La economía del conocimiento

Hablar de economía del conocimiento en un país como Colombia puede parecer algo extraño para el ciudadano común y si bien no es tan nuevo como se cree, ha tenido en el actual Gobierno Nacional un impulso  para pensar que se va por buen camino gracias a la  ley 1951 de 2019 que transforma a Colciencias en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Que sea efectivo o no debe ser analizado más adelante

Los productos de alto valor agregado, aquellos que apuntan al conocimiento, valen más en estos momentos que quizás las mismas materias primas sobre todo cuando estamos inmersos en una revolución donde cada día aparecen nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones que han cambiado la forma de vivir y trabajar en nuestra sociedad.

El asunto apunta entonces a pensar diferente. A entender que en la diversidad, la innovación y la creatividad es lo que determina la ganancia de un producto y todo porque internet cambió la fuerza del mercado a través de la interconexión de redes y servicios.

La ruta ha sido trazada,  la Misión Internacional de Sabios compuesta por expertos nacionales e internacionales cuyo trabajo es aportar en la construcción de políticas públicas de educación, ciencia, tecnología e innovación,  vienen generando en  Colombia, una sociedad inmersa en la economía del conocimiento que permita transformarla positivamente para ayudar  acabar con la desigualdad y la inequidad.

El conocimiento contribuye a la economía a través del aumento de la productividad, la formación, el crecimiento de nuevas empresas donde los bienes de capital, del trabajo y de los insumos de los recursos naturales,  dependan cada vez más de su efectividad para generar y utilizar conocimientos.

Si bien el Gobierno Nacional ha sido consecuente con esto a través del  Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación cuyo objetivo es el de  incrementar la capacidad científica, tecnológica, de innovación y de competitividad de las regiones, aún estamos lejos de alcanzar el ideal en este aspecto. Colombia  tan solo gasta el 0.25% del PIB en investigación y desarrollo a diferencia de países como Argentina o México que invierten un 0.63% y un 0.53% respectivamente. Corea del sur ocupa el primer lugar con un 4.23%

Aprovechar a mi consideración los pocos recursos que brinda el actual  Gobierno colombiano en investigación y desarrollo  es a lo que se le debe apuntar por parte de todos aquellos que ven en la economía del conocimiento el motor que ayudará al país a través de la investigación, la innovación, la ciencia y la tecnología,  hacia su modernización. Aplicar buenas prácticas como las  que vienen generando los países  más desarrollados del mundo  para crecer cada día más no debe ser ajeno para  Colombia y éste, debe ser nuestro  ideal.

Mauricio Correa Taborda

Trabajador Social, Comunicador Social Periodista. Especialista en Estudios Políticos. Magíster en Gobierno. Candidato a doctor en Estudios Políticos