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Estimados colegas y lectores de mi columna de opinión, en esta oportunidad he decidido traer a colación un tema que me interesa desde el punto de vista legal y médico: la incursión de la medicina en el medio ambiente digital. Es por ello que en esta ocasión he decidido escribir, no tanto desde la opinión personal, sino traerles la posición de una protagonista en esta transformación, porque, en un país donde el ejercicio médico sigue anclado —en gran parte— a la consulta presencial tradicional y a estructuras rígidas de nuestro Sistema de Salud, este fenómeno comienza a ganar un espacio entre los profesionales de la salud. La Medicina Digital parece ser una vía para diversificar, educar, emprender y ampliar el alcance del conocimiento clínico más allá de los contextos tradicionales de la práctica profesional.
En ese escenario surge la figura de la Dra. Ana María Silva, pediatra especializada en sueño infantil y creadora del programa Health Revolution, quien durante el fin de semana del 5 al 7 de diciembre, reunió en el Hotel Las Américas de Cartagena de Indias a decenas de médicos en un encuentro poco convencional para el gremio: un Mastermind.
Lejos del formato académico tradicional, el evento prometía algo distinto: enseñar a los médicos a construir su propia presencia digital, desarrollar productos de salud, monetizar sus servicios de forma ética y diseñar modelos profesionales que no dependan únicamente del tiempo en consulta. Para algunos, una apuesta audaz y necesaria; para otros, un avance inevitable; para los sectores más ortodoxos, quizás un territorio sensible que exige vigilancia ética.
Pero el Mastermind pone sobre la mesa un debate profundo: ¿Puede el médico convertirse en creador digital y emprendedor sin perder rigor, ética ni credibilidad? ¿Debe hacerlo? ¿Y qué significa realmente “expandir la práctica médica” en una era dominada por algoritmos, redes sociales y educación digital?
Con esas preguntas en el aire y mientras nos tomábamos sendos tintos, conversé con la Dra. Ana María Silva para comprender la filosofía detrás de Health Revolution, el impacto real que promete a los profesionales de la salud y los riesgos y oportunidades de este nuevo ecosistema digital que cada día seduce a más médicos en Latinoamérica y el mundo.
Esta es la entrevista.
Dra. Silva, usted ha construido una comunidad amplia en temas de sueño infantil y bienestar. ¿En qué momento identificó que su rol debía trascender la consulta pediátrica para convertirse en mentora de otros profesionales de la salud?
Soy Ana María Silva: mamá de cuatro hijos, médica pediatra, speaker internacional, fundadora de Health Revolution y pionera del movimiento Despertar Médico Global. Mi misión es ayudar a los profesionales de la salud a ejercer con libertad, propósito y liderazgo digital.
Identifiqué que mi rol debía trascender la consulta cuando entendí que mi impacto era demasiado pequeño para la magnitud de los problemas que veía a diario. En consulta ayudaba a una familia a la vez, pero miles de médicos vivían agotamiento, salarios injustos y falta de reconocimiento, exactamente lo que yo también había experimentado.
Cuando mis colegas empezaron a pedirme que les enseñara cómo transformar su práctica y su bienestar, comprendí que mi responsabilidad ya no era solo acompañar a familias, sino acompañar a quienes acompañan. Así nació Health Revolution: un movimiento que une ciencia, conciencia y propósito para que más profesionales puedan ejercer con libertad y no desde el agotamiento.
¿Cuál fue el punto de inflexión que la llevó a crear un programa como Health Revolution? ¿Responde a una carencia en el sistema tradicional de ejercicio médico o a una transformación cultural más profunda?
El punto de inflexión llegó cuando comprendí que no era yo quien estaba fallando como médica, sino un sistema que exige demasiado y devuelve muy poco. Al mismo tiempo, noté una transformación cultural profunda: los pacientes buscan educación y acompañamiento en el entorno digital, pero los profesionales no fueron preparados para migrar a ese escenario.
