Uno de los principios rectores de la democracia es la posibilidad de tener posiciones diferentes, el respeto a la pluralidad y la necesidad de la existencia de la oposición, como garantía de la alternancia y el contrapeso. Pero, esto me genera unas inquietudes para el caso colombiano, nosotros nos queremos llamar “La democracia más antigua y consolidada” del continente americano. Este mito motivado porque nunca hemos suspendido elecciones en más de 50 años.
Lastimosamente señores, tengo una mala noticia para ustedes: la democracia es un sistema político mucho más compleja, y menos ritual, que emitir un voto en las urnas, elegir unos representantes y contar con un catálogo de derechos en una carta constitucional. La democracia es toda una construcción política, filosófica, social, económica, cultural, que va más allá del pensamiento burgués liberal, sino que ha logrado alimentarse de las luchas históricas por la reivindicación de los derechos, el rechazo a los horrores de los conflictos bélicos y alimentada por las nuevas tecnologías.
En este sentido, hay muchos grupos extremistas que critican fuertemente la democracia por considerarla un invento occidental, extremadamente liberal, capitalista y burguesa, por permitir la acumulación del capital y la explotación de las clases más desfavorecidas. Otros, la critican por ser demasiado garantistas, llenas de concesiones a las minorías, frenos a los poderes autoritarios y casi un comunismo disfrazado de institucionalidad. Estas dos concepciones me hacen pensar en que los primeros son esos que exigen una apertura democrática completa, que no titubean al plantear violaciones de derechos humanos en nombre de un régimen político y justifican cualquier represión en nombre de un proyecto político. Los segundos, instrumentalizan la democracia para volverla un objeto de dominación, pero van convirtiendo a la democracia en un caballo de batalla contra la diferencia, una dictadura de las mayorías y un Estado profundamente opresor.
Como politólogo, siempre he abogado por la necesidad de estudiar otros modelos de toma de decisión, los cuales no tienen que ser democráticos como el chino, el norcoreano o el cubano. Cada pueblo debe ser libre de escoger su forma de gobernarse, decidir qué regla darse y qué principio de organización establecer para su forma de gestión. Aunque, nosotros en occidente hemos pensado que la democracia es el mejor sistema que hemos encontrado para gobernarnos y tomar decisiones, nada justifica el uso de la violencia para imponer concepciones de organización, la democracia. El principio de autodeterminación de los pueblos y de no intervención son principios rectores de las relaciones del Sistema internacional, en este sentido deben ser respetados por todos los miembros de este mundo tan convulsionado, para garantizar la paz y la seguridad mundial.
No podemos seguir justificando al que piensa igual a nosotros. No hay justificación que valga contra una violación a los derechos humanos, la dignidad humana y las libertades fundamentales. La constitución de cada Estado deben ser una hoja de ruta que garantice la felicidad de los ciudadanos, promueva el respeto por los derechos humanos y proponga una organización estatal, un sistema político y un régimen político ajustado a la vida en cada sociedad. La ciudadanía necesita estar involucrada en los asuntos públicos y es necesario combatir las mordazas a la libertad de expresión.