La educación en discusión

“En latinoamérica, casi como una rutina, los medios discuten las falencias del sistema educativo. Algunos dirigen el dedo acusador a la inversión, otros a los vaivenes políticos y los más simplistas,  apuntan directamente a los docentes. Sin embargo, pensar la educación implica poder poner en discusión todas las aristas de un objeto más que complejo.”


En muchos países del cono sur, acaba de terminar otro ciclo escolar. Los niños disfrutan las vacaciones y las familias intentan reorganizarse entre las tareas de cuidado y la vida laboral.

En latinoamérica, casi como una rutina, los medios discuten las falencias del sistema educativo. Algunos dirigen el dedo acusador a la inversión, otros a los vaivenes políticos y los más simplistas,  apuntan directamente a los docentes. Sin embargo, pensar la educación implica poder poner en discusión todas las aristas de un objeto más que complejo.

El caso argentino representa justamente esa enorme complejidad. En las últimas evaluaciones “Aprender”, que se realizan en todo el territorio nacional a alumnos de algunos grados  de educación primaria (elemental) y secundaria (bachillerato o High School), los resultados no fueron los esperados.  Sólo entre 1 y 3 de cada 10 estudiantes tienen un desempeño alto, excepto en el área de matemática en nivel secundario, donde casi la mitad de las provincias no tienen alumnos con desempeño alto.

Uno de los mayores problemas observados en estas evaluaciones está relacionado con la brecha de nivel socioeconómico, encontrando mayor porcentaje de alumnos de nivel socioeconómico bajo con menor rendimiento. Sin embargo, en los niveles altos, los porcentajes de éxito tampoco son los esperados. Si bien el las evaluaciones de 2023 esta brecha tuvo una pequeña mejoría, aún está lejos de lograrse la equidad educativa.

Si nos atenemos a los datos, no hay mucho que discutir: la educación argentina está en uno de sus peores momentos. Sin embargo, la discusión simplista y unifactorial no tiene ningún sentido. La discusión tiene que darse, pero de manera integral.

Y para ello, es importante comenzar a mirar más allá de Latinoamérica. Por ejemplo, sería interesante poner en discusión el caso Portugal. Este país europeo obtuvo resultados negativos en el informe PISA del año 2000[1], situación que motivó una reforma estructural en materia educativa. Y el primer paso no fue metodológico, sino el logro de un consenso político para mejorar resultados. Cuando la política llega a acuerdos, todo lo demás parecería fluir de manera natural. Luego de definir objetivos a mediano y largo plazo, las autoridades escucharon a todos los actores del sistema educativo (docentes, padres, alumnos y expertos), para recién entonces, arribar a conclusiones). Una de las principales medidas tuvo que ver con la obligatoriedad de la educación hasta los 18 años, pero la mayor apuesta fue el monitoreo de las trayectorias para evitar el abandono escolar. ¿Cómo lo lograron? Apostando a la independencia de los centros educativos, confiando que cada comunidad escolar conoce a su alumnado mucho más que las autoridades. También hicieron foco en el acceso a actividades extraescolares. Los alumnos empezaron a ir a la escuela, y a querer permanecer allí. Luego vendría el resto, formación docente basada en evidencia, aumento del presupuesto educativo y modernización de la currícula escolar.

Portugal, por más que se parezca, no es América Latina, sin embargo podría ser un buen comienzo nutrirse de estas experiencias  para empezar a pensar qué podemos hacer por la educación en nuestros países.

No alcanza con aumentar el gasto en educación, aunque esté claro que es algo que debe suceder (en Argentina la inversión en esta área en 2024 fue del 0.91% del PIB[2] y se estima que en 2025 bajará a un 0.88). Sin consensos que involucren a todos los actores del sistema, ninguna mejora es viable.

Y el consenso, justamente, es algo que en nuestros países se hace rogar.


[1] Estudio de evaluación educativa realizado por la OCDE.

[2]  Informe “Presupuesto educativo nacional 2025”, elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educacion

Karina Alejandra Insaurralde

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