A continuación les comparto una lista de nueve puntos para resumir los principales aspectos que han definido la economía mundial en los primeros quince años del siglo XXI, y una reflexión acerca de las tendencias que siguieron o desaparecieron respecto al siglo pasado.
- Durante los últimos quince años la palabra favorita de los economistas ha sido CHINA. No es para menos, ya que este país ha vuelto a entrar triunfante a la escena política y económica global. Superó a Japón y a Alemania y se posicionó como la segunda economía del planeta -luego de Estados Unidos- con un crecimiento promedio 9,7% en el periodo. Estas altas y envidiables tasas de crecimiento económico son insostenibles durante largos periodos, sobretodo en un país que produce enormes cantidades de mercancías. Es por eso que en los últimos años se ha reducido de 14% en 2006 a 7,2% el año pasado, según datos del Banco Mundial.
- Si el siglo XX, en palabras del economista italiano Marcelo de Cecco (fallecido este año) vio el triunfo y la caída de la soberanía económica del Estado, los primeros quince años del nuevo no muestran una tendencia absoluta en este aspecto. Aflora este pensamiento a raíz de las formas en que los estados soberanos han respondido en casos como el de la Eurozona y su “victima”: Grecia. Por otro lado, en China y otros países del Sudeste Asiático, la intervención del Estado en la economía se ha hecho más fuerte en la medida en que los gobiernos toman participación en la iniciativa privada. Es decir, no existe una tendencia mundial en cuanto a la armonía Estado-Mercado, y tampoco se afirma que la respuesta sea más Estado (como podrían sugerir las medidas tomadas por Estados Unidos luego de la crisis de 2008), o más mercado (como ha tratado de vendérsele la idea a los países del tercer mundo que se han estado abriendo al libre comercio, con obstáculos realmente importantes que los están alejando de esta “maravillosa idea” para mejorar el crecimiento económico). El verdadero debate está en cuanta intervención es aceptable dadas las condiciones y el estilo de desarrollo de cada país.
- Por estas razones, hoy más que nunca las instituciones políticas tienen efecto en el crecimiento económico, en especial a la hora de brindar confianza a los mercados. Brasil, aunque creció a un buen ritmo años atrás (7,5% en 2010), terminó 2015 en recesión (-3,8%), y los especialistas no dudan en darle participación en la culpa a los escándalos de corrupción de gobiernos en estos tres quinquenios. La buena noticia es que si se empantana la reputación del país, como cuando uno de ellos no paga la deuda (y no quiero mencionar a Argentina), siempre hay oportunidad de redimirse, ya que los buites esperan pacientemente que sea reparado con creces su tiempo de espera.
- Aunque la industria y el sector terciario desplazaron desde hace rato a la agricultura como generadores de riqueza, últimamente esta se ha visto empoderada a nivel multinacional. Las grandes empresas de productos transgénicos como Monsanto, muchas veces denunciadas por la miseria a la que someten a campesinos y pequeños productores, son las dueñas del mercado. Actúan con el poder de la ley de patentes por un lado, y el afán de los países ricos por protegerse en términos alimenticios por el otro. Con la población creciendo de manera escandalosa, el progresivo daño ambiental y las limitaciones para producir alimentos en grandes cantidades con costos a la baja, el poder de estas empresas será impresionante en los años que se avecinan.
- A su vez, el capital humano y la clase media de muchos países en vías de desarrollo ha crecido. Estos van de la mano. En los países de centro, por su parte, se ha entendido que creatividad vale más que conocer mucho, y esta sin lugar a dudas se asocia a libertades individuales y a una mentalidad progresista. Silicon Valley está muy cerca de ciudades con una alta población de artistas y homosexuales, quienes invierten fuertemente en educarse y en la consecución de empleos de calidad bien remunerados, y por lo tanto la clase media ha crecido en esta región de manera imparable.
- Estados Unidos, más que nunca, ha visto decaer su hegemonía económica (en 2008 donde nuevamente fue exportador de crisis) política (pérdida de poder disuasivo, derrotas militares, avance de Rusia y China) y especialmente simbólico. Cuando el desafío subversor del comunismo desapareció (más ahora con Cuba cediendo) las grietas del país del norte son más visibles para el resto del mundo, sobre todo cuando su nuevo enemigo, el terrorismo internacional, tocó el corazón de Manhattan, y más recientemente el de Europa.
- La inestabilidad financiera conllevó a una reacción frente al creciente poder de los bancos, en especial la avaricia de Wall Street. Fue ideológica y práctica. La primera tiene que ver con los movimientos sociales que se ciñeron alrededor de la crisis hipotecaria, y la segunda con el regreso de ciertas normas que regulan el funcionamiento financiero en varios países. Sin embargo, los bancos tienen grandes posibilidades de expansión, en especial con la virtualidad. No es extraño que por eso Wall Steet le esté quitando el negocio del BitCoin a Silicon Valley.
- Nuevamente China, pero esta vez como fuente de inestabilidad. La razón es que ha creado demasiados nuevos millonarios, es decir, más personas en las cuales repartir la plusvalía y de esta manera que las tasas de acumulación bajen. Es un nuevo reto, cuya dificultad radica aún más en que la desigualdad norte-sur, (como lo argumentó Pierluigi Ciocca para el siglo XX) sigue estando inalterada, y su relación incierta. La plusvalía en la economía-mundo se divide entre los capitalistas y la clase media, aunque a esta última le toca una pequeñez. Cuando hay más capitalistas en relación con los trabajadores, el gran capital tiende a externalizar costos, especialmente a los trabajadores asalariados de países en los cuales exista una alta informalidad de trabajo. De esta manera, esos trabajadores pueden optar por salarios más bajos, y producir más plusvalía. Es la tesis que desarrolla Wallerstein para el capitalismo, de la cual no se escapa el siglo XXI.
- Para terminar, ¿cómo no hablar del cambio climático? Ha estado en boca de todos, pero en acciones de muy pocos para preservarlo. Es el verdadero reto para la economía mundial en los próximos años, y el cual es un juego de suma cero. Cierto es que desde los primeros economistas de alardea de la escasez de los recursos, pero de la infinidad de los deseos humanos. Es por ello que sucumbió la URSS, sistematizada pasa saciar necesidades, pero no deseos, esos que son crecientes. ¿Será que el capitalismo también sucumbirá ante esta crisis ambiental de la cual solo estamos viendo el comienzo?