Hay quienes defienden el alza del ACPM, señalando arbitrariamente que esa medida no afectará en nada a los menos favorecidos, que solo tendrá repercusiones sobre los dueños de los tractocamiones.
Aquellas personas que justifican el alza del ACPM, ya sea por desconocimiento del impacto socioeconómico que esta medida genera o, quizás, por la afinidad ideológica que tienen con el gobierno nacional, la cual les está nublando e imposibilitando ver la realidad, sería bueno recordarles que, si el precio del ACPM sube de manera tan abrupta, esto afectará de manera directa al campo colombiano.
Para quienes desconocen o, por necedad, defienden lo indefendible: los tractores se tanquean con ese tipo de combustible.
A la fecha, una hectárea mecanizada (arada y rastrillada) le cuesta al campesino $600,000, esto con un costo promedio de $11,500 pesos por galón de ACPM. Con el incremento que propone el gobierno, el galón pasaría a costar aproximadamente $15,500, sin mencionar el aumento de los insumos y herramientas debido al alza en los fletes.
Lo que parecería una medida insignificante se convertiría en un desaliento para nuestros pequeños productores, quienes ya vienen luchando con innumerables dificultades como el mal estado de las vías rurales, la seguridad y el poco o nulo apoyo estatal para fortalecer la actividad agropecuaria.
Los transportadores no son los únicos que se verían afectados con el incremento del ACPM; el campo recibiría una daga directa al corazón, hiriendo de gravedad e imposibilitando una mayor productividad y rentabilidad en el sector rural.
Sin mencionar el encarecimiento de los productos de la canasta familiar, el transporte público y otros productos y materias primas que transportan los camioneros.
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