Intolerancia indígena

Todos tenemos sangre indígena, de eso no hay duda, pero también en nuestras venas corre sangre europea y africana. No es racista señalar la intransigencia de los autodenominados pueblos originarios, lo que sí es racista es sentirse superior por creerse «pueblo originario».


En la madrugada del 28 de abril del año en curso, gran cantidad de indígenas Misak tumbaron el monumento de Don Sebastián de Belalcazar, fundador de Cali e icono de la ciudad, no contentos con el acto, viajaron también a Bogotá donde tumbaron la estatua del fundador de dicha ciudad, destruyendo así el bien público de interés patrimonial y cultural.

Salen de sus hogares, viajan durante largas horas, arriban a las grandes ciudades para, de las peores maneras, señalar la visión que tienen del país.

Las diferentes comunidades indígenas creen que su palabra es fidedigna y que su presencia es motivo de gloria, pero pasan en sus chivas y camionetas lujosas arrasando con todo, no les importa si tiene que pasar por en cima de uno o dos perros que tengan la desventura de entrometerse en su camino.

Una vez arriban a las ciudades que no les pertenece, marchan en ellas, exigiendo quien sabe qué, y digo eso, porque son protegidos a nivel internacional, reciben infinidad de beneficios del gobierno que suelen desconocer, incluyendo exenciones tributarias. Continuando con su rutina, destruyen el patrimonio ajeno bajo pretextos injustificables, porque dichos españoles conquistaron sí, pero con la ayuda de miles y miles de diferentes pueblos amerindios de la época que no dudaron en unirse voluntariamente a los europeos, no hay que desconocer la historia.

Pero sus planes no terminan ahí, porque continúan bloqueando las vías, aplastando los derechos de los demás e impidiendo que dichas ciudades puedan abastecerse de alimentos, gasolina y de lo que resulte menester para el ciudadano que es libre de mercar y movilizarse.

En uno de los tantos vídeos que hay en las redes sociales sobre sus movilizaciones, me sorprendí al ver a uno de esos muchachos indígenas, posiblemente de la denominada guardia indígena, llevaba consigo un escudo que portaba la imagen del Che Guevara: guerrillero, terrorista y vil asesino, que en la Cuba que violentó impuso campos de concentración. Muchos de estas comunidades pues, han sido manipuladas por la corriente comunista y les ha enseñado imponer a los demás su pensamiento, arruinando así los intentos de diálogo que tanto cuesta conseguir en nuestro país.

Todos tenemos sangre indígena, de eso no hay duda, pero también en nuestras venas corre sangre europea y africana. No es racista señalar la intransigencia de los autodenominados pueblos originarios, lo que sí es racista es sentirse superior por creerse «pueblo originario».

Ya veremos cuántos enemigos me gano por estas letras; que hacen parte de la intolerancia indigenista.

Alejandro Agudelo

Las letras son el sacrificio de miles de hombres que se perpetuaron en la historia.

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