Pero luego del fin de semana, cuando el gobierno ya había derramado mermelada sobre toda la tostada, a altas horas de la noche de este lunes, mientras la mayoría dormía, el Senado dio luz verde al nefasto sistema de justicia que promete penar a militares y civiles, al tiempo que absuelve a los más despreciables criminales que la nación haya padecido en toda su historia. Los partidos políticos hambrientos de contratos, empezando por el mío; el Conservador, cedieron ante los intereses de las Farc y Santos. Lo propio hizo el del saliente vicepresidente Germán Vargas, quien aun con todos los reparos que le había hecho a este proceso y en especial a la JEP, como buen politiquero sopesó sus intereses particulares y sin algún arresto dubitativo se decidió por apoyar lo que con tanto énfasis había rechazado.
Vargas Lleras ya no puede salir a decir que no se bañó con el agua sucia que percude a este gobierno, tampoco podrá seguir aplicando su estrategia de desmarque a los innumerables desaciertos que manchan la administración de Juan Manuel Santos. La noticia de que a la campaña de Santos en 2010 entraron dineros provenientes de la cuestionada multinacional Odebrecht, exacerba los ánimos del país que parece haber retrocedido a la época del 8.000, cuando Samper dijo que todo había sido a sus espaldas. Santos que jamás ha estado dispuesto a perder el título del peor mandatario de la historia, resolvió decir que apenas se estaba enterando de lo sucedido en su primera campaña a la presidencia.
Recordamos que durante ese oprobioso lapso el asesinado estadista Álvaro Gómez Hurtado sostenía que el gobierno no se caía, pero tampoco se podía quedar. Hoy, ante los ignominiosos acontecimientos le decimos al Presidente de la República que no se puede quedar. El precandidato a la presidencia Oscar Iván Zuluaga ante los señalamientos que se le endilgaron decidió dar un paso al costado. El doctor Santos tiene en esta, la oportunidad de reivindicarse o definitivamente sumergirse en una vorágine sin salida.
Después de esta cuasi-digresión volvemos al tema central que nos ocupa; la Jurisdicción Especial para las Farc; cundida de inocuos elementos que denunciamos durante la pantomima de La Habana y luego recalcamos en la campaña por el plebiscito. Empecemos por decir que nadie que haya asistido a unos cursos básicos de Derecho puede admitir que un sistema adverso de justicia pueda significar más que aquel que rige por mandato de la Constitución, elaborada por el constituyente derivado y aprobada por el constituyente primario.
Otra para los estudiosos del Derecho: un principio elemental del derecho es que la pena que se le imponga al sentenciado sea conforme a leyes preexistentes (ex ante) y no (ex post) tal como lo consagra la Constitución Política en su artículo 29 y el Código Penal en el artículo 6º. Estos mismos, también exigen como principio elemental que el juicio sea llevado por Tribunal competente, pero aquí resulta que los magistrados serán escogidos por cinco sujetos, entre los cuales se encuentran tres extranjeros; un peruano amigo de sendero luminoso, un argentino amigo de los montoneros y un español amigo de la ETA. ¡Podrá ser eso admisible! Entregamos nuestra soberanía al estilo de una colonia sumisa ante el imperio que la gobierna.
Esta dañina Jurisdicción elimina la extradición de los bandidos de las Farc, le temen tanto a este proceso como sus socios de la cocaína Escobar, Gacha, Leder y compañía. Y mientras tanto el país nadando en coca.
Las Farc se darán sus propias leyes, ademas se crea una Fiscalía paralela con la que se investigarán a todos aquellos que no sean del agrado de los guerrilleros. Se preguntaran ustedes ¿y no hay nadie que nos defienda? con dolor profundo debo contarles que nuestros militares hacen fila bajo la suplica de que se les tenga consideración en el nuevo esperpento de justicia aprobado. Ya lo decía Lenin: ellos nos venden la soga con la que los vamos a ahorcar.
Dios nos tenga de su mano.