Israel y La III Intifada

Foto: Aljazeera

Tras el pronunciamiento del presidente estadounidense de reconocer a Jerusalén como capital del Estado de Israel y trasladar allí su embajada, se han escuchado a nivel mundial fuertes críticas y rechazos a dicha decisión. Quizás la más radical viene del pueblo palestino, donde el líder de Hamás (Movimiento de Resistencia Islámico) Ismail Haniyeh ha llamado al pueblo a una tercera Intifada.

La declaración de Donald Trump viola de facto la resolución 181 de noviembre 29 de 1947, en la cual la Asamblea General de las Naciones Unidas declara a la ciudad Corpus Separatum (o cuerpo separado) del Estado de Israel, Jerusalén fue declarada por la UNESCO patrimonio mundial de la humanidad en 1981, este es un lugar considerado sagrado para tres de la religiones más importantes e influyentes en occidente y el medio oriente: el cristianismo, el judaísmo y el islam. Además, desde el siglo X antes de cristo fue la capital oficial del Estado Palestino la Al Quds (Ciudad Santa) hasta la Guerra de los Seis Días, donde el ejército israelí invadió la zona occidental de la ciudad en 1967.

La Primera Intifada

La palabra intifada traduce agitación, levantamiento o sacudida violenta, la primera intifada ocurre en 1987 cuando un camión militar israelí embistió un vehículo que transportaba obreros palestinos procedentes del campo de refugiados de Jabaliya, al norte de Gaza. En el incidente murieron 4 personas. Israel envía militares al lugar donde se velaban las víctimas y allí se generó el primer enfrentamiento. El evento produjo una reacción en cadena, especialmente en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania.

Finalizando diciembre la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) daba la cifra de 62 palestinos muertos, 500 heridos y 6.000 detenidos. Sin embargo, la intifada se extendió hasta 1983 donde se calculan más de 1.200 muertos tan solo del bando palestino según lo reseña el diario Francés AFP noticias.[1] El 13 de septiembre de 1993 Israel y la OLP firman los acuerdos de Oslo, que le otorgan cierta autonomía a Palestina, poniendo fin oficialmente a la primera Intifada.

La segunda Intifada

El 29 de septiembre de 2000 tras una serie de provocaciones por parte de Israel, un grupo de jóvenes palestinos desde el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas apedrea a los fieles judíos que se encuentran orando en el Muro de las Lamentaciones, la policía respondió abriendo fuego, lo que dejó como saldo unos pocos fieles judíos heridos y siete palestinos muertos. El levantamiento palestino se dio de manera inmediata y en respuesta a dicho levantamiento el ejército ocupó los recién liberados asentamientos palestinos.

Esta segunda intifada se caracterizó por el uso de atentados suicidas, donde los jóvenes se inmolaban frente a objetivos civiles y militares israelíes. Esto no sólo incrementó las bajas israelíes, sino que sirvió de excusa para que el ejército de este país y El Mossad[2] pusieran en marcha asesinatos selectivos o ejecuciones extrajudiciales de toda persona que considerasen un riesgo para la seguridad nacional.

Esto supuso un nuevo nivel en el escenario bélico local, un escalamiento y recrudecimiento de la guerra. Ya no se trataba de una simple guerra de piedras. Israel respondía con artillería pesada a cada provocación por parte de los palestinos, lo cual constituyó una constante violación a la convención de Ginebra que regula el Derecho Internacional Humanitario.

En el 2006 el Plan de retirada unilateral israelí de la Franja de Gaza permite paliar la situación, pero se vuelven extremas las medidas de seguridad y la restricción a la entrada y la salida de los territorios israelíes. La permanente ocupación y urbanización de zonas consideradas históricamente palestinas provoca una tensión constante entre ambos pueblos.