Yo misma había encontrado en lo digital un camino de libertad y propósito, y mis colegas comenzaron a pedirme guía.
Health Revolution nació precisamente allí, respondiendo tanto a una carencia del modelo tradicional como a la necesidad de una nueva forma de ejercer y enseñar salud en el mundo actual.
Usted describe Health Revolution como un modelo comprobado de expansión profesional para médicos. ¿Cómo define exactamente este modelo? ¿Es educación, es negocio, es comunidad o combina elementos de los tres?
Health Revolution es un modelo híbrido que combina educación, negocio y comunidad, pero sobre todo es un movimiento. No es un curso ni una estrategia aislada: es una forma completamente nueva de entender cómo un profesional de la salud puede crecer, impactar y vivir de su conocimiento.
En lo educativo, brinda claridad y herramientas prácticas para transformar la experiencia clínica en productos y servicios digitales basados en evidencia.
En lo empresarial, enseña a construir modelos sostenibles y éticos que permiten prosperar sin sacrificar bienestar.
Y en lo comunitario, crea un entorno de apoyo, colaboración y propósito donde los profesionales dejan de sentirse solos y comienzan a sentirse parte de algo más grande.
En esencia, Health Revolution une ciencia, conciencia y negocio de manera coherente. Es un sistema que libera al profesional de la salud del agotamiento tradicional y le permite expandir su impacto de forma moderna, humana y sostenible.
En un entorno donde la palabra ‘marketing’ genera resistencia en el gremio médico, ¿cómo justifica incorporar estrategias de mercado a la práctica clínica sin sacrificar integridad ética ni rigor científico?
Entiendo la resistencia que genera el marketing en el gremio médico, porque durante años se nos enseñó que la excelencia clínica debía hablar por sí sola. Pero hoy los pacientes se informan y toman decisiones en entornos digitales; ignorar eso no protege la ética: la limita.
Para mí, el marketing en salud no es persuasión: es educación amplificada.
Comunicar con claridad quién eres y cómo puedes ayudar aumenta el acceso y la prevención, siempre que se haga con verdad, evidencia y propósito.
El marketing ético no reemplaza la ciencia; la potencia. No vuelve la medicina superficial; la hace sostenible y accesible para quienes más la necesitan.
¿Qué estructura pedagógica sigue su programa? ¿Se basa en evidencia, en experiencia propia, en casos de éxito o en un marco metodológico formal?
La estructura pedagógica de Health Revolution se basa en un método de ventas digitales ya validado en el mercado, el mismo que utilizan referentes como Tony Robbins, Vilma Núñez o Margarita Pasos, hoy potenciado con tecnología e inteligencia artificial.
Mi aporte fue adaptar ese método comprobado al contexto médico, porque comunicar y vender salud requiere un enfoque distinto: más ético, más preciso y siempre respaldado por evidencia según la responsabilidad de cada profesional.
A ese marco probado se suma mi propia experiencia —soy un caso de éxito del modelo— y los resultados reales de cientos de alumnos que ya lo aplicaron.
En resumen: es un método probado, adaptado a la salud y validado por la experiencia.
El Mastermind de Cartagena reunió a médicos y profesionales de la salud en un formato poco habitual para el sector. ¿Cuál era el objetivo central del encuentro y qué diferencia a un “mastermind” de un congreso médico tradicional?
El objetivo central del Mastermind de Cartagena fue reunir a profesionales de la salud en un espacio completamente distinto al modelo tradicional: un entorno diseñado para pensar estratégicamente, crear proyectos digitales, compartir experiencias reales y crecer en comunidad.
Un mastermind es un grupo pequeño y selecto donde personas con un alto nivel de compromiso se reúnen para aprender, trabajar en sus objetivos y apoyarse mutuamente desde la experiencia, no solo desde la teoría.
