La banalidad del bien…

“Gitana”; “espero que te hayan violado…”; “espero que te violen cuatro negros…”

Estas fueron algunas de las expresiones lanzadas por ciudadanos italianos contra Carola Rackete, la capitana de un barco de una ONG Alemana (Sea Watch) que desafió las leyes italianas y desembarcó en el puerto de Lampedusa con más de 40 inmigrantes provenientes de las costas Libias.

 

En su libro “Eichmann en Jerusalén”, Hannah Arendt acuñó desde el subtítulo la expresión “banalidad del mal”, una frase que podría significar la indiferencia de muchos frente al daño causado a otros, en otras palabras, el sentimiento de tranquilidad de un individuo que, como Eichmann (encargado de la denominada solución final que acabó con la vida de millones de personas durante la segunda guerra mundial), dice haber actuado bajo las reglas de un sistema legal, razón por la cual no se preocupaba por reflexionar sobre sus acciones o las consecuencias de ellas. 

Sin embargo, actualmente parece que esa sentencia se ha transformado y frente a hechos como los ocurridos en las costas italianas (rescate de inmigrantes), y otros que pasan a diario en el mundo, sólo queda afirmar que lo que vivimos en realidad es una “banalidad del bien”, pues al parecer lo que para unos es considerado un acto de misericordia y humanidad, para otros, como el ministro italiano del interior Matteo Salvini, es “un acto de guerra” cometido por una “mujer alemana, rica y blanca”.

Así las cosas, no puede uno dejar de pensar que la indolencia es una de las enfermedades del siglo XXI, pues mientras que miles de africanos y centroamericanos mueren o son tratados como mercancías al buscar cumplir el “sueño” europeo o americano, la mayoría de los medios de comunicación replican y convierten en titulares las ofensas proferidas por decenas de italianos contra la capitana Rackete, en vez de hacer virales las historias trágicas de los millones de náufragos y refugiados del mundo, esos “nadies”, como los llamara Eduardo Galeano, a quienes la heroicidad de una mujer alemana les brindó una nueva oportunidad en la vida. 

Tal vez sea hora de cambiar el “chip” y tratar de movilizar en el mundo sentimientos de mayor solidaridad y de menos xenofobia; pero como al parecer las cosas no van tomando el rumbo deseado, el autor de esta columna de opinión se suscribe entonces a las palabras del filósofo italiano Gianni Vattimo, quien en una de sus últimas entrevistas sentenció: “espero morir antes de que reviente todo”. 

Mauricio Albeiro Montoya Vásquez

Docente e investigador. Coordinador del proyecto de escritura “100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano”. Fue reconocido en 2012 con la beca Jóvenes Investigadores de la Universidad de Valencia (España). Ha sido docente de diferentes universidades de Medellín e invitado como conferencista tanto en Colombia como en el extranjero.