Emulando un poco a César Augusto Londoño, periodista deportivo quien al cierre de su sección en un noticiero nacional, y conocido el asesinato de Jaime Garzón, se hizo célebre por llamar a nuestra Colombia, «país de mierda». Muchos esperaban que sus jefes lo despedirían, y no fué así, de manera que con ese antecedente pido permiso a Al Poniente, para decir de nuestra justicia: «Justicia de popó», no sin antes argumentar, y admitir que la desazón moral me puede más que la razón por un titular en medios digitales de que la Corte Suprema habría ordenado la libertad de alguien que fácilmente pasa de guerrillero a narcotraficante, y con la mira puesta en una silla como Congresista.
Sí…ya me convencí: en este país estuvimos equivocados los que nos resolvimos por hacer el bien, por cuidar el medio ambiente, por respetar los derechos de los demás…estuvimos equivocados los que nos resolvimos por no hacerle trampa al estado, por aportar fiscalmente con los impuestos, y por participar en todos los certámenes democráticos, estuvimos equivocados los que acatamos y respetamos la autoridad.
Que siga esa «Justicia de popó» llenando las cárceles de jíbaros estrato 1, mientras aquellos, los que sí se benefician del narcotráfico se erigen en ‘padres de la patria».
Siga «Justicia de popó» alimentando centros penitenciarios de gentes que se orinan en la calle o que venden empanadas para subsistir, mientras a los «cuello blanco» que se roban buena parte de nuestra contribución fiscal, cuando más, les dan su mansión por cárcel.
La lección ya la estamos aprendiendo. Hubiéramos sabido desde principio de fundación de la república que ante las leyes algunos pocos seríamos iguales, y entonces el accionar de muchos que hoy nos reconocemos equivocados, hubiese sido otro.
A muchos les aterra el término «constituyente», y a mí en cambio me gusta. Las cosas para arreglarlas hay qué dañarlas, y después del accionar de hoy de esta «Justicia de popó», que ordenó la libertad de ese prohombre llamado Santrich para convertirlo en parlamentario, haré fuerza porque este país sea capaz de repensarse, para volverle a creer, comenzando por su desprestigiada justicia, a la que llamo «de popó»
Algo no está marchando bien para que los colombianos no le creamos a la Justicia, y por tanto no la respetemos.
Fuera de lugar: me perdí hace rato con tantos amigos, conocidos, o gomosos de redes sociales que hablan del perdón, del amor, de la reconciliación de los colombianos con guerrilleros y paramilitares, y a renglón seguido no le perdonan a un hombre que se constituyó hace casi dos décadas en el líder más importante de este país, y no nos perdonan a más o menos la mitad de los colombianos que seguimos sus tesis y postulados. Allá ellos.