Circula por ahí una (vergonzosa) imagen, marcada con la Z de Oscar Iván Zuluaga, “el Zorro”, como le gusta al candidato uribista que le llamen ahora. Allí básicamente se señala que el (vergonzoso) video de la reunión entre Zuluaga y Andrés Sepúlveda no tiene absolutamente nada de malo y, por el contrario, “deberíamos premiarlo [a Zuluaga, y me imagino que a Sepúlveda también] por hacer patria y estar pendientes de las porquerías que hacen en La Habana”.
Grave la cosa, pero no sorprendente. Dudo mucho que esa imagen la haya creado un miembro oficial de la campaña uribista (sí, uribista, porque el “zuluaguismo” no existe), más bien, probablemente la diseñó algún fiel defensor de base de las ideas del expresidente Uribe. Y eso es lo más preocupante del asunto. ¿Por qué? Porque demuestra que uno de los peores aspectos del talante de Álvaro Uribe, el profundo irrespeto por el derecho y las instituciones, no desapareció con el fin de su gobierno, sino que se le pegó a algunos de sus seguidores.
En efecto, el desprecio por las reglas de juego fue una constante durante sus dos gobiernos. Los ejemplos sobran: las trampas (Yidispolítica) para la aprobación de la reforma constitucional que permitió la reelección presidencial inmediata (y que fue pensada para beneficiarlo directamente a él), la pertenencia a la coalición de gobierno de políticos relacionados con el paramilitarismo (recuerden que una vez le pidió a sus congresistas aliados que por favor votaran los proyectos del ejecutivo antes de que se fueran para la cárcel), los constantes insultos de Uribe a sus opositores, a magistrados de la Corte Suprema de Justicia y a periodistas, aquella vez que el exsenador Ciro Ramírez (después condenado por parapolítica) dijo que si la Corte Constitucional declaraba inexequible el proyecto reeleccionista, entonces se debía desobedecer al alto tribunal, etc.
Como explica Francisco Gutiérrez en su último libro, El orangután con sacoleva: “No hay una sola frase abierta, pero tampoco una desautorización explícita, de Uribe a las diversas propuestas que plantearon sus líderes, y que iban casi inevitablemente en una dirección desestabilizante y antidemocrática”.
En fin, es evidente que el gobierno Uribe no se caracterizó precisamente por su respeto al derecho y las instituciones, sino que por el contrario, éstas fueron sistemáticamente pisoteadas bajo la mirada complaciente del caudillo. Eso de por sí es grave, pero resulta aún peor cuando vemos que, para muchos ciudadanos, esto no es algo malo, sino una actitud propia de alguien “verraco”, de “un varón”. Por supuesto que no fue el expresidente el que se inventó este tipo de conducta, ni el único culpable de que la misma haya sido aceptada como ejemplar por un sector de los colombianos. Pero sí le cabe buena parte de esta responsabilidad.
Esto debido a que Uribe sabía (sabe) muy bien que él es un líder querido y respetado por muchos, y por ello debería actuar con mayor mesura, pues con sus últimas actuaciones está diciéndole a sus seguidores que las reglas importan y deben ser acatadas…excepto cuando vayan en contra de sus propios intereses (los de Uribe).
Uribe es plenamente consciente de que buena parte de los colombianos lo ven como un ejemplo, como un modelo a seguir, y alguien que cargue con semejante responsabilidad debería mostrar una actitud de rechazo absoluto frente a la trasgresión de las leyes que nos rigen. Pero no, él prefiere hacer lo contrario, y eso nos puede llevar si bien no a una guerra civil, si a una situación de inestabilidad de la que nos podemos demorar mucho en salir. Piénselo bien expresidente, no vaya a ser que después lo lamente.
@AlejandroCorts1
[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-f-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/t1.0-9/10157367_1429775133947014_2734248217865849022_n.jpg[/author_image] [author_info] Alejandro Cortés Arbeláez Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad EAFIT. Ha publicado en revistas como Cuadernos de Ciencias Políticas del pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT, y Revista Debates de la Universidad de Antioquia. Ha sido voluntario de Antioquia Visible, capítulo regional del proyecto Congreso Visible. Actualmente se desempeña como practicante en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia (IEPRI). Leer sus columnas. [/author_info] [/author]
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