La tercera Intifada

Ismail Haniyeh es un carismático líder del grupo nacionalista, yihadista e islamista Hamás, de 54 años, licenciado en Literatura Árabe de la Universidad Islámica de Gaza, quien ganó las elecciones del Consejo Legislativo en 2006 después de la primera intifada, de allí que sus palabras sean un llamado a la guerra santa, más aún con el acercamiento entre Al Fatah[3] (quien dirige Mahmud Abás) y Hamás quienes han entablado diálogo tras diez años de ruptura. Así pues, el denominado “día de la ira” podría desembocar en una guerra civil entre un territorio altamente fragmentado y oprimido y la boyante nación hebrea. Recién terminó el discurso de Haniyeh comenzaron las airadas protestas en las calles y la represión por parte del ejército no se hizo esperar.

Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí respondió con bombardeos y militarización  Hasta el momento se reportan 4 palestinos muertos, 69 heridos por munición real y 271 heridos por balas de caucho, a los que se sumaron 726 atendidos por inhalación de gases lacrimógenos y 22 por golpes o impactos de las latas que contienen los gases, según informa el diario vasco Eitb[4] entre sus objetivos están las milicias de Hamás y la ANP (Autoridad Nacional Palestina) a quien acusan de promover los levantamientos.

¿Qué espera Trump con esta decisión?

Hay varias hipótesis a la pregunta de ¿por qué justo en este momento, Trump decide reconocer a Jerusalén como capital de Israel? La primera respuesta, quizás la más obvia es que el lunes 11 de diciembre de 2017 finalizó el plazo para que el presidente firme la orden que históricamente los mandatarios estadounidenses renuevan cada seis meses para mantener la embajada en Tel Aviv, evento que Trump aprovechó no solo para darle un espaldarazo a Israel como parte de su promesa electoral, sino para crear una cortina de humo sobre el incendio que tiene en su propio escritorio: las declaraciones de Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional, culpable de haber mentido sobre sus contactos con el embajador ruso en Estados Unidos, hecho que lo salpica y que crea un manto de duda sobre su participación en dicho incidente, que los desacredita frente al legislativo y lo pone en la palestra jurídica.

Por otro lado, está el hecho de que Rusia avance con éxito en la lucha contra el Estado Islámico, lo que le resta protagonismo a Estados Unidos en el medio oriente, al menos en Siria, lo que supone una derrota moral, ante la ambigua posición que ha tenido el gobierno estadounidense frente a los grupos terroristas en contra y a favor de Bashar al-Ásad.

Ahora bien, el reconocimiento de Jerusalén no es asunto nuevo en la política exterior norteamericana, en 1995 el Congreso estadounidense dio el visto bueno al reconocimiento de la “ciudad santa” como capital del Estado de Israel como parte de la agenda judía.

Esta determinación incluía el traslado de la embajada a más tardar el 31 de mayo de 1999. Trump quiso demostrar con este reconocimiento que es un hombre de palabra, que aspira a reconciliarse con la opinión pública, aunque eso implique discrepancias con la comunidad internacional a la que subestima sin ningún asomo de vergüenza.

Algo que también queda en evidencia con esta determinación es el inmenso poder que el sionismo tiene en la unión americana, tanto en la política como en la economía. La decisión de Trump lejos de ser una decisión estúpida como algunos han decidido llamarla, obedece simplemente a una bien delimitada línea, trazada por las altas esferas transnacionales pro israelíes.

[1] Tomado de: http://www.eluniversal.com.mx/mundo/30-anos-de-la-primera-intifada-anuncio-de-trump-despierta-ira-palestina Recuperado en: diciembre 10 de 2017

[2] Es el Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales. Es la principal agencia de inteligencia de Israel, responsable de la recopilación de información de inteligencia, acción encubierta, espionaje y contraterrorismo

[3] Hace parte de la OLP y su ideología se basa en el nacionalismo de izquierda y secular, por lo que discrepa de Hamás cuya tendencia es nacionalista e islamista.

[4] Tomado de: http://www.eitb.eus/es/noticias/internacional/detalle/5261344/tension-palestina-israel-8-diciembre-2017-decision-trump/ Recuperado en: diciembre 9 de 2017.

Jorge Diego Mejía Cortés

Coordinador de la Tertulia Literaria U de A. Docente Normalista. Politólogo Universidad de Antioquia.