“la cárcel fabrica delincuentes porque ese es su objetivo”
En el averno de nuestras pesadillas está la imagen de la cárcel; un lugar oscuro, húmedo, custodiado por violencia, indeseable, contando los días que pasan y los que faltan. “Apenas van 2, faltan 26.”
La comida en el piso, en bolsas, no tan lejos como se quisiera de las bolsas donde se van tirando las heces. Todo en un mismo espacio, donde apenas se duerme y pasa el día contra una pared de piedra.
Así nos imaginamos la cárcel pero esas son las condiciones en las que cientos de mineros están atrapados en minas ilegales explotadas por el Clan del Golfo. En la mayoría de casos campesinos que hacían minería de manera artesanal y rudimentaria y quienes fueron objetivo primario de los grupos armados al llegar a sus pueblos.
Para Foucault, la cárcel fabrica delincuentes porque ese es su objetivo, pero más profundamente la cárcel produce ilegalismos que son “prácticas heterogéneas y plurales que se desarrollan al margen de la ley o en franca oposición a ella”. Una auténtica cárcel con trabajos forzados – como muchos en Twitter quisieran para los presos – es la que sufren estas personas, sin Dios ni Ley más que la violencia y el oro que extraen de las montañas para beneficio y riqueza de quienes les apuntan con las armas.
Recuperar las minas del Estado bajo el control de estos grupos inevitablemente nos lleva a preguntarnos qué hacer con todas estas personas y si llevarlos a otra cárcel cambiará sus destinos. Aquí reside precisamente el derecho penal y la resocialización, pues a estos hombres y mujeres lo mejor que podemos ofrecer como sociedad es una oportunidad de construir un proyecto de vida, llevarlos a hacerse cargo y responsables de su daño a la naturaleza y la comunidad, haciéndose cargo del daño que han sufrido ellos mismos y que han infligido, por una u otra razón, a quienes más quieren. La violencia solo ha llevado a más violencia.
Nos imaginamos granjas, minas formales, pequeñas empresas y proyectos productivos; nos pensamos desde un nuevo lugar par darles (y darnos) la oportunidad de un futuro distinto.
Una vez más, pedimos por Buriticá y todo Antioquia.
Nota al pie: Juan Álvarez publicó recientemente con Penguin Random House la novela de no ficción “Recuperar tu nombre”, cuenta la historia de un absurdo judicial, el encarcelamiento de su padre y lo que ha sido navegar esas aguas. Recomendado a propósito del tema de hoy.
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