![]()
A modo de analogía: si quienes nos graduamos como ingenieros de sistemas hace ya más de 25 años dominábamos, por decir así, hasta la tabla del 3; quienes lo hacen hoy en día son capaces de realizar operaciones mentales hasta la tabla del 33 elevada a la n potencia. Ha pasado solo un cuarto de siglo en nuestras vidas, pero es como si hubieran transcurrido centurias en una carrera que, ya en nuestra época, resultaba compleja.
Hoy, cuando disponemos de capacidades de cómputo exponenciales, almacenamiento masivo en la nube e incluso la posibilidad de interactuar mediante lenguaje natural con los algoritmos —sin necesidad de escribir código complejo ni utilizar programas de ingeniería de cohetes—, los problemas que enfrentamos son otros. Entre ellos, la conectividad se erige como uno de los más neurálgicos: una talanquera que no todos, aunque tengan caballo, pueden saltar. El acceso a la red es la nueva brecha social; una que, con voluntad política y algunas renuncias por parte de las grandes compañías de telecomunicaciones, se puede cerrar. Solo así alcanzaremos una verdadera democratización de la técnica y, por extensión, del conocimiento universal.
En este tema, el candidato a la Cámara de Representantes por el Centro Democrático, Sergio Molina, parece apegarse a la única regla válida cuando se quiere lograr lo imposible: insistir, persistir y nunca desistir. Aunque muchos, con algo de razón, dirán que esta propuesta es un déjà vu —pues los candidatos de los últimos 20 años han repetido el mismo discurso—, lo cierto es que la falta de avances significativos no es motivo para abandonar la búsqueda. Todo lo contrario: la labor de la política es, precisamente, convertir las quimeras en realidades y no tomar el camino fácil de quemar las naves antes de tiempo.
Si analizamos los datos actuales, encontramos una disparidad crítica en el ecosistema digital colombiano. Según el Boletín de Brecha Digital del Ministerio TIC, a inicios de 2025 la cobertura de internet alcanzó el 77.3%; no obstante, el verdadero desafío surge al contrastar las zonas urbanas con las rurales. Mientras que en las primeras la penetración ronda el 79%, en las segundas apenas se alcanza el 53%, de acuerdo con las cifras de Internet Society actualizadas a 2025.
En una de sus recientes intervenciones, el candidato centró su atención en los indicadores del DANE (2024), los cuales revelan que el problema se agrava en la infraestructura del hogar: mientras en las zonas urbanas el acceso residencial llega al 65%, en los centros poblados y el sector rural disperso la brecha de acceso supera los 20 puntos porcentuales respecto a la media nacional. Esta asimetría condena a la ruralidad a una desconexión no solo digital, sino también de las oportunidades de desarrollo que el país intenta promover.
Para el próximo gobierno y las instituciones que definirán el rumbo del país, la tarea central debe trascender la simple instalación de antenas. Como lo propone Sergio Molina, candidato a la Cámara, el enfoque debe ser integral: lograr un “acceso y una cobertura digital eficiente para todos los municipios, acompañado de programas formativos en todos los ciclos de la vida”. De asumirse este compromiso como una prioridad de la agenda nacional, se transformaría el tejido social de Colombia, permitiendo que la salud y la educación de alta calidad lleguen, mediante la virtualidad asistida, a los rincones que históricamente han sido excluidos del desarrollo, con lo cual mi tesis planteada ya más de dos décadas podrá quedar saldada, de eso y solo como un sueño escribí al graduarme en el año de 1998.










Comentar