La crítica duele aún más a los poderosos

“Creería uno que la verdadera prueba del poder no es la opción de enfrentar la verdad, sino el acto de evitarla a toda costa mientras se mantiene un espectáculo de ilusión.”


¿Por qué los poderosos son tan agresivos frente a las críticas? ¿Por qué señalan a los ciudadanos que, en un ejercicio ciudadano, los acusan de enemigos y los excluyen como marginales? Este documento es un recorrido personal con la intención de descubrir y auto descubrirme, desde un recorrido por las ciencias del comportamiento y algunos apuntes sobre las ideas del mundo.

Lo primero es que este ejercicio de escritura nace desde la incomodidad, el tedio y la inconformidad. Si no fuera así, ¿de dónde encontraría el tiempo y los ánimos para una tarea tan pesada? Así las cosas, miremos cómo, en nuestra condición de seres humanos, temporales y fútiles, nos incomodamos enormemente al recibir una crítica. Tenemos dificultades para escucharla; desde nuestra posición de comodidad, cuando se nos señala nuestro quehacer personal, laboral o político, somos poco receptivos y recurrimos al desprestigio y la emoción como respuesta.

¿Yo? ¿Cómo es posible? ¿Acaso me acusan? Todo es falso…

Si desde nuestra autoobservada pequeñez reaccionamos así negativamente, ahora, ¿cómo pueden reaccionar los poderosos desde sus peldaños superiores, rodeados de poder y privilegio? ¿Y cuál es la razón de estas desmedidas reacciones? Las personas que han sido dotadas de un aura de poder democrático, en ocasiones, no reciben críticas sobre su gestión o administración, pues las interpretan como falsedades sin opción al debate o la reflexión. Estos personajes han construido una verdad que les es útil y esencial a su papel de liderazgo; de ahí la razón para gastar tantos recursos públicos en grandes campañas mediáticas que intentan construir una imagen de líder eficiente y efectivo. Siguiendo la idea de Franz Boas, esta verdad se ha moldeado en función de las necesidades de su entorno político, donde la supervivencia y el éxito dependen de que su visión sea aceptada y promovida. Alrededor del poderoso se encuentra una comunidad cercana que adopta esta verdad porque les resulta conveniente y práctica; su poder y beneficios dependen de la permanencia y legitimidad de esta narrativa para este círculo cerrado.

Desde la perspectiva de Michel Foucault, esta verdad no es una realidad objetiva, sino un constructo social que sirve para consolidar el poder del individuo en cuestión. La comunidad política, al adaptarse a esta verdad, contribuye a reforzar la estructura de poder que protege sus propios intereses. Así, las críticas se convierten en amenazas directas al orden establecido, y no simplemente en desacuerdos, porque desafían no solo la visión del ser humano en el poder, sino también la estabilidad de la red de poder que lo rodea y lo sostiene.

“Verdad, interés, conveniencia y poder.”

Esta verdad, construida en función de la conveniencia y el control, se mantiene mediante la vigilancia y el rechazo activo de cualquier cuestionamiento, asegurando que la autoridad del individuo permanezca incuestionable dentro de su círculo. Y para todo aquel que se atreva a cuestionar o señalar se considerara un paria, un excluido o peor aún, un enemigo.

Y como ejemplo de lo anterior, vemos a los poderosos locales en espacios públicos y con “grandes” discursos desprestigiar y rechazar no solo los argumentos críticos, sino, peor aún, a las personas por sus condiciones, características y atributos personales (falacias ad hominem). Señalar y desprestigiar un acto tan loable como el que nace por el cuidado del interés público y del bien común es un acto que se debería reprochar por la sociedad en general.

¿Otra razón para tales respuestas y negativas a la crítica?

Desde la neurociencia y la psicología se explica por qué el cerebro tiende a preferir respuestas emocionales o automáticas frente a la reflexión crítica, especialmente cuando una persona poderosa se enfrenta a críticas. Según Daniel Kahneman, el cerebro opera bajo dos sistemas: uno rápido y emocional (Sistema 1) y otro más lento y reflexivo (Sistema 2). El primero, que requiere menos esfuerzo energético, suele predominar en situaciones cotidianas. Esto se complementa con las investigaciones de Antonio Damasio, quien señala que las emociones juegan un papel central en la toma de decisiones, actuando como atajos eficientes que evitan un consumo elevado de energía en análisis prolongados.

En el caso de un ser humano al recibir críticas, su mente podría seguir este patrón natural: al enfrentar desafíos, recurre a respuestas defensivas y emocionales que son más fáciles de procesar que una reflexión crítica profunda sobre sus acciones. Además, según la teoría del “cerebro triuno” de Paul MacLean, estas respuestas emocionales provienen de las áreas más primitivas del cerebro, orientadas a la supervivencia y a proteger su sentido de control.

Así, en lugar de cuestionar su propia «verdad» y el impacto de sus decisiones, un ser humano puede preferir mantener una narrativa conveniente que satisface su necesidad de control y estabilidad, minimizando el esfuerzo mental necesario para reconsiderar su posición.

Finalmente, las agresiones del ser humano y, más aún, de los poderosos frente a la crítica y su respuesta a marginar y excluir a quienes cuestionan su liderazgo, autoridad y gestión se transforman en un espectáculo de publicidad lleno de ironía. Creería uno que la verdadera prueba del poder no es la opción de enfrentar la verdad, sino el acto de evitarla a toda costa mientras se mantiene un espectáculo de ilusión. Estos se aferran a narrativas primitivas para enfrentar cualquier cuestionamiento, llenas de emociones, que posibiliten perpetuar los esquemas de conveniencia. Me parece fascinantemente deprimente ver cómo un gran liderazgo municipal como el del alcalde de Sabaneta se refugia en la comodidad de su propio ego y en la protección de su burbuja narrativa.

Juan Sebastián García

Abogado y deportista. Interesado en los temas públicos a nivel local y nacional, entusiasta en opinar y tomar partido. Desde Sabaneta, Antioquia.

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