James, hasta los 50

El sábado, antes de nuestra final contra Argentina, ocurrió un acontecimiento particular. Estaba en mi cita con el barbero cuando un niño de unos ocho años llegó con su padre para cortarse el cabello. Escuché a su papá decir enfáticamente: «Déjelo bien rasurado, hoy se va a ver con los primos y también quiero que le rinda el corte». El niño apenas se daba cuenta; su mente estaba en otro lugar. Mientras su padre terminaba de dar las últimas indicaciones, el niño se montó en un cojín para facilitarle al barbero su labor. Le pusieron una capa que lo hacía ver como Batman y, sin mediar palabra, el niño estaba listo para su corte.

Observando al barbero realizar su labor, noté cómo entabló una conversación con el pequeño. El tema no era otro que el fútbol. Le preguntó al niño qué jugador le gustaba de la selección, y el niño, ahora con un brillo en sus ojos de emoción y sin titubear, respondió: «James». Acto seguido, continuó entusiasmado en un monólogo futbolero donde explicó, entre otros temas, que James era el mejor jugador que tenía Colombia (lo cual es cierto), que él apenas tenía 30 años (en realidad cumplió 33) y que creía que James jugaría hasta los 50. En ese momento no pude evitar sonreír. No lo hice porque me estuviera gozando el relato del niño, sino por la alegría que me despertó su entusiasmo y aquella declaración de un sueño que muchos compartimos: que James juegue hasta los 50.

Más allá de si el sueño se cumple o no, es momento en nuestro país de fomentar la emergencia de figuras como James, Linda Caicedo, Falcao y muchos otros en diversas disciplinas más allá del fútbol, quienes inspiran a niños como aquel que conocí en la barbería y les demuestran que los sueños sí se hacen realidad. Este propósito se puede materializar a través de la recopilación de sus historias, reflejando sus luchas diarias, los obstáculos superados y los debates internos contra el miedo y el síndrome del impostor que libraron solo para cumplir sus metas, apoyar a sus familias y comunidades, y, en el proceso, dejar a nuestro país en el mejor lugar posible ante el mundo.

Para que esto tenga éxito, debemos como sociedad interesarnos genuinamente por conocer esas historias, exaltarlas y establecerlas, según sea el caso, como ejemplos a seguir para nuestros hijos. Esto también implica cambiar paradigmas, comenzando por dejar atrás el positivismo tóxico que poco a poco nos lleva hacia un entorno de mediocridad. Por el contrario, debemos buscar, por medio del autodesarrollo, un apetito medido de superación, abrazando los fracasos y capitalizando sus enseñanzas para así ser nuestra mejor versión cada día. En otras palabras, ojalá, James si juegue hasta los 50, y que todas las demás figuras que ponen a este país en alto nos duren para siempre, demostrando a nuestra sociedad a qué podemos llegar si nos esforzamos y mantenemos una disciplina hacia aquello que más aspiramos.


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Santiago Zapata Serna

Soy un curioso innato, apasionado por la lectura y en general los temas financieros y de economía en general. Me encanta una buena conversación y de vez en cuando escribir sin tinta lo que se me viene a la mente.

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