La democracia está bajo ataque

El atentado perpetrado la tarde del 7 de junio en Bogotá no fue solo contra la humanidad de Miguel Uribe: los proyectiles hirieron de gravedad a la democracia, a las libertades, y abrieron una herida que ensancha la polarización. La patria se está desangrando.
El ruido de las balas disparadas contra un precandidato presidencial produce un silencio ensordecedor en el debate político. Corta la pluralidad ideológica y hiere profundamente a una democracia colombiana que apenas empezaba a recuperarse de episodios dolorosos y vergonzosos, como los ocurridos a finales de los años 80 y principios de los 90, cuando fueron ejecutados tres candidatos presidenciales: Galán, Jaramillo y Pizarro.
Este nuevo hecho marca un precedente e interpela a los actores políticos a desarmarse de discursos de odio y polarización. Actos como este nacen en un suelo fértil para el rencor, sembrado de odio, ataques mediáticos y una preocupante degradación de la moral y los principios.
El debate necesita de las sanas diferencias, de la pluralidad política con respeto. La democracia crece donde confluyen distintas vertientes que, aunque diversas, procuran el bienestar de la patria. El atentado contra Miguel Uribe busca limitar el principio participativo y pretende reducirnos a un unanimismo peligroso en un país tan diverso como el nuestro.
Como colombianos, debemos unirnos sin importar la bandera política, la condición social, el credo o cualquier otra distinción. La invitación es clara: debemos sembrar esperanza, unidad y cohesión. Porque antes que pertenecer o simpatizar con un partido, somos colombianos. Hijos de la misma patria.

Jesús Mora Diaz

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