“El sobreviviente más joven de este conflicto puede tener el mismo tiempo de vida que el conflicto mismo. Sus recuerdos de infancia, juventud y adultez han tenido puntos de quiebre en los que el derramamiento de sangre de algún ser querido y el horror de la destrucción han quedado almacenados en lo más profundo de su hipocampo”.
7 de octubre de 2023-, una de las fatídicas fechas que han marcado la historia reciente del conflicto palestino-israelí y que ha expuesto la incapacidad y culpabilidad implícita de la comunidad internacional en la escalada del conflicto que ha llegado a niveles de crueldad difíciles de asimilar.
La historia, la vida y la cultura en los últimos 76 años de Palestina e Israel se han visto reducidas al conflicto, la ocupación forzada, el desplazamiento forzoso, la retención ilegal y el martirio de miles de civiles. Cuatro generaciones han pasado por el asedio y la zozobra de ser víctimas de un ataque en cualquier momento, de ver morir a sus padres, sus hermanos, sus parejas, sus hijos, sus vecinos, sus maestros y amigos, en resumen, de ver pasar la muerte frente a sus ojos y saber que más temprano que tarde estarán cara a cara. Sin embargo, la progresión del conflicto en los últimos 8 meses (sin precedente reciente), me ha llevado a una seria reflexión:
El sobreviviente más joven de este conflicto puede tener el mismo tiempo de vida que el conflicto mismo. Sus recuerdos de infancia, juventud y adultez han tenido puntos de quiebre en los que el derramamiento de sangre de algún ser querido y el horror de la destrucción han quedado almacenados en lo más profundo de su hipocampo; pero, además, en su vida no ha experimentado más que pobreza, constreñimiento, hambre e indiferencia. Trabajando desde pequeño como recolector de residuos, fundiendo cobre, pescando en las pocas millas náuticas que puede aprovechar sin temor a ser fusilado, conoce lo que es vivir él y su familia (los que han sobrevivido) con menos de 1 euro al día, es decir, conoce lo que es vivir en la miseria. El hoy adulto mayor, creció sin un arraigo familiar y cultural, no ha experimentado la felicidad verdadera, en medio del conflicto perdió lo poco que había logrado obtener para edificar su dignidad, por lo que el sentimiento más estable que ha tenido a lo largo de su vida es el resentimiento y el deseo de lograr justicia por cualquier medio.
Asimismo, los jóvenes de dos generaciones posteriores, aquellos que eran apenas unos niños en el 2016 cuando se reactivó el conflicto armado y por varios meses, Israel los tuvo bajo el miedo, la zozobra y el bloqueo, han crecido en medio del desarraigo y la pérdida, con un sentimiento de venganza que ha quedado marcado con sangre y sufrimiento en sus corazones. “Sin nada que perder” y con una cuenta larga por cobrar, estos jóvenes son semillas cosechables en el cultivo de la guerra. Los líderes y seguidores de células fundamentalistas islámicas los acogen, los educan, los entrenan y los ofrecen el cariño, el abrigo y el alimento que el enemigo les quitó. En su vida solo tienen un objetivo: “morir en el nombre de Dios”, que en palabras menos fundamentalistas sería, destruir al que ha pisoteado mi Dios, mis creencias, mi tierra y mi dignidad. Se estima que Hamás tenía entre 20.000 y 30.000 combatientes antes de la reactivación del conflicto en 2023.
Pero ojo con el siguiente dato, según un informe de Amnistía Internacional,
“Siete meses después del fatídico 7 de octubre, más de 35.000 personas palestinas han muerto en Gaza, de las que 8.000 eran menores. Otras 80.000 han resultado heridas.
Gran parte del norte de Gaza ha quedado destruido y 1.7 millones de personas se encuentran desplazadas internamente Y el sistema sanitario ha colapsado. Al mismo tiempo, al menos 132 rehenes israelíes siguen secuestrados” (2024).
Si bien esta información ha sido suministrada por las autoridades sanitarias de la Franja de Gaza, se presume que el número de víctimas puede ser superior a las 40.000 personas, entre ellas niños, niñas, jóvenes y adolescentes que aun se encuentran bajo los escombros. 8.000(+) vidas que se han apagado de un “bombazo”, 8.000(+) menores que en un ambiente de respeto por la vida y la dignidad humana, podrían haber sido grandes científicos, ingenieros, mandatarios, estadistas; y cuando se cree que las cosas no pueden ser peor, de los menores heridos en la guerra y que logran sobrevivir, un gran porcentaje quedarán al servicio de la guerra, vivirán y “morirán en el nombre de Dios” y volverán a engrosar el número de combatientes de células fundamentalistas como Hamás.
Pero si le damos vuelta a la moneda para mirar lo que pasa del otro lado, en Israel las cosas tampoco pintan bien. El terrible ataque por parte de Hamas el 7 de octubre de 2023 y la constante retórica fundamentalista, racista y deshumanizadora del gobierno israelí en cabeza de su primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien deliberadamente ha desacatado tres resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas – ONU en la que le ordenan el cese al fuego y el inicio de negociaciones para dar fin al conflicto, quien ha ordenado bombardear colegios, refugios, hospitales y ambulancias bajo los pretextos de perseguir a miembros de Hamas y otras células terroristas y lograr la liberación de rehenes israelís, ha alimentado en la población joven de Israel sentimientos de odio y deseos de exterminio de toda la sociedad palestina. Son jóvenes que hoy sirven desde las Fuerzas Armadas o grupos organizados a la destrucción de la dignidad palestina en los territorios ocupados. Tan cierto es esto que en un informe de la comisión de investigación de la ONU
“ha afirmado que Israel ha cometido crímenes contra la humanidad durante su ofensiva contra la Franja de Gaza, incluido el de «exterminio», y ha añadido que, tanto Israel por sus actos en el enclave, como el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otros grupos armados palestinos en sus ataques del 7 de octubre, son responsables de crímenes de guerra” (Euskal Irrati Telebista, 2024).
En concreto, la comisión ha advertido que en su ofensiva y ocupación de territorios Israel ha cometido crímenes contra la humanidad, incluidos el exterminio, la persecución, el desplazamiento forzoso, torturas, violaciones tratamientos crueles e inhumanos, sin distinción alguna, además de utilizar el hambre como método de guerra. Con todo el potencial y vigorosidad que otorgan los años de juventud, estos jóvenes se convierten en sucursales del terror y el miedo.
Dicho esto, podemos concluir que las pasadas cuatro generaciones y las venideras, tanto de Israel y Palestina, han sido y serán hijos de la guerra que crecen y viven en razón de destruir y vengar la dignidad religiosa, política y cultural de cada uno de sus países, a menos que en forma de reivindicación por disparar la mecha de este conflicto, la comunidad internacional logre llegar a un acuerdo de paz con estas dos sociedades que milenios atrás coexistieron en paz en un mismo territorio.
Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/yescica-herrera-ocampo/
Referencias
Amnistía Internacional. (junio de 2024). Amnistía Internacional. Obtenido de https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/poblacion-civil-israel-gaza-oct23/?_gl=1*p1l7l4*_up*MQ..*_ga*MjEyODYwMjg1NS4xNzE4MjA2Mjky*_ga_C45V04YJ1Y*MTcxODIwNjI5Mi4xLjAuMTcxODIwNjI5Mi4wLjAuMA
Euskal Irrati Telebista. (12 de 06 de 2024). eitb.eus. Obtenido de eitb.eus: https://www.eitb.eus/es/noticias/internacional/detalle/9518843/comision-de-investigacion-de-onu-acusa-a-israel-de-crimenes-contra-humanidad-incluido-exterminio/
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