A diferencia de un congreso médico —donde uno asiste a escuchar ponencias y actualizar evidencia— un mastermind es participativo, no pasivo; es estratégico, no solo informativo; es colaborativo, no jerárquico; está orientado a resolver bloqueos, crear proyectos y acelerar resultados reales. En otras palabras: un congreso te informa, un mastermind te transforma.
En Cartagena, los médicos no solo escucharon contenido; diseñaron productos, ajustaron modelos de negocio, trabajaron mentalidad, construyeron marca, aprendieron herramientas digitales y compartieron retos con colegas que ya están innovando en salud.
Fue un espacio para que el profesional de la salud pudiera verse de otra manera: no solo como clínico, sino como educador, líder, creador digital y agente de cambio.
¿Qué competencias concretas se desarrollaron durante los tres días del evento?
Durante los tres días del Mastermind trabajamos las competencias esenciales para que un profesional de la salud pueda crecer en el mundo digital: marketing ético, ventas online, creación de productos de salud, anuncios publicitarios, marca personal, contenido, branding, telemedicina, liderazgo y visión.
Las conferencias incluyeron temas como Despertar Médico Global, estrategias de monetización, creación de ofertas y crecimiento en redes. También realizamos experiencias prácticas de respiración y PNL para desbloquear creencias limitantes.
El evento combinó formación y experiencias de alto nivel: cóctel de bienvenida, cena VIP, fiesta en yate, beach party y una gala con alfombra roja, creando un espacio único de aprendizaje, networking y transformación.
¿Cuál es el principal prejuicio que enfrentan los médicos que llegan por primera vez a este tipo de espacios, y cómo se trabaja para desmontarlo?
El principal prejuicio que traen muchos médicos es creer que hablar de marketing, ventas o crecimiento digital es “antiético” o incompatible con la vocación. Ven estos temas como algo ajeno a la medicina, casi como si emprender o mostrar su trabajo significara perder credibilidad.
En el Mastermind desmontamos ese paradigma desde lo práctico y lo humano: les mostramos que el marketing ético es educación, que un médico informado y visible ayuda más, no menos; y que la prosperidad no contradice la vocación, sino todo lo contrario, la sostiene.
También trabajamos herramientas de mentalidad, respiración y PNL para liberar creencias limitantes, y compartimos casos reales de colegas que ya transformaron su práctica sin sacrificar la ética ni la rigurosidad del oficio médico.
Cuando entienden que su conocimiento puede llegar a miles de personas —y no solo a quienes caben en un consultorio— el prejuicio desaparece. Y aparece algo mucho más poderoso: la libertad de crear y liderar desde un lugar sano y consciente.
Usted afirma que su método está comprobado. ¿Con qué indicadores mide ese ‘éxito’?
El éxito de Health Revolution se mide con indicadores concretos y verificables.
A nivel digital, nuestros médicos logran crecimientos acelerados en alcance y comunidad, pasando de cientos a miles de seguidores con contenido educativo ético.
En lo profesional, medimos ingresos generados por sus primeros productos digitales, tasas de conversión en lanzamientos y estabilidad financiera en sus proyectos.
A nivel educativo, vemos incremento en alfabetización digital, claridad de propósito y creación de programas de salud basados en evidencia.
Pero lo más importante, para mí, es el impacto real en la salud. Ahora muchos profesionales se dedican a educar a miles de familias con información confiable que antes solo llegaba a unas cuantas personas de consulta en consulta. Ese alcance ampliado es uno de nuestros mayores indicadores de éxito.
¿Puede compartir datos verificables sobre los logros de sus clientes? ¿Existen métricas cuantitativas que demuestren sostenibilidad y ética?
Hasta la fecha, hemos acompañado a más de 150 médicos de distintos países —especialmente en África, Europa, Latinoamérica y Norteamérica— en la creación y expansión de sus negocios digitales en salud.
En términos de crecimiento económico, tenemos casos que han alcanzado hitos de facturación de 1.000, 3.000 y hasta 5.000 USD al mes, incluso en profesionales que nunca antes habían vendido un producto digital.
