“Lo que he notado últimamente, es que la ciudad se ha convertido en un basurero. Veo basura en cada esquina, colillas de cigarrillos en todos los andenes, escombros, residuos de basura siendo escarbados por buitres y ratas que se atreven a salir incluso a la luz del día. Veo ríos de agua fétida y sucia que se estanca en los huecos – que por cierto cada vez parecen existir más. En conclusión, parece como si hubiésemos dado la espalda a la limpieza y la pulcritud que históricamente ha caracterizado a la ciudad”.
Me gusta caminar por la ciudad. Es una actividad que disfruto sin prisa y por completo ocio, lo hago en las mañanas o en las tardes, lo cierto es que siempre me doy la oportunidad para contemplar y observar a medida que avanzo en el camino y lo que he notado últimamente, es que la ciudad se ha convertido en un basurero. Veo basura en cada esquina, colillas de cigarrillos en todos los andenes, escombros, residuos de basura siendo escarbados por buitres y ratas que se atreven a salir incluso a la luz del día. Veo ríos de agua fétida y sucia que se estanca en los huecos – que por cierto cada vez parecen existir más. En conclusión, parece como si hubiésemos dado la espalda a la limpieza y la pulcritud que históricamente ha caracterizado a la ciudad.
Medellín ha tenido muchos apodos, y quizá el más llamativa para efectos de estas palabras es la de Tacita de Plata. El apodo hace referencia a la limpieza de la ciudad y es cierto, muchas veces he escuchado decir a extranjeros y visitantes de otras ciudades del país, que Medellín es una ciudad bastante limpia. Ahora mi preocupación es que estamos dejando que la basura nos tome ventaja.
Existen dos perspectivas que veo para opinar frente a esta problemática. Por un lado, estamos quienes producimos basuras y por el otro quienes se encargan de ellas. Quienes producimos basura debemos ser conscientes de la importancia que tiene la separación de basuras, es decir la práctica que todos podemos comenzar a realizar para aportar al reciclaje y a la reutilización de los materiales- aquí vale la pena mencionar la tendencia creciente de la economía circular para ayudar a acelerar esta práctica. Además de lo anterior, y quizá más importante aún es que debemos ser críticos y conscientes de nuestros hábitos de consumo. Estamos acostumbrados a consumir en volumen, a recibir lo que compramos en paquetes, bolsas, en cajas llenas de poliestireno y plástico que supone protección para lo material. ¿Vale la pena proteger lo material con materiales que contaminan y tardan en degradarse? Acá la crítica y el cuestionamiento es tanto para las empresas que producen y empacan como a nosotros, quienes como consumidores con nuestra decisión de compra podemos ejercer influencia en el mercado y demandar cambios en estas prácticas y procesos industriales.
Del otro lado, están los honorables seres dignos de admiración y respeto. Es decir, los recicladores o recuperadores de aquello que se puede rescatar. Asimismo, están las entidades como EmVarias e incluso algunas empresas privadas que están en el negocio del reciclaje y reutilización de materiales. Para estos actores solo tengo cuestionamientos. En el caso de EmVarias ¿Han cambiado la frecuencia de recolección de basuras? Si es así y han disminuido ¿Obedece a temas de austeridad económica como consecuencia de la pandemia y por ende podría decirse que es temporal? Si no es así ¿Qué entonces se está haciendo para evitar que la ciudad se pierda entre basura? En el caso de las empresas privadas ¿De qué manera pueden acelerarse la incorporación de hábitos que aporten a la economía circular? ¿Cómo participa el sector público, la academia? ¿Cómo se puede integrar proceso de innovación para aprovechar y reutilizar al máximo lo que se extrae de la basura recolectada? ¿Están los incentivos y modelos de utilidad adecuados para sacar provecho económico de esta actividad y por ende pensar en la escalabilidad y ampliación de operaciones? A los humildes recicladores ¿Cómo más podemos aportarles? ¿Qué garantías tienen en sus labores? Y ¿Cómo se puede garantizar la continuidad de sus labores en el tiempo?
En fin, la basura no habla, pero dice mucho de la ciudad. Es un reflejo quizá de lo que tenemos dentro como ciudadanos. Por eso es importante reflexionar y comenzar a tomar acciones. El llamado es a responder a una pregunta sencilla ¿Cómo podemos en comunidad mejorar nuestra relación con la basura de la ciudad? Una vez nos demos la oportunidad de dialogar en el plano social de la problemática, de tejer acuerdos y trabajar conjuntamente por un mismo fin, podremos sentirnos orgullosos de haber aportado a mantener aquel apodo que nos ha caracterizado de ser La Tacita de Plata sino será hora de lanzar un concurso de ciudad (entiéndase la ironía) para llegar a un nuevo apodo que refleje la triste realidad a la que llegaremos si no tomamos medidas para contrarrestar la situación actual.
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