No es sino ser un asiduo lector de algunos periódicos y revistas nacionales y regionales para darse cuenta de una doble moral frente a su público, pues de un lado presentan una línea editorial perfumada de posiciones muy altruistas, y coherentes con el legado que dio origen al medio, pero de manera alterna contemplan un batallón de columnistas estratégicamente ubicados en días distintos de la semana para encorar de manera asincrónica los mismos trinos, configurando para ello un mar de mentiras a partir de una taza de verdades, solo con el propósito de destruir y desprestigiar a personas, familias, grupos políticos y hasta empresas que les resultan incómodas a esos escritores, pero también al director o directora del medio.
El cuentico barato de que las opiniones de los columnistas son su responsabilidad, y para nada comprometen la línea editorial puede ser cierto, pero hasta qué punto, si es que muchos quedamos confundidos porque con la autoridad moral que se abrogan prestigiosos y centenarios periódicos llaman a la sociedad a ser tolerante, a debatir con altura, a respetar debidos procesos, a utilizar canales institucionales, a denunciar ante las autoridades, a unirse a causas nobles, y páginas adelante patrocinados columnistas sistemáticamente enfilan sus baterías para socializar odios y resentimientos personales, haciendo juicios sin pruebas, calumniando y lo peor, sin que los protagonistas de sus columnas tengan siquiera derecho a la apelación.
Algo no anda bien en algunos -no todos- medios escritos. Si crecieron y han permanecido es porque hay reconocimiento social a su labor, es porque han tenido gerencia y dirección, además de compromiso de todo su recurso humano. No es limitar el derecho de expresión de la gente lo que se pide, es a que la mesura en los columnistas sea una incondicional para que su opinión tenga en el medio el mejor escenario de reproducción, y que por sobre todo, la honra de la gente no sea mancillada denodada y descaradamente con la anuencia de los directores.
Antes de retirarme: en Balboa (Risaralda), la “Corporación Dejando Huellas” entidad privada sin ánimo de lucro, pero sin ánimo de pérdida se quedó sin recursos para dar alimento y medicinas a 30 perritos callejeros…ahora mismo adelantan diligencias ante la alcaldía, pues entienden que el Estado tiene responsabilidad en el tema. Estaremos muy pendientes, para aplaudir o denunciar lo que se haga u omita por parte del Municipio como entidad territorial.