La encuesta LAPOP 2023 reveló que un 33.4% de los encuestados no confía en absoluto en los partidos políticos, mientras que solo un 3.6% expresó tener mucha confianza en ellos. En Chile, la situación es aún más crítica: un 46.3% de la población desconfía totalmente de los partidos y apenas un 0.6% confía mucho en ellos. Este fenómeno de desconfianza es común en la región, pero en este análisis nos enfocaremos en las últimas elecciones municipales chilenas.
Desde la ciencia política, los partidos son esenciales en las democracias representativas, pues canalizan las necesidades sociales, generan programas y postulan candidatos. Sin embargo, surge una pregunta clave: si no confiamos en los partidos, ¿por qué confiaríamos en sus candidatos? Los líderes partidarios deberían plantearse esta interrogante, ya que una nueva figura está ganando terreno: los candidatos independientes, ya sea con o sin el respaldo de algún partido.
Según datos del Servicio Electoral de Chile (Servel), en las últimas elecciones municipales, un 44% de los candidatos compitió como independiente. De estos, un 32% contó con el apoyo de la coalición de derecha Chile Vamos, y un 30% fue respaldado por Contigo Chile Mejor, mientras que los candidatos oficiales de estas coaliciones representaron solo el 20% y el 18%, respectivamente.
En las elecciones municipales de 2024, el número de candidaturas independientes aprobadas aumentó en un 26% en comparación con las elecciones del 2021, alcanzando un total de 675 candidatos tras un proceso en el que 1,831 personas reunieron las firmas necesarias para oficializar su postulación. De estas candidaturas a alcalde a nivel nacional, un 70% correspondía a personas con experiencia en elecciones previas, lo que refleja un conocimiento en campañas y un sólido vínculo con las comunidades locales. En 291 de las 345 comunas de Chile, hubo al menos un candidato independiente, consolidando así la presencia de estos postulantes en prácticamente todo el país.
La presencia de candidatos independientes, apoyados o no por partidos, es una tendencia que llegó para quedarse, especialmente en un contexto de desconfianza hacia los partidos tradicionales. Los partidos, conscientes de esta desconfianza, han comenzado a respaldar a figuras independientes con cierto nivel de reconocimiento público, como personas mediáticas y personalidades de medios digitales. Sin embargo, este respaldo puede ser una estrategia de corto plazo, pues un candidato independiente podría desvincularse del partido al asumir el cargo, en detrimento de la militancia partidaria. Esto, a su vez, erosiona e institucionaliza aún más el sistema partidario en Chile.
¿Qué sucede, entonces, con los candidatos independientes que no cuentan con el respaldo de un partido? La ausencia de una estructura que regule y cohesione puede darles una libertad de acción mayor, pero también plantea el riesgo de que gobiernen según sus intereses personales, sin responder a un colectivo. Además, las figuras independientes pueden oscilar en sus posiciones ideológicas, lo que afecta la estabilidad y previsibilidad en sus funciones públicas.
Dos ejemplos ilustran esta tendencia: en Puente Alto, Matías Toledo, un candidato independiente con un fuerte trabajo en la comunidad, obtuvo el 52% de los votos, superando a la candidata oficialista Karla Rubilar, apoyada por Renovación Nacional, que alcanzó un 37%. En San Miguel, el concejal independiente Claudio Escobar, cuya campaña se caracterizó por su lema “100% libre de partidos políticos”, logró un 8% de los votos, superando a la coalición Chile Contigo Mejor, que obtuvo un 7.9%.
Estos casos reflejan el creciente apoyo a figuras independientes y representan una señal clara para los partidos políticos tradicionales: deben reconstruir la confianza ciudadana para mantenerse relevantes en un sistema cada vez más desconfiado de ellos. El aumento de candidatos independientes en las elecciones municipales de Chile refleja una tendencia que responde a la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia los partidos políticos tradicionales. Este fenómeno desafía las bases de la democracia representativa chilena, en la que los partidos han sido históricamente los vehículos principales para canalizar las demandas ciudadanas y definir agendas políticas.
Los candidatos independientes, ya sean respaldados por partidos o completamente autónomos, han logrado captar el interés de los votantes, en gran parte gracias a su conexión directa con la comunidad y su percepción de independencia de las estructuras partidarias. Sin embargo, su ascenso plantea preguntas importantes sobre la gobernabilidad a largo plazo y la cohesión ideológica en el ámbito local. Sin una estructura partidaria que los regule, existe el riesgo de que algunos independientes actúen con libertad absoluta, sin responder a una visión de país clara o un conjunto de valores compartidos, lo que podría fragmentar aún más el panorama político chileno.
En conclusión, los partidos políticos deben replantearse su rol y estrategias si desean seguir siendo actores centrales en la vida política de Chile. Esto implica no solo revisar sus estructuras y procesos internos para reducir la desconfianza que actualmente los rodea, sino también aceptar el desafío de adaptarse a un electorado que demanda transparencia, cercanía y soluciones reales a sus problemas cotidianos. La emergencia de los independientes es una señal de advertencia y una oportunidad: los partidos deben capitalizarla para reconstruir la confianza ciudadana y fortalecer el sistema democrático.
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