La educación para qué… (?)

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Las cifras claramente son en contra de una juventud misma, ya que surgirá como pregunta si la educación en nuestro país vale la pena, o estudiar para qué… (?), Para quiénes, cuando empiezan a cambiar nuestras prioridades, pues ya no estudio por gusto, sino porque me toca, y me acomodo a lo que el mercado ofrece, viendo en carreras técnicas y tecnológicas un abaratamiento al saber y un conocimiento perdido en limitar su expansión.

Parece una obviedad decir para qué, pero hablando en nuestro contexto, las prioridades son cambiantes a medida que pasan los años, y fluctúan de acuerdo a posibilidades y circunstancias propias que abren las diferentes teorías de mercado, o lo que el Estado indique de acuerdo a los garantes del saber como lo es la OCDE, el BID o el Fondo Monetario Internacional  que actualmente nos rigen. Entre el 12 y 13 de junio de este año el secretario de educación: Néstor David Restrepo Bonnet menciono que: “para los jóvenes no es una prioridad entrar a la Universidad”, pero al hablar de prioridad, uno supone que el Departamento, o por lo menos el Estado ha hecho un esfuerzo significativo para que esa prioridad de entrar a una Universidad, sea lo último que se pierda.

Considera uno que el Secretario de educación de Antioquia da fe de aquellos que verdaderamente no les interesa el cuento de tener educación, pero, por desgracia para él, los casos en los que a la población no les interesa el cuento de tener educación son a unos pocos, pues a la gran mayoría de egresados de las distintas secundarias del departamento anhelan con seguir adelante sus estudios superiores. Se podría afirmar que no tienen muy en cuenta las mismas cifras que emiten entidades como: el DANE y el Ministerio de educación, (aunque éstas entidades hacen el tapen tapen, pues aún no dan el dato oficial en educación superior del 2018), si emiten boletines y exponen cifras de años no tan atrás que sirven como base, para interpretar lo que pasa actualmente. Según el ministerio de educación, entre el año 2015 y 2016 el 36% es la tasa de cobertura bruta en educación superior en Antioquia, y a nivel Nacional la tasa de cobertura es del 49,4%.

Una cifra muy distante a lo que pide la OCDE, (recordando que Colombia aspira a entrar definitivamente a la “selecta lista de los países ricos”), y cifras que no remarcan todavía el cómo se accede a esa educación superior, puesto que en su mayoría, el obtener un preciado cupo es a través de la competencia, -¡y vaya competencia!-, una que para los estratos 2 y 3 el anhelo por costos y calidad, está supeditada a un filtro como lo es un examen de admisión que no dimensiona si quiera las verdaderas capacidades, y es cortante rígido al segregar a un vasto número de futuros estudiantes, ya que al final termina admitiendo a sólo un 4% de los que se presentan para complementar sus estudios.

Parece que la Educación en nuestro país no tiene la suficiente seriedad que amerita, (tampoco hay voluntad política y no se amalgama como proyecto de Estado-Nación), parece que aquí no se ve como el catalizador del buen cambio para llevar progresos a muchos rincones que todavía están en oscuridad, nuestras investigaciones no logran tener ese eco suficiente porque la educación se ve de mal gusto, pérdida de tiempo y sin recursos monetarios para adentrarse a lo desconocido. Hoy nuestros gobernantes de turno insisten con la educación virtual para alivianar las cargas respecto a la educación presencial, hoy las estadísticas para un bachiller próximo a realizar estudios superiores en nuestro país son de incertidumbre y pesimismo, y más si al no encontrar algo productivo, (pues, trabajo tampoco hay), encuentra en lo ilegal un escape de tiempo y dinero fácil.

Las cifras claramente son en contra de una juventud misma, ya que surgirá como pregunta si la educación en nuestro país vale la pena, o estudiar para qué… (?), Para quiénes, cuando empiezan a cambiar nuestras prioridades, pues ya no estudio por gusto, sino porque me toca, y me acomodo a lo que el mercado ofrece, viendo en carreras técnicas y tecnológicas un abaratamiento al saber y un conocimiento perdido en limitar su expansión. Claro que el Estado tiene culpabilidad, nunca ha visto como colectivo la educación, sino como particular, entre menos saberes haya, más fácil será la gobernabilidad.

Ahora bien, cómo será la cuarta, nuestra Cuarta Revolución Industrial sin la educación como pilar fundamental para sacar provecho de lo que hoy se nos presenta; un análisis que desde ya hay que hacerse. Cómo contener la frustración del recién egresado universitario quien no encuentra trabajo estable de acuerdo a lo estudiado, como surgen los prejuicios y cambian nuestros usos del lenguaje y se le echa la culpa al Millennials, cuya generación es tal vez la más preparada, pero que no hay trabajo suficiente para todos, aún cómo se menciona que hace falta preparación y no hay personal apto, cuando es el país, o los gobernantes de turno que no quieren progresar colectivamente.

La Educación es la respuesta para salir de un atraso, trae progreso y mejora la calidad de vida no sólo del que se instruye, sino que a sus espaldas progresa su núcleo familia, hoy ante la cifra de desempleo por la que atraviesa nuestro país de más del 10%, la Educación puede ser solución para que la cifras cesen y mejoren para bien, las retrae. Pero ante lo observado en nuestro país, la Educación se torna lúgubre, de frustraciones constantes, porque según cifras de observatorios nacionales de educación superior, el tiempo mínimo para un recién egresado en nuestro país de obtener trabajo en lo estudiado, es de aproximadamente 12 meses, cómo explicarle al estudiante que se preparó 4 o 5 años de carrera y que no trabaje en lo estudiado, sino que obtenga trabajo en lo que sea, cómo remediarle semejante frustración, más bien darle la razón y seguir escuchando que: “la situación en nuestro país es muy berraca para un recién egresado.”

Bibliografía:

(Educación., 2016)

(Tiempo, 2019) (MINEDUCACIÓN, 2016)

Juan Manuel Castañeda Jiménez

Soy estudiante de pregrado: Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Antioquia, hago parte del comité editorial del Instituto de Filosofía de la UdeA, y tengo publicaciones para el periódico el Mundo Medellín, en la sección de opinión