En mi primer artículo ‘HAY ALGO DE PAZ EN COLOMBIA’ abordé mas no evacué o finalicé el caso de la paz con las Farc, sobre lo cual después posiblemente proseguiré. Hoy contextualizaré un poco el conflicto armado en Colombia, para ver que hacer frente a otros actores del mismo. En esos términos, empezaré a escribir en relación al Ejército de Liberación Nacional –ELN-, cosa que podrá resultar frecuente, dependiendo de si se supera la fase exploratoria y prosigue el diálogo formal con esta organización insurgente.
Como no estoy en la cima ni de las armas regulares o de las irregulares, sino en la purita calle de lo urbano, y más precisamente de Medellín, que en poco tiempo de mi existir he dejado; como para preservar mi vida y reservarme para proseguir insistiendo en una prometedora paz con cambios transformadores para mi Colombia, por la cual de todas formas estoy preparado para morir, como por ello renuncié a la condición de Comunicador Social en la Gobernación de Antioquia finalizando 1991; como, y así mismo, quedé al margen del ejercicio competitivo del periodismo, es posible que incurra en inexactitudes e imprecisiones, pero que no son carente de ética, ni tampoco son ilegalidades.
En Colombia Prometeo ha encendido el fuego bélico, desde la aterradora conquista, y durante la colonia, en tales tiempos para subyugar a indios en el agro y negros en la minería; para lo que se denomina independencia fue pertinente y el fogón ha estado más o menos encendido desde entonces, bien por luchas partidistas, variantes o emergentes alternativas políticas, aunque casi siempre por la lucha de la tierra y la forma de que sirva de engorde o el que hacer con ella para que produzca. Las consecuencias de tantas guerras y sus desplazamientos, ha dado como resultado que somos un pueblo con más o menos altos índices de desempleo desde lo que se fortaleció el comercio y emergió la industria, así como el sector terciario y hasta las actuales formas de lo empresarial, lo que confirma y reitera que somos pueblo muy rebuscador, y que se ha visto obligado a buscar la subsistencia incluso llegando a la delincuencia común o a las mismas variantes de las guerras y conflictos armados que aun vivimos.
Según el estado de acuerdo al gobierno nacional actual, ya en el gobierno de Álvaro Uribe se le dio el tratamiento político al paramilitarismo. Por ello concluye, que ahora a sus reductos, estructuras que de ahí derivaron y a lo que se denomina como bandas criminales, hay igualmente que “combatirlas” hasta someterlas a la justicia. Se dice que con esa política se está avanzando, quizás perfeccionando, ofreciéndoles vía fiscalía un tratamiento más o menos benévolo, quizás con el objetivo de financiar más las finanzas públicas y dinamizar más las privadas.
Por los hechos, en cuanto al ELN el gobierno pretendió amarrarlo a la agenda que ya se había diseñado con las Farc, ahí en ese forcejeo se fueron como tres años; por ello, se dilató el diálogo exploratorio con ELN. Así mismo, hasta hace poco, el estado pretendió someter a los elenos hasta lo ahí decidido, como acuerdo final con las Farc, para que la segunda insurgencia lo endosara y lo hiciera como suyo.
Y mucho más, el gobierno ha pretendido renegociar la agenda con el ELN ante el ambiente enrarecido que dejó el triunfo del no en él plebiscito. Quizás el ELN no descarta aceptar algo de esa experiencia y de esos acuerdos pactados con las Farc, pero ha demostrado, que defiende su específica agenda, y ante los hechos, solo admite flexibilización, más no imposición, pues es criterio justo de negociación.
En medio de esa puja más que Odín Sánchez la víctima es la Colombia anhelante de paz, la que promete beneficiarse al mandatar, como producto de la prometida participación, al desarrollarse la agenda, que se anunció el 29 de marzo del 2016, en la Caracas, de la República de Venezuela. Pero antes de que se atiendan los requerimientos externo, las dos partes están dirimiendo asuntos de sus políticas de honor “internas”; el gobierno litigando para que el ELN deseche el secuestro, con el que a veces hacen política y/o con el que también se financian; esta insurgencia, luchando para que a cambio de posiblemente suspender ese accionar, estos casos de las retenciones y muchos más, sean considerados desde una concepción más generosa en cuanto tiene que ver con delitos políticos y, como resultante de estos asuntos jurídicos, el ELN obtenga a cambio de sus últimas liberaciones, incluyendo la del señor Odín, el que dicha insurgencia logre llevar a la temática formal de paz, los dos gestores de paz que ya están identificados y los dos a indultar, para empezar, en cuyo trámite se está hasta el momento en que escribo este artículo.
