“La mejor opción para tu futuro”, “Formando agentes de cambio”, “Descubre lo grande que eres”, “Transforma tu mundo”, “Construimos nación desde la región”, “Formando ganadores”. Estos son algunos de los lemas que tienen diversas universidades en el continente, ¿Pero esto realmente se cumple? ¿Va de la mano con una educación en donde se enseñe a servir?
Como colombiana y universitaria, he percibido a lo largo del tiempo rivalidades entre las universidades y sus estudiantes, algo que ocurre en muchísimos lugares y que es natural que pase. Los seres humanos siempre están en una constante comparación con lo que otros hacen, sin embargo, existen universitarios con complejos de superioridad, como resultado de la educación que dentro de estas instituciones han recibido.
Según la RAE (Real Academia Española), la competitividad es la rivalidad para la consecución de un fin. A pesar de que mi carrera está ligada a las humanidades y ciencias sociales, no deja de percibirse una competencia entre los que la estudian. Sé por amigos y conocidos que he tenido, que en muchas universidades – aclaro, no en todas – la competitividad está más presente en carreras económicas, de ingenierías e incluso de salud, en donde a los estudiantes se les enseñan diversos conceptos, más no se les enseña la importancia que tienen las personas en una sociedad, con las cuales, pueden como profesionales trabajar de manera conjunta y así, solucionar problemáticas que afectan comunidades.
Muchos estudiantes universitarios, sueñan con llegar a cargos importantes, tal vez en multinacionales, bancos, ministerios, clínicas, industrias y constructoras, entre otros lugares. Este tipo de sueños no están mal, creo que muchos en algún momento hemos querido sentirnos importantes y alcanzar cierto reconocimiento. Sin embargo, el problema radica en el tipo de educación que imparten las universidades, nos enseñan a competir, a ser egoístas, a que tenemos que trabajar de forma individual por la consecución de objetivos, a brillar de manera solitaria, llevándonos todo el reconocimiento sobre algo, y a pensar en el éxito como el fin que nos brindará una felicidad absoluta, cuando no es así.
Pienso que sí, que las universidades deben darnos unas herramientas y saberes para enfrentarnos al mundo laboral, pero al mismo tiempo, deben brindarnos una educación con una mirada humanística, en donde existan unos valores y principios humanos que nos permitan ver a los otros como un complemento, con quienes vamos a poder generar cambios positivos en la sociedad que beneficien al colectivo de forma real. Así lograremos ser verdaderos agentes de cambio, conscientes de nuestras realidades, para transformar nuestras regiones y países por vocación, y no por un interés lucrativo.
Si entendemos que sirviendo a los demás podemos ser unos mejores ciudadanos, y si esto se nos inculca desde las aulas de clase en las universidades, podremos comprender que el éxito y la competitividad no deben estar por encima del semejante.
Con pequeñas acciones en nuestro entorno inmediato, podremos generar grandes transformaciones.