Desde la concepción de una estructura cerrada y confinada, diseñada en comienzo para vigilar y castigar según Michael Foucault, hemos evolucionado hacia una arquitectura de libertad coaccionada, planteada por Byung-Chul Han. Un nuevo paradigma, que se desenvuelve en un espacio abierto donde se explota la libertad individual, una idea que Gilles Deleuze también aborda al preguntarse nuevamente por el dispositivo, ese compuesto por un panóptico, que bien en su forma física o digital, cerrado o abierto, mantiene intacta su función esencial: controlar cada movimiento y acción que hacen las personas sin que estas perciban su estado de vigilancia y control permanente, tal como lo imaginara y concibiera Jeremías Bentham.
Este cambio de paradigma se evidencia en la transición de una garita elevada en el centro de una prisión dispuesta de forma circular, controlada por la presencia o no de un vigilante oculto tras un vidrio, a ciudades hiper-vigiladas por cámaras que de manera orgánica se integran en el mobiliario urbano, dispositivos que, bajo la promesa de seguridad, registran al mejor estilo de Big Brother la totalidad de la vida cotidiana de las personas, almacenando y analizando datos que revelan sus movimientos, preferencias, rutinas e incluso aspectos más íntimos y oscuros. Centros de monitoreo gestionados por algoritmos, alimentan inteligencias artificiales que identifican en tiempo real cualquier comportamiento que pudiese ser utilizado para el perfilamiento adelantado a cada persona. Así, la inteligencia artificial siempre tiene la certeza sobre quién es la persona, dónde debería estar, cómo caracterizarla y reconocerla, una visión que Bentham o Foucault sin la tecnología actual ya habían anticipado.
Con las puertas abiertas los hombres disponen su vida -cada vez menos privada- en dispositivos digitales, un Quantified Self, en el cual y sin tener que escribir o incluso ser consciente de ello, se entrega -entre otras muchas cosas- data sobre su salud; ritmo cardiaco, saturación, niveles de azúcar, la actividad física realizada o picos de sedentarismo, información a través de la cual se construye por un ente externo un guion distinto para cada uno de los sujetos, una suerte de esfera creada por Cristo y actuada por miles de Truman que por miedo al mar y sus tormentas se mantienen fieles a un libreto que le dice qué, cuánto, a qué horas y con qué dosis consumir lo aconsejado. ¡lo que sea por la salud!
De manera ingenua, y bajo una perspectiva tecno-optimista, los seres humanos son dirigidos hacia nuevas ciudades, verdaderas cavernas platónicas, donde, debido a un desconocimiento total de la realidad, solo perciben sombras y espejismos que les impiden ver cómo sus vidas están siendo moldeadas por otros, ya sean Humanos o máquinas, o como lo sugiere Javier Echeverría “por entidades que ahora poseen un conocimiento de nosotros, los Humanos, incluso mayor al que tenemos de nosotros mismos”.
¿Acaso poseemos algún conocimiento de nosotros mismos?
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