La democracia: una construcción en favor de la voluntad colectiva

La travesía democrática que nos ha convocado para elegir la conducción rectoral de la Universidad de Antioquia durante el trienio 2024-2027, nos ha permitido pensar el tejido de la vida desde la experiencia de la escucha, la observación y la palabra dulce. Desde el albor de esta jornada, entendida como campaña en libre, digna y respetuosa exposición de las propuestas que alientan el deseo de dirigir los destinos administrativos y educativos del Alma Mater, hemos experimentado el espíritu del tiempo en la esperanza como un mensaje de reconciliación que nos revela el poder de la voluntad en estado y evocación de conciencia, la cual, ya nos lo había sugerido Kant (1784), representa un nivel de entendimiento de orden superior; es la superación de la autoculpable minoría de edad. Diríase, dentro del escenario académico, es el estado de ilustración que nos alienta a un escrutinio de conciencia pedagógica: ¿qué hemos aprendido y qué hemos enseñado en el proceso de formación como una interacción humana guiada por el conocimiento?

La primera evocación que podría llegarnos para pensar esta pregunta, no reduce ni desborda el sentido de la democracia como un aprendizaje en la voluntad colectiva y, por eso mismo, como una enseñanza que se dispone a la altura respetuosa de privilegiar la equidad como igualdad de ánimo. Este orden conceptual está al nivel del espíritu absoluto en su expresión de libertad histórica, como lo apreciaría Hegel (1807) al declarar que la ciencia del saber otorga la libertad en nuestro devenir histórico cuando somos capaces y aceptamos el poder de reconocernos como espíritus absolutos, dentro de la totalidad universal y cósmica. Esto es, cuando actuamos en resonancia plural, diversa y democrática; cuando procedemos en conciencia de humanidad y, por lo mismo, en compromiso de alteridad; esto significa, cuando hemos alcanzado la decencia plena de ser leales con las peticiones de las mayorías; de no traicionar la confianza de quienes acuden a la validación de la democracia como vía en intolerancia a las formas violentas. Sin duda, las lecciones del conflicto nos han favorecido un sentimiento de lealtad con el diálogo para no volver a padecer las consecuencias de las manifestaciones de hecho guiadas por la indignación y la impotencia.

Ahora bien, para lograr comprender esta igualdad de la voluntad, la democracia, sabiamente, apela a la voz y decisión de las mayorías, para lo cual se vale de mecanismos de participación que, para el caso de la elección rectoral en la Universidad de Antioquia, debería favorecer una interpretación reflexiva y ecuánime de los resultados que de allí se deriven. En atención a esta premisa, el posicionamiento político en la democracia, es un gesto de confianza en la entereza ética de quienes tienen a su encargo la importante misión de elegir a quien nos representará como encarnación idónea del espíritu plural que la consulta rectoral sugiere. En tal precedente de la elección, el rigor reflexivo de la votación ya debería contar con este punto de partida que habría de reconocer, respetar y proceder en coherencia con el sentir allí expresado, pues además, para el momento de la consulta ya se ha atravesado toda una jornada deliberativa dentro del imprescindible acto democrático de la escucha y el diálogo. Toda esta secuencia constituye la ontología democrática que no debe ser ignorada; que no puede ser considerada como pronunciamiento no vinculante de la decisión final, pues, aunque así se nombre, el verdadero honor de la democracia no se cumple si no se retribuye en favor del esfuerzo, la esperanza y la voluntad colectiva. Se trata de un actuar en fidelidad con la conciencia ética, lo cual no justifica un actuar en docilidad a las falacias del lenguaje.

En vista de lo anterior, como expresión democrática de lo acontecido, por un lado en la campaña, como expresión exhaustiva de argumentos para legitimar propuestas y, por otro lado, en la consulta, como voluntad de aprobación de una de esas mismas propuestas, se evidenció un tejido de tolerancia y respeto en el camino democrático que no puede ser desestimado en su instancia última definida en el CSU. Este proceso de dialéctica tensión democrática bien podría ilustrarse, tanto en el desarrollo de los diferentes foros, como en los resultados de la misma consulta, con la necesidad de oxigenar el proceso democrático  respondiendo, en primera instancia, en desacuerdo con la posibilidad de la reelección, pues, tal y como lo expresara Simón Bolívar (1819) nada es tan peligroso como dejar permanecer a un mismo ciudadano en el poder porque el pueblo se acostumbra a obedecer y el gobernante a mandar. Esta sensación que se atrevió a ser nombrada refleja la misma capacidad deliberativa que no reconoce la contradicción como una negación, sino como una nueva mirada para apreciar otros rumbos.

