquel balcón de aspecto urbano, teñido de un blanco opaco provocado por la humedad en el techo y adornado con improvisado pero entendible cartel en el que se lograba leer que allí era la barbería. Fueron no más de 20 pasos para encontrarme con las escalas al segundo piso, las cuales debía subir para llegar al local, por dentro sentía aún temor por la zona, pero también rondaba un sentimiento de alegría de reencontrarme con mi amigo, cuando llegué a la puerta noté que no había nadie y en mi despavorida mente llegaban pensamientos de pena por haberme equivocado de lugar, pero no pasaron más de dos minutos de estar parado allí, sin saber qué hacer, cuando vi aquel desgastado pero esperanzador rostro de aquel hombre que llevaba por nombre Jaime y que desde la entrada en el primer piso me lanzaba una apacible sonrisa.
-Que más “parcero” entoné yo, y a mi enérgico saludo responde él: – Hola “monito” cómo estás. Este fue el inicio del corte de cabello más largo de mi vida.
Jaime y yo nos graduamos juntos en el año 2015 en el municipio de Santa Rosa de Osos, él era un tipo muy entregado al deporte y siempre había soñado con ser arquero de fútbol profesional, persiguiendo este sueño emigro a la ciudad de Medellín, donde consiguió hacerse un lugar en un reconocido equipo de la ciudad. Jaime aparte de ser un joven hijo, por problemas en su familia, también cumplía la labor de padre para sus hermanos menores, por esta cuestión se vio en la necesidad de nivelar el equipo de fútbol con un trabajo que había conseguido en una panadería, sitio por el que afortunadamente también vivía yo, pues gracias a él pude degustar de uno de los mejores pasteles de arequipe que en mi vida haya probado. No es fácil la vida de quien debe dar mucho para conseguir lo mínimo para su supervivencia y la de sus consanguíneos, y sino preguntémosle a Jaime.
Recién entré al negocio, noté el escenario un poco pálido, pues a diferencia de otras barberías a la que había asistido, le faltaba un sentimiento de acogida, esta percepción cambio justo en el momento en cuanto empezó el corte, nunca me había sentido tan agradablemente atendido en un lugar en el que consideraba que solo se cortaba el pelo, pues era mucho más que eso, la acogida la daba el innato sentimiento de felicidad que resplandecía de aquel muchacho, entre todas las conversaciones que tuvimos sentía lo desagradecido que uno llegaba hacer, y con tristeza me decía:
-Juan yo tuve que dejar el futbol para poder sostenerme y ayudar a mi familia y últimamente ni lograba los dos, yo estuve aguantando hambre mucho tiempo y no sabes lo que se siente, tener que robarle un poco de pan a las personas con las que compartías el apartamento para “embolatar” el estómago-
Yo le pregunté como había terminado en eso de la barbería y me comentó que durante lo que trabajaba en la panadería había hecho un curso de corte de cabello y que después de rondar varios trabajos, se dedicó a la barbería como profesión y empezó a laborar en algunos locales y que finalmente gracias a un proyecto en el cual se financiaban propuestas emprendedoras, logro hacerse con un loca en el barrio y montar allí su propia barbería.
Luego de terminar el corte de cabello, me invitó a que camináramos un rato por el barrio y que comiéramos algo de paso. Después de la tormenta sigue la calma y eso es aplicable para todos, para la vida de Jaime para el día lluvioso y en especial para el barrio Santo Domingo, mientras recorría las calles, podía entrever la pureza con que el agua de paso había dejado los corazones de las casas y los negocios de aquella localidad. La violencia histórica que ha tenido este barrio no ha sido más que la materialización de un sentimiento de marginación que ha provocado la sociedad medellinense y que ocasionó una deslegitimación agónica de las instituciones municipales.
En el 2007 con la inauguración de la Biblioteca España la alcaldía dio esperanza a las personas e inició un proceso de recuperación y legitimación de aquella comuna, los niños sabían ahora de un camino de paz y esperanza para construir sus sueños fuera de la violencia, el proyecto tuve su auge, pero con el tiempo se fue degradando la estructura a tal punto que en el 2015 se desmontó totalmente la estructura por fallas arquitectónicas, pero la biblioteca dio una gran lección de unión y paz y aún con su desmantelación las instituciones habían recobrado aunque en poca media, legitimación por parte de los habitantes del barrio. Jaime aunque era un poco nuevo en el sector, me comentaba que el lugar ya estaba más respaldado por la policía y que era un ambiente sano para conocer, tal vez lo decía para que aceptara una invitación que durante la tarde me había hecho para ir a “farrear” con él y unas “amiguitas” a una discoteca reconocida del lugar.
Cuando pase por lo que existe hoy en día de la Biblioteca España, no pude evitar sentir una gran impotencia de ver como una estructura con tanta carga emocional, haya dejado de funcionar, obstaculizando el crecimiento personal de niños, jóvenes y adultos que frecuentaban el lugar, el gris del cielo era el nefasto reflejo de los restos languidecidos de la estructura de la biblioteca. Mientras caminaba con Jaime por el lugar llegábamos a la conclusión de que la ineptitud de la Alcaldía de Medellín había expropiado la esperanza de aquellos jóvenes y que dejaba entreabierta una puerta en la cual se entreveía el flameante fuego de la violencia que no se había logrado extinguir.
No fue solo el reencuentro con mi amigo lo destacable de aquel día, también fue ver la nostálgica prueba de los sueños perdidos de los habitantes del barrio Santo Domingo Savio en la ciudad de Medellín.