Irán y los efectos nocivos de negociar con dictaduras

Irán no es un país común y corriente. En ningún aspecto es comparable con otros del Oriente Medio, excepto si se trata de Turquía o Arabia Saudita, o de Israel, en el ámbito del poder militar. Repasando la Historia, es el heredero del Imperio Persa que desafió a Atenas y Esparta, y dos mil quinientos años después conserva muchos de sus atributos, como la gran autoestima que le acompaña en el escenario internacional. Además, forma parte del G-20, así que es una de las veinte mayores economías del mundo, con un PIB de aproximadamente 1.6 trillones de dólares, esto es, similar al de Canadá o Australia. No es, pues, un Estado al que se pueda tratar con ligereza y que fácilmente acepte las reglas de juego occidentales. Aún más, Irán es una pieza clave para la seguridad internacional, y sus aliados, China y Rusia principalmente, lo han respaldado en el juego estratégico frente a los Estados Unidos y Europa.

Este 6 de Agosto, Donald Trump firmó la orden ejecutiva que restablece las sanciones económicas al régimen iraní, deshaciendo el acuerdo suscrito en Julio de 2015 con Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia y China. Irán, que ya había padecido las consecuencias de las sanciones anteriores, impuestas en 2011 por el gobierno de Barack Obama y por la Unión Europea, había comenzado a normalizar sus indicadores macroeconómicos, por ejemplo, experimentando un sorprendente crecimiento del 12% en 2016, luego de varios años de estancamiento. Numerosas empresas europeas y estadounidenses dirigieron sus inversiones hacia el país, que cuenta con un mercado interno de más de ochenta millones de personas y exhibe un interesante desarrollo en su industria energética, como también en el sector servicios. Ahora, debido al regreso de las sanciones, la petrolera francesa Total, después de haber logrado un acuerdo de dos mil millones de dólares para desarrollar el yacimiento gasífero de South Pars, en el Golfo Pérsico, se ha retirado. Igualmente lo hizo la gigante aeronáutica Boeing, que tenía un contrato de veinte mil millones de dólares.

Trump expresó su interés en negociar un mejor acuerdo con Irán, y ciertamente es posible y necesario, pero difícil. Intentando disminuir las tensiones con nuevas potencias y procurando neutralizar escenarios conflictivos, Occidente se ha embarcado en una aventura diplomática que parecería estar teniendo poco efecto. En perspectiva de Teoría de juegos, se esperaría que el juego actual sea de suma no nula, es decir, de ganancias relativas para todos los jugadores o actores involucrados. No obstante, Estados Unidos y la Unión Europea, como ya lo advirtieran Fareed Zakaria o Emilio Lamo de Espinosa, se exponen al riesgo de perder peso absoluto como potencias, o en el mejor de los casos, a perder peso relativo.

Hoy, cuando las democracias se sientan a la mesa con las autocracias, el juego está tendiendo a favorecer más a estas últimas, pues los costos o las cargas que deben asumir para conseguir beneficios, son mínimos, mientras que se hipotecan el liderazgo y la estabilidad de las sociedades abiertas. Ni el régimen de los ayatolas ni la dictadura cubana, como tampoco la tiranía norcoreana, han necesitado sacrificar su control absoluto del poder para evitar el aislamiento global. En cambio, los negocios de las élites que gobiernan con puño de hierro esos países, se incrementan, como también lo hacen cada día la corrupción y la represión de las libertades de los ciudadanos.

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Via: El Quindiano.

Juan David García Ramírez

Politólogo. Analista de Asuntos Internacionales en medios./Political scientist and International Affairs analyst on the media. Anarcocapitalismo/Libertarianismo