¡Vayan pasando!
¡Entren a la escuela del mundo al revés!
¡El señor sol iluminando la noche!
¡La señora luna en pleno día!
¡El bufón sentado en el trono del rey!
¡Los muertos paseándose con un espejo en la mano!
(Fragmento de Eduardo Galeano en “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”)
Cuando hablamos de democracia no podemos dejar de pensar en la importancia de asuntos tales como: la independencia de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), el respeto por la libertad de expresión, el reconocimiento a la protesta ciudadana y el anhelo por una sociedad más justa y equitativa en el acceso a bienes y servicios. Sin embargo, parece que asistimos a la consolidación de escenarios que cada vez más desean consolidar políticas que violan todos los principios democráticos.
El panorama es tan desolador que en Estados Unidos el gobierno se niega a revisar el tema de la regulación de la venta de armas argumentando que es un asunto para proteger a sus ciudadanos; en España los jueces usan sofismas jurídicos para decir que no fue violación, la violación de una chica en unas fiestas de San Fermín en 2016 y en la Unión Europea, los gobiernos cada vez hablan menos de políticas para resolver el problema de los inmigrantes. Todas estas muestras de un mundo al revés.
Pero señalémoslo en el lenguaje político del filósofo español Ortega y Gasset cuando decía que en los escenarios políticos era paradójico que: “las derechas propusieran revoluciones y las izquierdas tiranías”.
Para ejemplificar esto bastaría con analizar la campaña del Centro Democrático a la presidencia de Colombia, para hablar del caso de esas “derechas” que se dicen revolucionarias al proponer: mejores salarios para los trabajadores, medidas económicas incluyentes, reducción de la burocracia, regulación de la justicia, garantías de salud de calidad para todos, entre otras promesas. Mientras que para pensar en esas denominadas “izquierdas libertarias” que degeneran en tiranías, basta con revisar las acciones del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua: cierre de medios de comunicación, represión de la protesta social, manipulación de las leyes para atornillarse en el poder y la utilización descarada del nepotismo. Ambos, modelos descarados que han apelado a la manipulación y a la proclamación de ideas que prontamente terminan siendo olvidadas en pro de acciones que contradicen su discurso de respeto por la democracia.
Así las cosas, el mundo parece estar patas arriba y Colombia y Nicaragua son en este momento el mejor ejemplo de ello. El primero (Colombia) se resiste a pasar las páginas de dolor y violencia, aferrándose a la idea de un gobierno que se autodenomina reformador, pero que en realidad trae lo mismo de siempre; por su parte el segundo (Nicaragua), desea despertar de una pesadilla que inició como utopía, pero que hoy es una tragedia.
¡Dios bendiga a quien vea!
¡Dios perdone a quien no!
Personas sensibles y menores, abstenerse
(Fragmento de Eduardo Galeano en “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”)