A nivel de alcance, muchos comenzaron con cero seguidores y lograron escalar de manera ética y orgánica a comunidades de 5.000, 10.000 e incluso 140.000 seguidores, difundiendo información confiable basada en la evidencia.
Además, todos los alumnos implementan ecosistemas de productos digitales con procesos de pago y entrega automatizados, lo que les permite educar y acompañar a miles de personas sin sacrificar su práctica clínica ni su ética profesional.
El impacto final es enorme: estos médicos hoy llevan educación en salud a millones de pacientes en todo el mundo, democratizando el acceso a información confiable sin perder rigurosidad. Esto demuestra que el modelo es sostenible, ético y totalmente compatible con la medicina moderna.
¿Qué tipo de transformaciones —profesionales y personales— son comunes en los médicos que completan el programa?
La transformación más visible es profesional: los médicos pasan de sentirse limitados por el sistema tradicional a convertirse en educadores digitales, creadores de proyectos propios y referentes en sus áreas.
Pero la transformación más profunda es personal. Recuperan confianza, claridad y propósito. Aprenden a comunicar sin miedo, a cobrar con ética y a ver su conocimiento como una herramienta poderosa para impactar a miles de personas, no solo a quienes entran a su consultorio.
Además, desarrollan competencias modernas que la formación médica no enseña como, por ejemplo, el liderazgo, la mentalidad emprendedora, la visión a largo plazo, la alfabetización digital y habilidades para la creación de contenido educativo.
En resumen, no solo aprenden a vender un producto: se convierten en una versión más libre, más consciente y más influyente de sí mismos.

Hoy la práctica médica está inevitablemente mediada por redes sociales. ¿Considera que la presencia digital es una competencia profesional imprescindible?
No creo que la presencia digital sea una obligación para todos los médicos, ni que “sin redes” no se pueda ejercer la profesión. La medicina sigue siendo profundamente humana y muchos profesionales continúan aportando un enorme valor desde la práctica tradicional.
Lo que sí creo es que la medicina digital ya no es algo del futuro, es el presente. Y para aquellos médicos que ven en lo digital una oportunidad —ya sea para educar, innovar, ampliar su impacto o diversificar su práctica— la presencia online se convierte en una competencia estratégica, no en un requisito universal.
No se trata de que todos deban estar en redes, sino de que quienes decidan hacerlo entiendan que requiere tiempo, calidad, responsabilidad y una comunicación clara y ética.
Cuando un médico elige conscientemente entrar en el mundo digital, puede educar a miles de personas, democratizar información basada en evidencia y abrir caminos profesionales que antes no existían.
Pero la decisión debe ser libre, voluntaria y alineada con su propósito, no producto de una imposición.
Muchos temen que el contenido médico en redes se trivialice o pierda rigor. ¿Cómo se mantiene la frontera entre divulgación responsable y espectáculo digital?
Ese temor es muy común y totalmente válido. Pero la frontera entre divulgación responsable y espectáculo digital no depende del formato, sino de la intención y del estándar profesional con el que se comunica.
El contenido puede ser cercano, dinámico y fácil de entender sin perder rigor.
La divulgación responsable se basa en tres principios simples que son: la exactitud, esto es que se debe compartir información verificada y actualizada; el contexto, que es dejar claro qué es orientación general y qué no reemplaza una consulta y, finalmente, el Propósito que no es otro que educar y acompañar, no buscar viralidad a cualquier costo.
El espectáculo ocurre cuando se sacrifica precisión por clics o muchos “likes”.
Mi regla es sencilla: si un paciente aprende algo útil y un colega reconoce que la información es correcta, entonces estamos en el lado adecuado.
¿Qué mecanismos éticos y de autorregulación recomienda a un médico que decide monetizar servicios digitales de salud o bienestar?