En resonancia con el pálpito de la disidencia reflexiva, nada sería más bello y elogiable que asumir la democracia como una experiencia en resignificación de sí misma. Sin duda, este sentimiento ha vibrado y se ha corroborado con vehemencia y en amplia y profunda ilustración de suficiencia argumentativa. La comunidad universitaria, desde diferentes, mayoritarias y reiterativas voces, ha manifestado su descontento frente a la continuidad administrativa, razón por la cual, y desde la exhaustiva reflexividad colectiva que nos ha integrado en este sentir, extiendo al CSU el discernimiento de este aspecto para que sea tenido en cuenta en la discusión que decidirá nuestro devenir pedagógico en el Alma Mater. Considero que la atención a este criterio mayoritario, expresado no solamente en la campaña y en la consulta, sino también en los diversos pronunciamientos que han circulado posterior a ella, sería un claro gesto de voluntad hacia la reconciliación que anhelamos como país y como familia universitaria.

En conformidad con lo manifestado, desestimar la reelección, desde esta voluntad democrática, me permitirá honrar la confianza, no solamente en los consejeros que tienen la responsabilidad de sintetizar reflexivamente este proceso, sino además, en la renovación administrativa para superar la costumbre de la obediencia y el mandato, como acertadamente nos lo recuerda el Padre de la Patria. Ciertamente, la Universidad necesita un liderazgo no solamente de gestión diplomática, sino, también de sensibilidad pedagógica, pues en la oportuna declaración de ‘Colombia, potencia mundial de la vida’, entendemos el lugar protagónico de la educación como movilizadora de la justicia social desde un llamado a la unidad. Creemos fielmente que es desde el diálogo con los territorios y con las comunidades, con los contextos y sus actores, como se va a lograr el rumbo de una educación que se transforma para aportarle a la transformación de la sociedad.

A la luz de esta revisión y resignificación interna que nos interpela como colectividad universitaria pensando, manifestando y decidiendo el futuro rectoral de nuestra Alma Mater, es posible la transformación social a la cual le estamos apostando para construir la causa de la libertad, la cual requiere del cuidado y la defensa de la vida sobre los pilares de la justicia y la dignidad. En tal horizonte, confio en que el Gobierno Nacional, a la cabeza del presidente Gustavo Petro, la Gobernación de Antioquia, con su líder Andrés Julián Rendón, el representante profesoral Pablo Andrés Cuartas Restrepo, el representante de los egresados José Gustavo Jiménez Arango, el representante de las directivas académicas Wber Orlando Ríos Ortiz, el representante del sector productivo Marcos Ossa Ramírez y el representante de los ex rectores Jaime Restrepo Cuartas, estén en comprensión del importante momento histórico que está atravesando nuestra Universidad y de la relevancia de pensar el cambio, en fortalecimiento de la educación como un bien público que protege la vida.

En virtud de lo anterior, este pronunciamiento pretende ser una expresión que busca “la unidad profunda del Verbo” (Borges, 1989, p. 20) frente a los desafíos que tenemos como seres humanos en defensa de la voluntad colectiva; un tejido de palabras que también se empeñan en tejer la vida desde el compromiso que nos asiste como maestras y maestros, como estudiantes, como egresadas y egresados, como Gobierno Nacional, como Gobernación de Antioquia, como sector productivo y de los ex rectores, como comunidad humana que cree en la reconciliación en tanto conquista de la humildad y el perdón. ¿Qué otra causa nos asiste como democracia? ¿No es acaso la de la paz y la felicidad, después de haber caminado y subsistido en medio de los temores y temblores de la guerra? Esta súplica se justifica en la ciencia del saberque no nos indulta como artífices de la democracia, cuando procedemos en desconocimiento del sentir y la voluntad colectiva.