Si se supera lo inmediatamente anterior, no solo creo que prontamente empiece el diálogo formal sobre la agenda, sino que avance y hasta culmine satisfactoriamente; pero para ello, estimo que hace falta comprender mejor que es el ELN. Lo que yo anuncio de esta insurgencia, es en buena parte, el producto de observarla cuando ésta ha estado en procesos de paz, la misma que para esos tiempos y en esos tiempos me ha oído o leído, no siempre. Como son rojos y negros, en medio de la inevitable muerte que por algún motivo nos llega, y estoy recordando a Abelardo y a Luz Marina, posiblemente, hasta ahora pierdo el contacto personalizado con dicha organización, en la cual me aceptaron, pues hay algo de empatía, el que no me enrolara en armas, pues como pacifista que soy, no las quiero ni las admito entre mis manos.
Todo lo que siga diciendo sobre el ELN, puede ser constatable quizás, por quienes tienen o tengan contacto más directo con ell@s, o accediendo por la web, a páginas o cuentas como www.eln-voces.com, www.eln-paz.org, www.ranpal.net y sus accesos como a los correspondientes twitter. Así mismo, por @ELN_RANPAL Y @ELN_RANPALcolom, esta última muy informativa. No sólo la inteligencia de los estados, también analistas nacionales y/o entes a todo nivel y los mismísimos grandes, medianos y hasta personalizados medios de comunicación, las asumen como fuentes y no pocas veces se las reconocen, como es mi caso.
El inicio de la vida prometeica de esta insurgencia se remonta a 1964. Esto fue entre algunos estudiantes y campesinos, cercanos a obreros del petróleo; pobladores como su actual primer comandante, Nicolás Rodríguez Bautista, para entonces un adolescente; al comienzos del año siguiente hacen su combativa proclama, luego también al comienzo del año siguiente se anuncia que llegó a sus filas el sacerdote Camilo Torres Restrepo, el cual pierde su vida física en combate, el 15 de ese febrero, procurando ganar su respectiva arma, norma que hoy no necesariamente se aplica, pues ya no son pocos, y ya no son tan foquistas. Ese hecho y al calor de la teología de la liberación entre católicos, ha llevado a que otr@s, también participen de esta organización, que desde hace unos 25 años, y hoy por hoy sea más dialogante que actuante militarmente.
En esta organización más o menos desde que fue dirigida por el cura Pérez ya no se hacen purgas, ante la renuncia a las armas por parte de combatientes; aunque obviamente no quieren disidencias, se les ha respetado la vida, incluso a quienes salieron como Corriente de Renovación Socialista. Por algo será, que ante esa normatividad, esta organización no se ha desmoronado, incluso luego de las intensas campañas políticas, comunicacionales y militares, para que entreguen las armas.
Hasta ahora, el ELN es la organización insurgente más societal, en eso la Farc podrá superarla, pero para ello, habrá tenido que dejar las armas; lo anterior es porque el ELN, al parecer es más clandestino, por lo que ha sido más efectivo en proteger su dirección, que aunque mucho más compartimentada, no deja de ser para sus propósitos, suficiente.
Me parece que el ELN está en muchos más espacios de la geografía nacional, que los que se dice por analistas, inteligencia militar e incluso por ellos mismo; también considero que está conformado por más gente de la que se estima. Lo que acontece es que se mimetiza o diluye socialmente con más facilidad, así como sabe hibernar, si sabe que no puede o debe combatir. Estimo que actúa en muchas partes del país, sin el afán de decir que existe y menos aún, de demostrarlo, actuando militarmente; pues me parece que el ELN es en algunos espacios y casos, como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que aunque existe y tienen vocación de poder, se sienten cómodos, buscándolo y forjándolo, al menos popularmente; por lo cual no tienen afán y así lo ha demostrado los hechos, de negociar cualquier paz, si consideran que es una paz postiza, humillante, claudicante o impuesta.
Desde que se anunció la posibilidad de reactivar de nuevo la coordinadora insurgente que posiblemente era sólo para efectos de paz, en todo caso el gobierno más aún el estado, optó por impedirla y en desechar la renegociación de la agenda existente con las Farc, para que pudiera caber los petitorios y enfoques del ELN. Así mismo, se decidió por aceptar que mejor hubiera dos mesas con dos agendas diferentes. Creo que así se quede sólo como insurgencia el ELN, esta organización a menos que las circunstancias se los exijan, respetarán y hasta por lo societal ayudarán a los requerimientos de lo que será a futuro las Farc, pues con su paz o sin ella, seguirá teniendo como horizonte, lo que más le gusta hacer, que es o llama como poder popular.
Pero si se quiere más paz, por agenda a desarrollar entre gobierno y ELN, les toca acoger mucho de lo que mandatarán desde la sociedad, desde las personas naturales y jurídicas, en fórmulas de participación como la mejorable convención nacional, de lo cual saldrán salidas a veces comunes y conjuntas a las que se estarán derivando del proyecto de paz, pues como hay limitación de recursos, al final, la tendencia es que haya un solo proceso, aunque con dos mesas, la que hubo con las Farc y la que factiblemente, pronto se anunciará oficialmente con el Ejército de Liberación Nacional, ELN.