Industria en Medellín: Encrucijada económica y panorama incierto

La industria en un país apalanca la generación de empleo de calidad, el aumento sostenido de los ingresos de la población, promueve del comercio internacional y mejora la eficiencia en el uso de los recursos productivos que se traduce en conocimiento. Hasta hace poco la manufactura era un escenario desalentador, dominado por monopolios con altas barreras de entrada; hoy en cambio apoyado en la política económica mundial y  en los avances tecnológicos se   ha producido un cambio fundamental en la forma en la que las empresas hacen negocios, porque ya,   no se trata simplemente de fabricar productos físicos, sino de incorporar la  demanda de los consumidores, la naturaleza de los productos, la economía de la producción y la cadena de suministro buscando la adaptación y personalización  de los productos, la adición de dispositivos electrónicos que los hagan “inteligentes”  y  la reducción de intermediarios a la hora de la negociación.

El desarrollo industrial en los países en vías de desarrollo ha sido heterogéneo, sin embargo es destacable que un número importante de países asiáticos han desarrollado una industria manufacturera moderna, eficiente y competitiva, mientras la mayoría de los países africanos y de América Latina han experimentado una tendencia a la desindustrialización, donde la industria manufacturera ha perdido participación en el producto interno bruto (PIB) y el empleo. Colombia no es una excepción en este sentido, su crecimiento en las últimas décadas ha estado altamente relacionado con el auge del sector minero-energético y la expansión del sector de construcción. A partir del año 2000 la industria manufacturera perdió un 18% de su participación en el valor agregado total de la economía colombiana, mientras la participación del sector minero-energético y de la construcción en su conjunto aumentó un 37%, cifras aún más elevadas en la ciudad de Medellín.

Medellín fue la cuna de la industrialización en Colombia, dónde en inicios del siglo pasado se fundaron empresas en sectores de alimentos, bebidas, textiles y tabaco como: Cervecería Antioqueña  fundada en 1901, Compañía Antioqueña de Tejidos (1902), Posada y Tobón –hoy Postobón– (1904), Coltejer (1907), Noel (1914), Fabricato (1920) sin embargo la cuidad está lejos hoy de considerarse una ciudad industrial, situación reflejada en altas tasas de desempleo y el cierre o reestructuración de la mayoría de las plantas, cuyas causas principales se relacionan con  la alta obsolescencia, estimulada por la fuerte política proteccionista contrastada con la competencia derivada de la apertura comercial y los procesos de globalización, el alto endeudamiento, el contrabando  relacionado con el narcotráfico, los altos niveles de contaminación de los procesos industriales dada la alta densidad poblacional de la ciudad que a su vez genera altos costos de la tierra para la actividad industrial  y las dificultades logísticas y de transporte para traer materia prima y sacar el producto terminado, ya que es más fácil instalar una planta en el Valle del Cauca o en la región de la  costa caribe  que tienen acceso directo al puerto; además la dinámica de las exportaciones regionales sugiere una pérdida de participación en las exportaciones nacionales lo que indica que la posibilidad de crecimiento del sector manufacturero puede estar supeditado al éxito de su inserción en los mercados internacionales.

Esta tarea apremiante, suena tan escabrosa que los políticos prefieren evadirla y fundamentar su campaña en otros objetivos económicos no tan complejos como el desarrollo industrial, porque comprometerse a impulsar la industria en ésta época obliga a trabajar de la mano con los empresarios y académicos  para  determinar la urgencia de cambio en el mercado, enfocarse en los tipos de negocios más prometedores, perseguir oportunidades potenciadas de crecimiento, e identificar y ocupar puntos de influencia emergentes que permitan la diversificación de productos apoyados en el uso y desarrollo de tecnología que amplía el espectro de  lo que puede ser fabricado y cómo puede serlo. Éste propósito es singular y tiene objetivos específicos para cada subsector industrial. La cooperación del sector privado y el público es fundamental; pero el liderazgo decidido del Estado es definitivo, por lo que requiere un esfuerzo superior y transversal a la periodicidad y las inclinaciones políticas y una apuesta a favor desde todos los frentes que apoye la creación y priorización de una nueva política industrial.

Ya veremos…

Camila Ramírez Zapata

Me llamo Camila, soy ingeniera mecánica y mágister en ingeniería, trabajo como investigadora indagando cuestiones económicas y tecnológicas en torno a la producción y la industria. Entender ¿Qué producimos? ¿Para qué producimos? y poderlo contar a las personas es vital para entender el estado actual de la cuidad y es un espejo vivaz de lo que somos. Disfruto bailar y nadar también soy fanática de leer cuentos y escribirlos de vez en cuándo.