Ante los acontecimientos de violencia a nivel nacional los enemigos de la dolarización buscan descalificarla argumentando que bajo dolarización es más fácil lavar dinero y eso atrae a la delincuencia. Esta falsa lógica, como tantas otras, ha sido repetida durante años pasando mayoritariamente desapercibida hasta ahora. Para desmentir la falacia solo basta considerar la proposición inversa: si bajo dolarización es más fácil lavar dinero debe ser cierto que es más difícil lavar dinero cuando existe moneda propia. Obviamente esto no es cierto.
La realidad es al revés: estar dolarizados es un inconveniente para el dinero mal habido, haciendo más difícil y costoso lavar dinero. Al fin y al cabo, las drogas son un producto de exportación que se vende en dólares que luego deben ingresar al país de destino para cubrir sus gastos. En una economía con moneda propia el exportador obtiene una ventaja substancial cuando la moneda se devalúa, cosa que no sucede en una economía dolarizada. Por lo tanto, una economía dolarizada supone costos de transacción más elevados para el lavado de dinero. Además, cuando existe una moneda local con inflación la contabilidad forense es exponencialmente más difícil, con lo cual se esconden más fácilmente los movimientos del dinero ilegal.
En países con moneda propia proliferan las “casas de cambio”, ya sean legales o ilegales. En economías con moneda propia y sin controles de capital las casas de cambio cumplen una función social por lo que sería incorrecto decir que la ilegalidad se propaga debido a ellas. En países con controles de capital el mercado negro prolifera. Las casas de cambio son una forma fácil de lavar dinero en efectivo en cantidades substanciales. En dolarización no existen las casas de cambio ni la necesidad de un mercado negro de divisas. De hecho, mientras más controles de capital imponga un gobierno con moneda propia más poder y riqueza les entrega a los narcos que ya operan en el mercado negro. ¿No serán entonces los países con moneda propia y controles cambiarios los que más fomenten la ilegalidad y la violencia?
Finalmente, la violencia que experimenta el Ecuador no es única. México, Colombia, Perú, El Salvador, y Honduras son algunos casos recientes de explosiones de violencia peores de la que se vive actualmente en el Ecuador. De esos países solo uno esta dolarizado (El Salvador) y su problema de pandillas antecede a la dolarización.
Es increíble que se perpetúen argumentos vilificando la dolarización cuando en realidad se debería estar resaltando su fortaleza. A pesar de la incertidumbre, no hay corridas para comprar dólares para guardarlos bajo el colchón y nadie está preocupado de una posible devaluación. El dinero y los ahorros están desacoplados de los acontecimientos políticos y de la violencia. Esta es otra forma que la dolarización neutraliza el poder de las pandillas. Si sus actos impactaran el tipo de cambio serían una fuerza desestabilizadora mucho más potente de lo que son ahora.
Los enemigos de la dolarización permitieron que los grupos antisociales proliferen y al mismo tiempo ahogaron mucho potencial de trabajo con sus políticas mal habidas de cierre comercial y gasto excesivo para financiar un proyecto político clientelista. Ellos son los que pactaron con los delincuentes y crearon las condiciones propicias para el desarrollo de la delincuencia en el Ecuador. No sorprende que ahora busquen cualquier chivo expiatorio y excusa para evitar la responsabilidad de sus actos.
Aunque la dolarización protege al individuo en gran medida, no lo salva de un gobierno que asfixia al sector privado. La mejor forma de combatir la delincuencia es creando empleos productivos. En vez de culpar a la dolarización, deberían enfocarse en promover las condiciones que permitan que la dolarización prolifere y así crear más empleo. El camino para lograr esto en el Ecuador es contrario al que han implementado los enemigos de la dolarización hasta ahora. En vez de cerrar las fronteras al comercio y al capital hay que eliminar todos los controles de capital, eliminar los monopolios (estatales y privados), bajar los aranceles y los impuestos, eliminar subsidios, eliminar ministerios, bajar la burocracia y reducir el gasto excesivo del Estado.
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