Monetizar educación o servicios digitales en salud no es un problema ético en sí mismo; el desafío está en cómo se hace. Por eso recomiendo adoptar mecanismos claros de autorregulación, como lo son la transparencia absoluta: explicar siempre qué es educación general y qué no sustituye una consulta médica; tener límites profesionales definidos: no diagnosticar ni prescribir por redes sociales; tener la evidencia actualizada: todo contenido debe basarse en ciencia; proteger la privacidad y los datos: nunca compartir información sensible y tener integridad y ser realistas con las promesas: evitar mensajes exagerados o “resultados garantizados” imposibles de lograr.
Cuando estas reglas se cumplen, la monetización no solo es ética: es una forma moderna y responsable de ampliar el acceso a educación en salud sin reemplazar la relación médico–paciente.
¿Dónde traza usted el límite entre teleorientación, educación digital en salud y telemedicina regulada?
El límite está en la intención y el nivel de personalización. En la educación digital la información es general para un público amplio. En cambio, la teleorientación es una guía más específica, pero no clínica; no hay diagnóstico. Por último, la telemedicina regulada es un acto médico completo, que implica elaborar una historia clínica, un consentimiento informado, hacer una prescripción, y todo lo que implica hacer una atención clínica responsable.
Algunos sectores consideran que modelos como el suyo pueden “comercializar” la medicina. ¿Qué responde?
Entiendo esa inquietud, pero es una lectura incompleta. Construir una marca personal no convierte al médico en un producto; lo convierte en un referente confiable en un entorno saturado de información dudosa.
Una marca profesional bien construida educa a gran escala, genera confianza, permite encontrar información de calidad y amplifica la ética.
Lo que realmente “comercializa” la medicina es trabajar sin límites, de forma mal remunerada y sin tiempo para educar. Ser visible no es perder vocación; es multiplicar el impacto de la salud.
¿Qué riesgos identifica en la adopción masiva de modelos de negocio digital para médicos?
Como en cualquier transformación, existen riesgos reales que deben atenderse con seriedad, algunos riesgos son, por ejemplo, la información sin evidencia, la confusión entre educación y acto médico, la competencia desregulada o desleal y caer en la banalidad de crear contenidos superficiales solo por priorizar la viralidad en redes.
Por eso insisto en la formación ética y regulatoria, en definir límites entre teleorientación y telemedicina, y en la responsabilidad individual del profesional.
El modelo digital no es el riesgo; el riesgo es no hacerlo con criterio, evidencia y ética.
¿Ha encontrado resistencia institucional o gremial? ¿Cómo dialoga con los sectores conservadores?
Sí, es natural que exista resistencia cuando una industria tan tradicional enfrenta un cambio tan profundo. Muchos temen que lo digital reemplace lo clínico, cuando en realidad se complementan.
Mi forma de dialogar es desde la evidencia y el respeto. Yo prefiero mostrar el impacto real, declarando límites éticos, diferenciando educación de atención médica y demostrando que un médico con presencia digital no quita pacientes, sino que educa, previene y amplía el acceso a la salud.
No busco convencer a todos. Busco sumar a quienes ya ven que la salud necesita nuevos canales, lenguajes y liderazgos.
Desde su perspectiva, ¿cómo se verá la práctica médica en diez años?
La consulta presencial seguirá siendo fundamental, pero ya no será el único eje.
En los próximos diez años veremos un ecosistema híbrido que combinará la atención presencial, la telemedicina regulada, la educación digital, la prevención apoyada en tecnología y la interacción continua con pacientes mediante herramientas virtuales.
La medicina del futuro no separará lo presencial de lo digital, seguramente los integrará para humanizar más y llegar más lejos.
Si tuviera que sintetizar en una frase la invitación central de su programa a los médicos, ¿cuál sería?
“Ejerce con libertad, propósito y liderazgo en el nuevo ecosistema digital.”
P.D. No dude en escribirme sus comentarios a mi cuenta de X @sanderslois














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