Por ello, como personas que amamos la Universidad de Antioquia y que creemos en la educación en tanto principio de la iluminación que nos libera de la minoría de edad, estamos ante el legendario refrán de empeñar la palabra y reivindicar las voces ancestrales que nos dejaron como herencia la educación como principal opción del cambio. Educarnos para educar desde una pedagogía del amor, del respeto, del reconocimiento de la voluntad colectiva, pero sin ignorar las diversas perspectivas; una pedagogía que se engrandece en la reconciliación para que podamos dialogar, sin estancarnos en las experiencias desde las cuales nos estamos enunciando, es decir, transcendiendo las individualidades que puedan estar inscritas en ambiciones de poder o en memorias de dolor, rencor y venganza. Necesitamos recuperar la ontología de la democracia como voluntad humana remando hacia la causa común de la justicia; de ahí la necesidad de empeñar la palabra en reverencia y admiración de la democracia como una práctica, reflexión y construcción constante.  

Ahora bien, cuando aludimos a superar las individualidades de pretensiones o recuerdos que conduzcan un poder que no le apunta a la reconciliación, no nos referimos a descalificar nuestros deseos o evocaciones. Se trata de hacer prevalecer la voluntad plural para acoger y reinventar nuestra memoria histórica uniendo la profundidad del verbo desde las narrativas íntimas que ponen en el afuera la voluntad auténticamente transformadora. Estamos ante el mensaje de la Alma Mater que no es otro diferente al de la memoria primigenia que nos invita a sanar nuestras heridas a través del diálogo y esto significa, desde la experiencia de una escucha amorosa que no acusa ni enjuicia.

Por tales motivos, invito a que nos tejamos en estas palabras sintiendo la causa de la vida que nos convoca como historia patria desde la Alma Mater. La universidad de Antioquia como hogar de humanidad, de pluralidad y democracia. La Universidad que desea renacer desde un cambio que también manifiesta la voluntad de que, por primera vez en nuestra historia, una mujer sea la que represente este espíritu de renovación; una mujer que sea ejemplo de una propuesta construida a muchas voces; que se reconozca en el diálogo como manifestación de un gobierno universitario; una mujer en la cual podamos confiar gracias a su recorrido y compromiso comprobados; una mujer que encarne y profese lo que la Universidad reclama; una mujer dispuesta a los acuerdos sin sacrificar el amor; una mujer cuya palabra y silencio, tal como el de una madre, una Mater de la sabiduría, nos recuerda el valor de la pregunta y el esfuerzo para superar dogmatismos ideológicos y emprender verdaderos diálogos de conocimientos.

En unificación de todo lo anterior, espero, por parte del CSU que elegirá el 2 de abril el destino de nuestra amada Universidad, que sus reflexiones y actuaciones sean coherentes con lo que la comunidad Universitaria ha expresado a través de la campaña, la consulta y diferentes comunicados que han sido de conocimiento y de opinión pública. Espero que su voz y aprobación sea a favor de la profesora Elvia María. Insistir en las cualidades-calidades humanas y profesionales que la ameritan para esta misión, sería redundar. Básteme con aplaudir y agradecer por ser una digna e inquebrantable defensora de la democracia.

En plena confianza de la receptividad de este mensaje que me atribuyo a mi propio sentir enunciativo, pero en reflexividad y coherencia con la unidad expresiva reflejada en las diferentes circunstancias de la dialéctica democrática, agradecería infinitamente la escucha y la acción que, desde el CSU, se corresponda en favor de dicha voluntad colectiva.


Referencias.

Bolívar, S. (1819). Discurso en el Congreso de Angostura.

Borges, J. (1989). Obras completas. La flor de coleridge. Buenos Aires: Emecé.

Hegel, F. (1807). Fenomenología del Espíritu.

Kant, E. (1784). Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración?

Claudia Arcila Rojas

1 Comment

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  • Gracias profesora Claudia por su bello escrito, concuerdo en que el CSU el 2 de abril debe discutir en primera instancia la NO re-reeleccion de Jhon Jairo Arboleda y posteriormente acatar el resultado de las consultas en las cuales la profesora Elvia María ocupa el primer lugar como opción de cambio para la universidad.