La desigualdad en Colombia según el liderazgo joven del país

“La Colombia del siglo XXI donde 15.600 niños sufren de desnutrición y 2,5 millones de personas no tienen acceso a la electricidad. Esa misma en la que se opacó el sonido de la cumbia con el sonido de las balas en dirección al afro, al homosexual, al que piensa diferente, al campesino, al indígena, al joven de mochila que carga instrumentos, libros, patinetas y sueños”

Hoy no es Bolívar, hoy somos los jóvenes. Hoy no tenemos armas, tenemos un discurso y una mochila cargada de empatía, argumentos y amor por Colombia. La Colombia del siglo XXI donde 15.600 niños sufren de desnutrición y 2,5 millones de personas no tienen acceso a la electricidad. Esa misma en la que se opacó el sonido de la cumbia con el sonido de las balas en dirección al afro, al homosexual, al que piensa diferente, al campesino, al indígena, al joven de mochila que carga instrumentos, libros, patinetas y sueños. Exhaustos de aquello que definimos como una injusticia, hemos decido embarcar con nuestros libros, remar en dirección contraria a la que remaron nuestros padres y abuelos para arribar en la política. Conscientes de que derrotaremos a la oligarquía entendiendo las realidades de nuestro país y transformándolas.

Thomas Piketty es un economista francés de 49 años especializado en desigualdad económica y distribución de la renta, quien afirma que la desigualdad aparece cuando las ganancias de los capitales son mayores a las de la economía en general. Esto mismo lo piensan muchos colombianos cuando afirman que: ‘’en Colombia el rico es cada vez más rico y el pobre es cada vez más pobre’’, esta realidad se debe a diversos factores, el primero de ellos es la distribución inadecuada de las tierras y los recursos económicos, que han sido acaparados por empresarios capitalistas, familias tradicionales o en su defecto ambos. Tal cual como sucedió con la política del gobierno de Álvaro Uribe: Agro ingreso seguro, que consistía en el préstamo de dinero con una tasa de interés baja para el agricultor, sin embargo, en la lista de beneficiarios aparecieron los empresarios capitalistas y las familias tradicionales quienes no desaprovecharon su posición privilegiada para aumentar sus ganancias.

Este suceso es fundamental para entender el segundo factor causal de la desigualdad según el autor, que consiste en la concentración de poder en unas familias tradicionales que conforman una oligarquía que gobierna para los intereses de los mismos descuidando de forma intencional las necesidades de una población que siendo mayoritaria, es olvidada y hurtada de los recursos que deberían usarse en mejorar su bienestar y su calidad de vida.

Lo anterior conlleva al tercer factor: la corrupción, que, si bien es definida como el abuso de poder para beneficio propio, y aunque en Colombia se puede simplificar la definición nombrando una serie de políticos, es de mayor importancia entender lo que le cuesta al ciudadano este factor. ¿Qué haría usted si se encontrara una moneda de 50 pesos? Probablemente ni la recogería, pero, ¿si la moneda fuera de 500 pesos o fuera un billete de 5000?, supongamos que usted con ese dinero compro un billete de lotería, y ganó 500.000 pesos que representan la mitad de un salario mínimo, pero, si usted ganó 5.000.000 de pesos o 50.000.000 de pesos, ¿Qué haría usted con 500.000.000 de pesos o con 5.000.000.000? son cantidades que cambiarían la vida de cualquier persona en este país, sin embargo, ni nos acercamos a la cifra que nos roban los corruptos en Colombia, porque desde la Guajira hasta el Amazonas son 50.000.000.000.000 (cincuenta billones) de pesos lo que cuesta elegir a esta clase política tradicional culpable del cuarto y más importante factor en la desigualdad: instituciones frágiles que obstruyen el desarrollo.

Con la lupa puesta en las instituciones políticas de nuestro país encontramos de manera detallada el clientelismo, el amiguismo, el nepotismo y una lucha de egos que politizaron un plebiscito por la paz, una consulta anticorrupción y la pandemia actual, por si fuera poco. En las instituciones de salud, evidenciamos el negocio más miserable, sin ética y sin moral. Con entidades prestadoras del servicio de salud (eps) que trabajan según la capacidad contributiva del enfermo. Las instituciones del sistema pensional no se salvan de este exhaustivo análisis, y aunque su ineptitud depende directamente de las instituciones políticas, es una aberración a los derechos humanos la cantidad necesaria de años para acceder a una pensión de un monto tan bajo. Por su puesto que las instituciones educativas no se salvan de esta fragilidad, de manera que el problema no solo pertenece a las instituciones, sino a un sistema educativo al que no se le ha aportado el capital suficiente para aumentar la calidad de las aulas, de los cupos, del bienestar de los estudiantes y profesores. En Colombia hay 31 universidades públicas para 1103 municipios, es decir 0.02 universidades por municipio, prueba válida para argumentar que es necesario aumentar la cantidad de instituciones en el país, y, sobre todo, no centralizar los recursos como viene sucediendo años atrás mientras aumentamos la brecha de la desigualdad.

Pese a un panorama que pinta adverso, es responsabilidad del ciudadano exigir que los recursos se distribuyan de la manera adecuada y establecer veedurías para que el fenómeno de la corrupción sea mitigado. Sin embargo, lo más importante radica en la capacidad de empatía que tenga con las diferentes, crudas y tristes realidades del país. Posteriormente lograremos una transformación justa, cargada de equidad y empoderada por los nuevos liderazgos jóvenes del país.

 

Nicolás Quintero Garzón

Nicolás Quintero es un joven Tabiuno de 18 años, actualmente se prepara como economista en la Universidad Militar Nueva granada, desde muy pequeño se ha destacado por su liderazgo que ha trascendido por diferentes municipios de Cundinamarca. Nicolás es jugador de rugby desde 2015 en salamandras Rugby club de Bogotá y actualmente también participa como voluntario de la ONU.

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