Inclusión financiera. Mas allá de la vulnerabilidad y calidad de vida

Tranquilidad financiera y calidad de vida

“La inclusión financiera es un proceso, no algo en lo que simplemente estás o no. Sobre aquellos grupos poblacionales que consideramos incluidos, es necesario preguntarnos cómo utilizan las herramientas financieras, cómo ahorran, en qué se endeudan, ¿permite este acceso a recursos financieros una mejora en las condiciones de vida, o solo es una invitación a ingresar en una espiral de deudas y tarjetas de crédito eterna?”


La inclusión financiera es más que un término general. En realidad, es un concepto, con un significado claro y respaldo institucional. En la cumbre del G-20 que tuvo lugar en la ciudad de Seúl durante el año 2010, se estableció la ruta de trabajo para fortalecer la inclusión financiera a nivel mundial; entendida esta, en palabras del Banco Mundial, como el “acceso que tienen las personas y las empresas a diversos productos y servicios financieros útiles y asequibles que atienden sus necesidades —transacciones, pagos, ahorro, crédito y seguros— y que se prestan de manera responsable y sostenible.”

La inclusión financiera se concibe como un acceso fundamental y al igual que sus símiles, sus dos grandes bastiones son la cobertura y la calidad. Se establece como primer objetivo cubrir el total de la población objetivo y el paso que sigue es mejorar la calidad de dicha cobertura. En este sentido, si bien la definición del Banco Mundial es acertada, requiere una ampliación sobre la importancia de la calidad de dicha inclusión financiera; es decir, no solo se trata de que todos accedamos a servicios financieros, debemos preguntarnos cuál es la mejor forma de utilizarlos en favor de nuestra calidad de vida. Aquí, la formación en finanzas personales es fundamental.

Para el caso colombiano, los grupos más vulnerables sobre los cuales se concentran los proyectos de inclusión financiera son las mujeres, los microempresarios y la población rural, como indica la Banca de Oportunidades en el documento de Contenidos mínimos para programas de educación económica y financiera no formal en Colombia 2022. Este enfoque es adecuado, puesto que identifica de forma clara los grupos poblacionales que menos acceso tienen a los servicios financieros, pero es necesario analizar la inclusión financiera más allá de las poblaciones vulnerables.

Desde la perspectiva una inclusión financiera que impacte positivamente, es necesario ampliar los esfuerzos en materia de educación. La inclusión financiera es un proceso, no algo en lo que simplemente estás o no. Sobre aquellos grupos poblacionales que consideramos incluidos, es necesario preguntarnos cómo utilizan las herramientas financieras, cómo ahorran, en qué se endeudan, ¿permite este acceso a recursos financieros una mejora en las condiciones de vida, o solo es una invitación a ingresar en una espiral de deudas y tarjetas de crédito eterna? Es menester y responsabilidad de las instituciones que impulsan la inclusión financiera fortalecer la formación en finanzas personales, propender por consumidores financieros responsables, criteriosos y conscientes de las posibilidades y consecuencias de sus hábitos de ahorro, consumo e inversión. En un mundo cada vez más interconectado, con instrumentos financieros cada vez más complejos, y donde el contagio financiero se hace más probable, contar con consumidores financieros sensatos debe ser un objetivo de alta prioridad.


Todas las columnas del autor en este enlace: David Forero