Recientemente, se supo que, según una consultora argentina, el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou se encuentra en el primer puesto de popularidad entre los mejores presidentes de Sudamérica.
Y aunque está en sus últimos meses de gestión, el Gobierno de la coalición multicolor ha protagonizado varios escándalos de corrupción importantes y se ha caracterizado por su tinte continuista. Sin embargo, el presidente, que anteriormente sostuvo una intensa campaña por el cambio, no ha cambiado en nada la realidad política y económica de Uruguay.
Liberalismo no individualista: eufemismo colectivista
En plena pandemia del COVID-19, se perfiló como uno de los mejores mandatarios de la región. Las políticas de la coalición de Gobierno conformada por los históricos Partido Nacional y Partido Colorado, acompañados por partidos de menor tamaño y liderada por Luis Lacalle Pou, se distanciaron considerablemente de las cuarentenas, la persecución de no-vacunados y la represión económica.
A pesar de que no se pueden negar algunas desafortunadas declaraciones de distintos miembros del Gobierno que hubiesen preferido recluir a la gente, obligar a que se vacunara masivamente y criminalizar a quien pusiera en peligro la seguridad nacional, Uruguay se destacó por su concepto de “libertad responsable”; se exhortó a las empresas a disminuir la presencialidad de sus trabajadores, siempre que fuera posible, y se establecieron estrictos protocolos sanitarios para reducir al mínimo los contagios y las muertes relacionadas con la enfermedad.
No obstante, una declaración que causa un rechinido constante es la del presidente cuando aseguró que él no creía en el liberalismo individualista. Esta frase, esbozada en una de sus primeras entrevistas internacionales, resume cada una de las declaraciones posteriores de Lacalle Pou y en las que deja en evidencia que, más que un liberal, es un socialdemócrata-nacionalista y que concibe al Estado como una herramienta igualadora sin la que los individuos no pueden controlar sus vidas.
Lacalle Pou no ignora un tipo de liberalismo, más relacionado con el Partido Demócrata de los Estados Unidos y que es de corte izquierdista. Al contrario, intenta constantemente, con discursos blandos y de corte conciliador, acercarse a la masa votante del Frente Amplio uruguayo. Dicha masa está conformada en su mayoría por individuos de tradición política izquierdista, cuyas posturas se acercan más a las del “Che” Guevara que a las de Jorge Luis Borges, haciendo muy difícil que se desplace de su actual posición a una más “centrista”.
Un Estado fuerte es, necesariamente, un Estado grande
Más recientemente se han dado varias instancias en las que el presidente de Uruguay no ha dudado en exaltar el rol del Estado en la sociedad. Partiendo de su campaña cuando se postuló a la presidencia, que luego adaptó para mostrarse en coalición con otros partidos, el discurso de Lacalle Pou ha dado un giro sutil, tornándose cada vez más estatista y menos liberal. Aunque insista reiteradamente en posicionarse como defensor del Estado liberal, termina defendiendo sinsentidos asociados al paternalismo estatal y al proteccionismo gubernamental.
Así, pues, en los últimos meses se ha dedicado a desestimar uno de los debates medulares en torno al liberalismo clásico y al libertarismo: más mercado y menos Estado.
Con respecto a esto, en discursos y alocuciones públicas, ha declarado que la discusión entre algunos políticos “cuando están medio aburridos” de “que es Estado contra mercado, o Estado sí o Estado no” está saldada, haciendo referencia a que en Uruguay no habría espacio para reducir el tamaño del Estado y liberalizar ciertos sectores de la economía que se han burocratizado hasta el punto de entorpecer la acción individual en ellos.
Recientemente, en la cena anual del Think-Tank argentino Fundación Libertad, y a la que fue invitado junto a Javier Milei y otras figuras asociadas a la derecha regional, volvió a reivindicar el rol del Estado. Esta vez eligió decir que “debemos tener un Estado fuerte para que el individuo pueda gozar de la libertad”.
Con este enunciado, Lacalle intentó hacer una diferenciación entre un Estado “fuerte” y uno “grande”, a la vez que trataba al Estado como un complemento necesario para la prosperidad del individuo. Lo que evitó decir el Presidente en este discurso, y que dudo que ignore, es que el Estado Uruguayo1 es uno de los más grandes de la región.
Estado versus individuo: lo que Lacalle Pou no te cuenta
Pese a que Lacalle Pou tiene poco más de cuatro (4) años siendo presidente de Uruguay, existen leyes y reglamentos que permiten la intromisión del Estado en las vidas y las decisiones de los individuos, que datan de períodos anteriores y que no hizo el mínimo esfuerzo por revisar o derogar.
Un ejemplo de esto que menciono es el régimen de franquicias para compras en el extranjero, en el que se establece un máximo de tres (3) compras y un máximo facturado de USD$ 200 al año por persona; además reglamenta cuáles productos se pueden comprar y cuáles están prohibidos. Si la persona llega a superar ese monto, deberá pagar una tasa impositiva de, mínimo, el 60 % del valor del producto. En caso de que los productos se consideren “prohibidos”, serán retenidos en Aduana.
Como ese ejemplo, existen varios, más visibles en las fronteras terrestres con Argentina y Brasil, donde muchos productos están prohibidos por considerarse potencialmente peligrosos para la industria nacional. La realidad es que el Estado uruguayo es tan grande y tan costoso que, por lo general, a los que vivimos acá nos es más rentable consumir productos en las fronteras.
De liberal poco… y nada
Hay cierto tabú entre liberales clásicos y libertarios con lo que se ha llamado el “reparto de carné” o el “liberalómetro”, lo que consiste en señalar cuando alguien que se dice liberal no lo es. Por lo general rehúso a caer en eso, pero si considero pertinente señalar con bases y fundamentos cuándo alguien que se hace llamar liberal o libertario no es tal.
En este sentido, considero que Lacalle Pou no es liberal, sino que se ubica con una mayor inclinación a posturas de centroizquierda y nacionalistas, mediante las cuales toma al mercado como un elemento necesario y útil, siempre que pueda regularlo fuertemente a través del Estado. Constantemente, hace referencia a la inversión social de su Gobierno y habla del rol económico del Estado, lo que como ya mencioné, lo acerca más al liberalismo del Partido Demócrata que al liberalismo de figuras como Adam Smith o a las posturas sociales de destacados pensadores actuales como Deirdre McCloskey.
Notas:
- Con Estado uruguayo no me refiero al territorio físico ubicado entre Argentina y Brasil, sino al conglomerado burocrático que tiene el monopolio de la fuerza en dicha extensión.
Esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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