“Cuando no me hallo, me alejo.
No puedes vivir tan cómodo entre hipócritas sin ser uno de ellos.
Invierto en vinilos como apartamentos
Si te digo que eso no me aparta miento
Cada cuanto tengo que decir de dónde vengo
Nací de pie, aunque solo te hable de cómo me siento.”
Gambeta- Ronaldnihno y Ronaldo.
Todos los seres humanos desarrollamos formas únicas de enfrentar la realidad, mecanismos con los que buscamos protegernos de sus golpes. Recreamos, poco a poco, nuestra zona de confort y nos mecemos entre ella y ese territorio incierto pero revelador: la zona del miedo. Como Skadi y Sol en su eterna danza, nos movemos entre la comodidad y el crecimiento.
He comprendido que mis mecanismos de defensa están presentes justo ahí, en esa primera línea: he tendido a evadir la realidad, a resistirme a las lecciones que la vida tiene para darme. Sin embargo, es ella misma —la vida— quien termina por confrontarme y enseñarme, empujándome a crecer, a evolucionar.
La manera en como esos mecanismos de defensa van desapareciendo es dejar que la danza entre la zona de miedo y la zona de confort fluya de manera natural en nuestro crecimiento y de igual forma ir viendo como los seres queridos a nuestro alrededor van bailando de manera constante.
Esta danza, a nuestro propio ritmo, nos define. Nos otorga autenticidad en medio del caos. Y digo “caos” porque muchas personas intentan bailar al ritmo de las masas o de quienes representan un ideal impuesto. Ahí es donde interpreto la hipocresía: como la renunca a la propia identidad por miedo a danzar en solitario. La hipocresía es, en esencia, una pérdida constante del ser.
Para no caer en esa danza hipnótica, es necesario forjar nuestra identidad. Sé que no es fácil —es un proceso largo que empieza desde la infancia y se extiende, al menos, hasta la juventud—. Pero cuando se logra, uno puede decidir en qué invertir su tiempo, su dinero, su energía. Algunos elegimos libros; otros, vinilos para crear su música, como el maestro Gambeta; y otros, la propiedad raíz como forma de construir seguridad. No hay error en elegir la forma en que se quiere bailar; lo erróneo es dejarse arrastrar por la danza ajena y olvidar la propia.
Mi danza está hecha de muchos estímulos y señales. Uno de ellos es la escritura: a través de ella vuelvo a mis orígenes, a mi emocionalidad, a mi autenticidad. Siempre, sin importar el tema, termino escribiendo sobre mi esencia. Porque eso es lo que me hace ser, la búsqueda constante y ansiosa de saber quien soy.
¿Y a ti? ¿Qué te hace ser? ¿Quién eres? ¿Qué es eso que aún te sorprende en este mundo infame, y al mismo tiempo le da sentido? ¿Qué mecanismos determinan tu danza autentica o si por el contrario prefieres dejarte llevar por la danza externa e incierta?
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