El feminismo internacional se ha fundado en precedentes históricos ya conocidos como las ‘‘Olas del feminismo’’, los cuales, han tenido una fuerte influencia, sobre todo en países de Latinoamérica, siendo un tema bastante controversial en los últimos años, dados los diversos acontecimientos que han opacado un movimiento que inicialmente decía no tener consignas políticas, sino más de carácter social. Estas bases políticas tienen que ver con el predominio de un feminismo más radicalizado, con improntas que sostienen que el origen de la problemática de desigualdad social se debe al sistema capitalista, el mismo que entrega roles de género para aumentar la fuerza del trabajo y las desigualdades sociales, entre otros postulados.
En tanto, originalmente se conoce que el término feminismo, acuñado por Charles Fourier, estaba dado sin una asociación política propiamente tal, pero de la mano de su socialismo utópico, aunque se menciona que la palabra “féminisme” se utilizaba desde antes en la terminología médica de la época. Luego, el vocablo continuó su camino hacia los movimientos progresistas-sufragistas para, finalmente, decantar en una ideología que postula que las creencias culturales que se promueven son producto de la dominación capitalista que establece formas de orden colectivo a través de la distribución social y sexual, suscitando a desmontar las instituciones ya conocidas como la familia, el matrimonio, entre otras, evitando su perdurabilidad.
Tales improntas han sido manifestadas en distintos ámbitos sociales y culturales por las calles de toda América Latina, notablemente, en fechas como el 8 de marzo: Día Internacional de la Mujer, conmemoración que nace inicialmente en el mes de febrero, instaurada por Partidos Comunistas; luego, se fijó en el mes de marzo a raíz de numerosas protestas sociales.
Con esto, el cuestionamiento que se realiza es que el actual movimiento feminista no representa a las mujeres liberales y no ha respondido a todas las demandas y pensamientos, por lo que, liderazgos internacionales como el de Las Tesis, no protagonizan a un porcentaje importante de mujeres por ser excluyente a una determinada ideologización. En conclusión, no es integrativo.
Muchas pensamos y/o creemos que el avance de la mujer, bajo los argumentos de la consolidación en la sociedad, es a través del esfuerzo propio y el mérito, no del victimismo histórico que nos pone bajo un yugo patriarcal en condiciones de subordinación; esto, más bien, lo entendemos como una colaboración mutua en donde no se prescinde por razones políticas, sociales, culturales o de cualquier otra creencia. La mujer es libre para decidir su posición en el mundo, aunque estamos conscientes que en muchos países los avances en temas legislativos y políticos no son lo suficientemente equitativos, algo no exento de polémica y debate.
Así, lentamente, el liberalismo abre paso al otro feminismo. Dicho feminismo ha ido tomando posición, aunque cierto sector no lo ha reconocido como tal debido a su larga ausencia cronológica, pero esto no quiere decir que nunca ha existido o que esté tajantemente muerto como se expone y, realmente, no solo ha abarcado la discriminación sexual en las áreas de mercado laboral y vida pública, sino, en todo ámbito de la vida del ser humano.
Si bien diversas autoras plantean que el feminismo es incompatible con el ideal liberal, pues el liberalismo en sus bases plantea la concepción individual y el feminismo se sustenta en la premisa de un movimiento colectivo, político y de construcción social, definitivamente no podemos entregar las banderas que reivindican la importancia de la mujer en la equidad, la justicia y el ordenamiento jurídico de cada país a un sector que de por sí es discriminatorio al tipo de mujer, su ocupación y su pensamiento político.
Llámese feminismo o disidencias, la mujer puede y debe utilizar todos los espacios organizacionales con base en su esfuerzo y preparación: el propósito que cumple es de suma importancia, siendo este un argumento indiscutible. Por tanto, es fundamental reestablecer la reflexión y el debate de por qué el sistema político liberal no contraviene la causa por las mujeres, ya que reivindica una igual dignidad civil y económica de convivencia universal entre los individuos, para que estos puedan desarrollar todas sus capacidades, teniendo al capitalismo como el mejor aliado para ello y considerando el libre emprendimiento.
Finalmente, nuestros tiempos nos han llevado a tener que modernizar los términos, a incorporar las controversias sociales actuales y a no incorporarnos al feminismo establecido por los sectores de izquierda, sino más bien, reinventar y modernizar las viejas consignas; a no ceder el terreno porque, finalmente, lo que hacemos es acotar el espectro de partidarios e ideas nuevas, y por si fuera poco, también discriminar.
Notas:
- SOBRE LA IMAGEN DESTACADA: Gallego Abaroa, E. & Perdices de Blas, L. (2018, 7 de agosto). Harriet Taylor Mill, una feminista en la época victoriana [Ilustración]. EL PAÍS: el periódico global. Recuperado el 7 de marzo de 2023 de: https://elpais.com/elpais/2018/07/26/eps/1532621772_543103.html.
- Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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