La Computación Cuántica: ¿El Futuro o un Espejismo con Fecha de Caducidad?

Entre el asombro, el ensayo y el horror (no es un error) en un laboratorio frío y silencioso, donde los átomos bailan al ritmo de las leyes cuánticas, se gesta lo que algunos llaman “la próxima revolución” y otros, una bomba de tiempo existencial. La Matemática y escritora Hannah Fry, nos adentra aun mundo aparentemente fascinante, en un documental: La carrera por explotar el poder de la computación cuántica, nos arrastra entre el entusiasmo por un futuro de soluciones milagrosas y el vértigo de un abismo lleno de interrogantes. ¿Avanzamos hacia un Edén tecnológico o corremos, ciegos, hacia una distopía donde solo unos cuantos controlan las reglas del juego?

El espejismo de la “omnipotencia tecnológica” pinta un lienzo seductor: computadoras cuánticas resolviendo el cambio climático en horas, diseñando fármacos personalizados o descifrando los secretos del universo. La investigadora Hannah no niega el potencial, pero sí expone la ironía de un discurso que suena a marketing de startups: mucho ruido sobre “revoluciones”, pero pocas respuestas sobre quién pagará el precio de este progreso. De qué sirve curar el cáncer con algoritmos cuánticos si su acceso estará secuestrado por conglomerados que priorizan ganancias sobre vidas.

Sin embargo, en los términos de la Geopolítica del Qubit y la idea de establecer un nuevo colonialismo, el tono del documental se vuelve cáustico. Estados Unidos, China y gigantes como Google o IBM compiten en una carrera que recuerda a la fiebre del oro, pero con laboratorios ultrasecretos en lugar de picos y palas. La Dra. Hannah advierte: esta “guerra fría cuántica” no solo define quién lidera la tecnología, sino quién reescribe las reglas del poder global. Imaginen un mundo donde un país —o una corporación— controle sistemas capaces de descifrar cualquier contraseña o manipular mercados en segundos. El guion parece sacado de “Black Mirror”, pero los prototipos avanzan a pasos agigantados para dar cuenta de su existencia.

Aquí de vuelta en el dilema ético, se pregunta uno, si esto es ¿Progreso o Caos Controlado? El momento más incómodo del documental llega cuando, la Dra. Hannah muestra cómo un algoritmo cuántico podría quebrar la encriptación RSA, pilar de la seguridad digital. “Sería como dejar las llaves de todas las cárceles del mundo en manos de un niño con un imán”, dice, con una sonrisa amarga. La promesa de un internet “más seguro” gracias a la criptografía cuántica choca con la realidad: mientras los Estados invierten en armas cuánticas, ciudadanos y empresas menores siguen usando candados que pronto serán obsoletos.

No es difícil adivinar el final de esta historia: una élite tecnológica con herramientas cuánticas y el resto del mundo usando “tecnología de ayer”. Dra. Hannah señala un detalle incómodo: los países en desarrollo ni siquiera son espectadores en esta carrera, sino meros territorios por conquistar. ¿Dónde quedaría la privacidad, la economía o la autonomía política de naciones que dependen de sistemas vulnerables a un ataque cuántico? La utopía prometida huele a colonialismo 2.0.

Ante este panorama, parece que solo queda, saltar al vacío o tejer redes de contención ¡La reflexión es urgente! La computación cuántica no es un monstruo por evitar, pero tampoco un dios al que adorar sin cuestionar. Necesitamos, como sugiere la Dra. Hannah, tres antídotos:

– Tratados internacionales que regulen su uso, como se hizo con las armas nucleares.

– Inversión pública en educación y acceso, para que la tecnología no sea un lujo de pocos.

– Ética con dientes: comisiones independientes que auditen algoritmos y eviten que el poder cuántico se convierta en un arma.

El documental termina con una imagen perturbadora: un reloj contando hacia atrás. No es el tiempo de la tecnología lo que se agota, sino nuestra capacidad para decidir si seremos sus dueños o sus rehenes. El cuestionamiento al que nos debemos; no es cuándo llegará la computación cuántica, sino, si estaremos preparados para manejar su poder sin destruirnos en el intento. Después de todo, como bien dice la Investigadora Hannah: “La historia no juzgará nuestra inteligencia, sino nuestra sabiduría”.

¿Estamos a tiempo de elegir la segunda?.

Andrés David Arana Gutiérrez

Investigador Académico, consultor y asesor en temas relacionados con Geopolítica y Geojurídica Digital e Inteligencia artificial. Columnista y articulista de medios escritos digitales nacionales e internacionales. 

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