Hazlo sin que te vean

Llueve y es un hecho celebrado por todos pues la sequía periódica que llega con el fenómeno del niño va quedando atrás sin que se hayan desvanecido por completo sus efectos. celebramos y volvemos a sentir lo mas parecido al frio que se puede en estas tierras del trópico que igualmente en la ciudad, Medellín, nunca es verdaderamente acuciante como tampoco lo es el sofoco veraniego.

con las lluvias llegan también las noticias de las crecientes, aludes y arroyos en diferentes partes del país pues en estas tierras se pasa de la sequia al diluvio en un cerrar de ojos y es una historia de nunca acabar que se repite puntualmente con cada época de lluvias recordándonos que algo no estamos haciendo bien. Recordaba una en especial en el año 1990, año complicado y difícil para la ciudad como lo habían sido los años anteriores y lo serian los precedentes, donde el retumbar de los carros bomba eran habituales y no se esperaba que ello terminara sino más bien cuando y donde seria el próximo en explotar.

Estaba en casa de mi abuela a la cual visitaba regularmente pues vivía cerca de la mía en un barrio que era y es de clase media alta, donde los hechos que acaecerían luego eran inesperados e inexplicables. Eran las diez de la noche cuando un fuerte vendaval comienza a azotar a la ciudad, nada raro para esa época del año, pero simplemente se esperaba que pasara y ya. Estaba mirando llover y los arroyos correr por ambos lados de la calzada para caer en las coladeras como era habitual, pero como el aguacero estaba bien nutrido estos eran mas grandes de lo normal.

Al poco tiempo se podía notar que la calle parecía cada vez mas a un rio y aquí no estoy recurriendo a ninguna figura poética o a la exageración paisa pues al poco tiempo ambos arroyos se juntaron transformándose en un caudaloso torrente que con furia arrastraba autos, muebles y rocas. Algunos ebrios no perdieron la oportunidad de divertirse tirándose al arroyo que los arrastraba aguas abajo hasta un punto donde podían salirse, uno de ellos casi sigue derecho salvándose por poco de ser arrastrado sin control y seguro con un destino incierto. Se había crecido y desbordado una quebrada, la Ana Díaz y entonces al enterarme me entró la angustia por lo que hubiera podio ocurrir a mi familia pues vivíamos sobre su retiro, después de dos horas logro comunicarme con ellos y entonces puedo descansar en paz. paradójicamente no se habían dado cuenta de que habían estado en grave peligro pues inmediatamente detrás se había formado una enorme presa que había obstruido la cobertura de la quebrada, llegando a entrar el agua por la ventana de mi cuarto el cual se encontraba a unos veinte o treinta metros mas arriba de la superficie del arroyo.

Ya tranquilo me fui a dormir para descubrir en la mañana que el barrio y los barrios vecinos, sin importar si estos eran ricos o pobres, estaban ahora convertidos en un enorme basurero, en una playa maloliente donde los muebles viejos sobresalían de las montañas de arena y piedras, pudiendo encontrarse incluso las posesiones de alguna persona. En ese sector de la ciudad las victimas fatales fueron tres y los damnificados más, sobre todo hacia el sector de belencito y el corazón donde la creciente se llevó varias casas y un puente y las clases de los colegios fueron suspendidas por una semana mientras eran retirados los estragos de la creciente. Luego de pasar esos días saltando sobre las enormes playas todo volvió a la normalidad.

La causa fue múltiple. Por un lado, la imprevisibilidad de los cauces de montaña que pueden arrastrar gran cantidad de materiales, pero una clara fue la enorme cantidad de escombros y basuras que asfixiaban los cauces de la ciudad que con la crecida y las rocas que bajaban crearon la enorme represa que se desbordó y ocasionó los estragos relatados. Ese mismo o día también ocurrió lo mismo en la iguana y algunas otras quebradas y se repitió varias veces en diferentes sectores de la ciudad en los días subsecuentes para poner de manifiesto que las quebradas nos devolvían lo que amargamente habíamos arrojado en ellas y que claro está, no eran cariños y  quedando manifiesto la necesidad de no arrojar mas basuras a los cauces y en general a ninguna parte, un nuevo aprendizaje para una cultura donde te decían y todavía te dice tu madre cuando encartado con la envoltura del helado que recién te compró, arrójalo, pero sin que te vean.

