Aunque soy bogotano y quiero mucho a mi ciudad, como quiero a mis recuerdos y las cosas que ahí aprendí, reconozco que en varios de los debates que se dan a nivel nacional el efecto Bogotá distorsiona las reflexiones «nacionales», quizás porque muchos de los debates nacionales no deberían ser tan agregados.
El comercio internacional es uno de esos debates en que las comparaciones promedio a nivel nacional no ayudan a desarrollar o comprender la dinámica de comercio internacional. Ahora viviendo en La Ceja puedo entender mucho mejor que si bien a Colombia, usando promedios de infraestructura, le faltan muchas cosas, existen regiones que están completamente ocultas en esas comparaciones.
Empiezo por ejemplo con Medellín que está mucho mejor posicionada que Bogotá para los temas de comercio internacional. Mientras que Bogotá está a 33 horas de Barranquilla, Medellín está a 24. Y mientras que Bogotá está a 18 horas de Buenaventura, Medellín está a 15. Incluso con la Ruta del Sol que facilita el comercio internacional para Bogotá conectando con el Valle del Magdalena, Medellín tiene mejor ubicación. Además ahora que Barrancabermeja se convierte en puerto internacional aprovechando la navegabilidad fluvial las posibilidades de intercambio global desde Medellín aumentan.
Y en las comparaciones con otras ciudades la cosa sigue siendo mejor para Medellín. Bucaramanga puede estar más cerca de Barranquilla o Barrancabermeja pero no de Buenaventura. Y al revés con Cali que esta «al lado» de Buenaventura pero distante de Barranquilla o Barrancabermeja. Siendo todo lo anterior cierto, todavía sorprende que dentro de la cultura empresarial antioqueña sobreviva la «sustitución de importaciones» dónde el principal rezago que he percibido es poner tanto énfasis en que hay una autopista Bogotá-Medellín cuando en Bogotá hace rato dejaron de llamar la antigua autopista Medellín a la Ruta del Sol.
Pero eso mismo que le pasa a Medellin a nivel nacional le pasa a La Ceja a nivel regional. Una de las cosas que más me ha sorprendido en el desarrollo de las reflexiones sobre Aerotropolis del Oriente Antioqueño es descubrir la proporción que tienen las exportaciones en la economía cejeña. Según el concepto económico de la Cámara de Comercio del Oriente Antioqueño del 2015 las exportaciones representan alrededor del 53% del PIB de La Ceja, muy adelante de cualquier otro municipio de la región. Marinilla y Guarne le siguen con un importante 23%, y siendo Antioquia uno de los departamentos con mayor nivel de exportaciones muy probablemente La Ceja también este bastante arriba del promedio nacional.
De hecho creería que con ese nivel de exportaciones lo pertinente sería comparar a La Ceja con las Zonas Francas aunque no tengan el mismo tratamiento tributario. Incluso podría pensarse que como incentivo territorial a nivel nacional si un municipio lograra cierto nivel de exportaciones sin ningún tratamiento especial pudieran entonces tramitar alguna modalidad aduanera para apalancar aún más la vocación que estarían desarrollando.
En los últimos años en el Oriente Antioqueño se está desarrollando una dinámica económica importante producto de una transformación inmobiliaria entre el Valle de Aburrá y el Valle de San Nicolas, vivir cerca al aeropuerto siempre tiene más sentido para quienes tienen responsabilidades directivas en las Multilatinas paisas o quienes tienen el reto de profundizar relaciones comerciales internacionales de exportación o importación con los diferentes sectores empresariales antioqueños. Además de la mano de obra que se va jalonando en los proyectos industriales que quieren potenciarse logísticamente con la cercanía al Jose María Cordova.
Sin embargo aunque en La Ceja se vive ese impulso inmobiliario, claramente el grueso de su dinámica económica está enmarcado en un entronque exportador mucho más relevante. El 53% del PIB es exportador pero gran parte del otro 47% vive de producir bienes y servicios precisamente para ese 53%, por lo tanto el impacto económico, social y cultural de las exportaciones es mucho mayor. Así se siente precisamente cuando uno conversa con los habitantes de La Ceja sobre los movimientos del dólar porque parecieran estar más enterados del tema que el mismo ministro de Hacienda.
De hecho esa relación que se da en La Ceja entre el porcentaje que interactua con las exportaciones y las redes de proveedores que los soportan podría explicar el que fuera el segundo municipio en número de matrículas comerciales: 3.329, el 12% de la región. La densidad comercial es superior incluso a municipios de población comparable como Carmen de Viboral aunque pueda darse porque Rionegro atraería con mayor fuerza a los emprendedores de los municipios vecinos y el factor proximidad también afectara en ese caso. Carmen de Viboral estaría muy cerca y La Ceja suficientemente lejos.
Integrando esas dos condiciones: intensidad exportadora y densidad comercial, se tendrían las condiciones para desarrollar desde La Ceja una especie de capital agroexportadora del Oriente Antioqueño intersectando la cuenca agroindustrial, alimenticia y forestal que iría desde El Retiro hasta Sonsón y que combinaría la diversidad productiva de las subregiones del Altiplano y de los Paramos.
La Ceja está lo suficientemente cerca del aeropuerto internacional para desarrollar profundamente sus exportaciones y lo suficientemente lejos para que dichas exportaciones provengan de un sector rural cada vez mejor gestionado. El desafío empieza primero por reflexionar sobre esa realidad tan particular de ser un pueblo tan exportador, un tema que quizás sea muy “natural” o cotidiano para quienes han vivido ahí “toda la vida” o quienes la han visitado “toda la vida” pero para quienes llegamos de otros lugares nos ofrece un contraste muy prometedor.