“Por otro lado, dar dictamen al tiempo y sin presión, es la mejor forma de proceder frente a esta situación.”
La complejidad del tiempo se agudiza con respecto al hacinamiento, el cual no ha cesado de alterar nuestra “normalidad”. Tal es la magnitud, que pareciera que todos los días se han tinturado de domingo. Y no hablo de un domingo de ciclo vía, tampoco de aquellos de plaza y mucho menos esos de paseo familiar.
Se tornan más bien de aquella tonalidad propia de las tardes, donde después de haber realizado una de las actividad ya mencionadas, se opta por el descanso. A la par que se sostiene una discuta con el minutero, donde se apuesta por quien llega primero al anochecer sin percibir el acto en sí. Él siempre gana.
Pero, ¿Qué pasa cuando se busca descansar del descanso? En este caso, se da de manera errónea y acelerada, la aparición de una productividad masiva e innecesaria. Esto, con el fin de desear el roce de la satisfacción (por muy mínimo que sea) de sentirnos eficaces con nuestras labores.
A causa del contexto en el cual nos estamos desenvolviendo en la actualidad, esto se ve agudizado, A tal punto de que los 1440 minutos que componen el día, ya no bastan. Y transcurren mediante el intento de abarcar un montón de cosas “productivas”, las cuales al final quedarán incompletas. Y a esto se le sumará el peso mental de haber desaprovechado un día más, ¿o un día menos?
Por otro lado, dar dictamen al tiempo y sin presión, es la mejor forma de proceder frente a esta situación. No hay que descartar la búsqueda de nuevos hobbies. Y de paso, reforzar los “hobbits” que ya se poseen. En mi caso, he forjado nuevos conocidos en lo que va de la cuarentena. Y por ende, he entablado conversaciones muy gratas. Tal es el caso de Sábato, quien me narró la vivencia de mi tocayo Castel. También, está Kafka hablando me de sus padre. Pero, si de progenitores se trata, por más que lo intenté no logré evitar el llanto cuando Abad me habló del suyo. Y por último, busqué con Proust el tiempo perdido, y me perdí en el camino. La verdad, es porque no me alcanza para Netflix.
De igual formas, no hay que alarmarse por la presión ejercida por las redes sociales, las cuales hacen de puñal con cada declaración en torno al aprovechamiento del tiempo. Aunque, confieso que en unos años quisiera conocer una gran diversidad de descubrimientos, invento y hazañas que nacieron en este tiempo de pandemia (De esta forma, se resaltaría el bueno de todo lo mal). En verdad, proclamaría un gran resentimiento por saber que el próximo Newton nunca prosperó en su proyección, solo por querer forzar el amor a su ciencia. Todo a razón de una mendiga publicación en Facebook.
Aclaro, tener la mente en blanco ya es hacer algo, es un inicio. Lo digo yo, que descubrí en este tiempo mi verdadera vocación; la zumba. Aunque sea solo por medio de videos de YouTube. Porque observar, siempre es mucho más fácil que hacer. Excepto, si se decide intentar. Y no debe haber afán por saber cuándo llegará ese día.