En esa época, con las complicaciones de orden público, con la construcción del metro parada y en vilo, en medio de la crisis se pone de manifiesto de que se tiene que limpiar el cauce del rio y las quebradas sin esperar y que además no se puede volver a ensuciar para evitar nuevas tragedias. Por un lado, se decide descontaminar las aguas del rio terminando el sistema de alcantarillado con el tratamiento del agua servida y recuperación de las cuencas, dándole la primera función a las empresas publicas de Medellín y la segunda al instituto mi rio creado para ese fin.

En el año 1.992, en mi ultimo año de secundaria, para mi desazón y el de mi familia debo prestar el servicio militar, una obligación ineludible en ese entonces en el país y bastante amenazadora en ese entonces donde Colombia era catalogado como estado fallido, con conflictos por doquier y si ni en casa se podía estar seguro, ¿qué pensar estando en un bando beligerante? después de tres meses trágicos en la policía en los que del cuello de cada uno de nosotros pendía un letrero: “vale por tres millones, páguese al portador” nos trasladan para el ejército para cumplir con las funciones de la misma policía que en ese entonces estaba atrincherada peleando por sobrevivir y una de esas funciones, una que siempre ha sido poco acatada, era el control y cuidado de las normas ambientales y por ello terminamos algunos de nosotros trabajando en el naciente instituto mi rio.

Nuestro trabajo consistía en custodiar las riveras tanto del rio como de sus afluentes, que se cumplieran normas como que las volquetas llevaran carpas para impedir que el material particulado escapara, que no se arrojara basura o escombros lo cual resultaba arduo pues se consideraba y tristemente hoy todavía se considera a ellos como depositarios de toda la porquería que producimos, aunque como al comienzo de esta historia termine devolviendo todo, en ese entonces incluso muchas veces los muertos los cuales bajaban por el cauce de manera frecuente.

Una semana al mes la dedicábamos a labores de documentación, recepción de denuncias y capacitación ambiental y en este caso en particular me encomendaron la misión de generar contenido didáctico para ello por lo que estuve muchas semanas metido en la biblioteca rescatando información acerca de la situación del rio, cuanto aportaba la industria y el sector residencial en ese entonces, cuáles eran los niveles de oxígeno en cada sector y muchas otras más, también que se planeaba construir la primera planta de tratamiento de aguas servidas, le actual planta de san Fernando y que ya en 2005 estaría construida la segunda planta mas grande en el norte del valle, la actual planta de Niquía y que en realidad estuvo funcional solo hasta el 2019 casi quince años del primer plazo propuesto, lo que nos da a entender cual era la prioridad que se le daba a ello. También visitamos y conocimos los procesos de reciclaje, como en Moravia se organizaban los recolectores en esos entonces muy estigmatizados y conformaban cooperativas y como se reciclaban muchos materiales en la industria, en especial el vidrio.

Luego de este traumático periplo, el tres de diciembre de 1993, el día después de que pablo escobar cayera enfrentando el bloque de búsqueda, estaba ya fuera del ejército. Una nueva era, nuevos retos, por fin La universidad, pero fueron también años complejos. Comienzo a estudiar ingeniería eléctrica, pues los procesos de generación eléctrica me habían fascinado: limpio, Elegantemente simple, Contundente y colosal, todo belleza en ello.

Para el trabajo final de centrales térmicas debíamos diseñar, en grupos, una central que cubriera toda la demanda de la ciudad de Medellín utilizando una fuente diferente para ello, y bueno, a mi grupo le tocó trabajar con el carbón llegando a unas conclusiones bastante interesante y que en cierta forma sería premonitorio pues luego trabajaría por un buen tiempo en el sector carbonífero; sin embargo, lo que es relevante para esta historia es lo que pudimos intuir del trabajo de unos compañeros que trabajó con la basura.

La primera conclusión es que era muy difícil producir tanta energía eléctrica usando la basura como combustible pero la segunda conclusión es que si bien no era alcanzable el primer propósito se conseguía un beneficio asociado todavía mayor y es que se reducía sustancialmente la carga de basuras que llega al relleno sanitario que era y es hoy todavía el de pradera ubicado en el municipio de Barbosa. Se puede alegar hoy que quemar la basura es un grave error más, sin embargo, hacerlo en un horno donde además se puede contener el particulado con ayuda de un ciclón, estructura diseñada para tal fin. Se puede alegar hoy que la liberación de dióxido carbónico a la atmosfera podría empeorar el efecto invernadero, mas sin embargo, la descomposición de la basura genera grandes cantidades de metano, gas que es inclusive mas perjudicial en ese aspecto y sin contar con los lixiviados que contaminan las aguas de una forma bastante severa. Además de la casi nula producción de metano y lixiviados, el paso de la basura por el horno la convierte en cenizas con una reducción bastante considerable de volumen y una incorporación mucho más rápida a los ciclos naturales de toda esa materia aumentando considerablemente la vida útil del relleno y mejorando el fuerte impacto tanto social como ambiental que dichos lugares generan y sumando además la generación de energía.

Esta no es una idea novedosa pues, de hecho, ya está implementada en muchos lugares desde hace mucho, pero su implementación en el ámbito local podría resolver en parte el enorme problema de los rellenos sanitarios. Como parte del trabajo, pero ya de forma voluntaria, hicimos la propuesta a empresas varias, quien es la encargada del manejo de las basuras en la ciudad, pero no se presto demasiada atención al asunto. Preferían en ese entonces no cambiar y simplemente llenar pradera y que luego simplemente se buscará un nuevo lugar, como si eso hoy fuera tan fácil y menudo problema nos dejó. Tiempo después se comenzó a barajar esa posibilidad y creí que por fin se había llegado a la sensatez más sin embargo después de mojar un poco de tinta todo volvió al mismo punto. Hoy de hecho, hay tecnologías mas interesantes como los reactores de biomasa, entre otra infinidad de cosas que se pueden hacer con la “basura”, pues la idea no es quemarla toda, sino la fracción que no se pueda aprovechar de otras formas más productivas.

Tiempo después, en el ejercicio de mi profesión descubrí que el manejo de los rellenos y la iluminación publicas dejan grandes ganancias a algunos contratistas en nuestro país los cuales han montado alrededor un monopolio a cuenta de conseguir contratos con clausulas leoninas que los hace inexpugnables. Entre la desidia y la resistencia parece que buscar esas soluciones es un imposible hoy. No es el caso de nuestra ciudad donde esas actividades las realiza el consorcio de empresas publicas de la ciudad, el grupo EPM y eso nos da la esperanza de que al menos aquí, si las políticas públicas se orienten hacia allá, podamos hacer la diferencia.

El coste de las políticas medioambientales hace apenas unas décadas era visto como una carga onerosa para las ciudades y empresas pero hoy y con cada día que pasa más, es visto como una necesidad e incluso ya se ve como una gran oportunidad, pues ofrecen beneficios como mayor eficiencia energética, mejorar la disponibilidad de recursos escasos como los metales, el vidrio (quien lo creyera) u otro que empiezan a serlo como el agua, industrias que invierten en el conocimiento y generan valor agregado, mejores condiciones del espacio público para uso de los ciudadanos y visitantes, ahorro de espacios además de la misma preservación del medio ambiente y control de los procesos de deterioro ambiental que ya es de por si un logro gigante en una ciudad que además del manejo del agua y las basuras tiene déficit de espacio público, problemas con el aire, presión inmobiliaria hacia las pocas áreas verdes, efectos de isla térmica entre otros varios problemas asociados al manejo ambiental.

¿qué hace falta? Lo primero es trazar el objetivo mas allá de proyectos de papel e irse encaminado a convertir el manejo de las basuras y en general el manejo ambiental en una política de ciudad, convertirlo o recuperar ello como una marca de ciudad, que el hazlo sin que te vean que nos enseñaron de niños para deshacerse de la envoltura del helado se convierta en anatema, favorecer e invertir en metodologías ingeniosas para asumir los problemas medioambientales. Nos enorgullecemos y no sin razón por haber recuperado la ciudad después de trasegar por los lugares mas oscuros, este no es un reto inferior y creo que debemos buscar transitar por esa senda.


Todas las columnas del autor en este enlace: Luis Guillermo Arboleda

Luis Guillermo Arboleda

Aunque soy ingeniero de profesión y nunca arrepentido de ello, graduado de la universidad de Antioquia y fanático del rugby, la inquietud por la literatura, el arte y la historia y muchas de las más variadas formas de hablar del mundo siempre estuvieron y están hoy presentes en mí. En un mundo donde lo ecléctico se desecha, aunque hace más falta que nunca. se hace un intento en recomponer la conexión entre los saberes, las conexiones con lo que somos.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.