En los últimos doce meses, la inflación en Argentina trepó al 58%. Es decir, los precios promedio hoy son 58% más altos que el año pasado. No obstante, en alimentos y bebidas la subida es un poco más alta: 62,1%.
Frente a este escenario, desde posturas ultrakirchneristas se está pidiendo que se suban las retenciones al campo: los impuestos que se cobran cuando un exportador de trigo, por ejemplo, vende su producto al extranjero.
El objetivo es que dicha medida ayude a bajar algunos precios clave del consumo popular.
¿Serviría hacer esto? Lo analizamos a continuación.
La promesa del aumento de retenciones
Producto de la invasión de Rusia a Ucrania, los precios de algunos commodities en el mundo subieron marcadamente, especialmente durante el mes de marzo. El trigo fue uno de los productos más impactados, llegando a cotizar por estos días a USD$ 460 la tonelada. También el maíz y la soja subieron, al igual que el gas y el petróleo.
Lo que promete la medida de subir las retenciones, hoy en esta escala: soja 33%, trigo 12%, maíz 12% y girasol 7%, es “divorciar” el precio internacional del precio local; ergo, si el mundo paga USD$ 460 la tonelada de trigo (Fuente AQUÍ), nosotros paguemos menos.
¿Cómo funciona? Hoy las retenciones están en 12% para el trigo. Es decir que de los USD$ 460 que cobra el exportador por vender una tonelada de trigo, el Estado se queda con USD$ 55. Esto le brinda al productor de trigo la opción de venderlo a 460 dólares al extranjero, con lo cual se queda con 405, o bien vender el trigo directamente a 405 dentro del país y evitar el impuesto.
El pedido del kirchnerismo consiste en aumentar aún más las retenciones. Supongamos entonces que estas se van al 30%. Entonces, con la misma lógica, el Estado se queda con 138 por cada tonelada exportada, y el exportador se quedaría con las opciones de vender a 322 en Argentina o a 322 (460-138) en el extranjero.
Así, el precio en el mundo seguiría siendo de USD$ 460, pero acá estaría en USD$ 322.
¡Magia! ¡Subimos los impuestos y bajaron los precios! Obviamente, esto no funciona así y por muchos motivos.
Efecto insignificante
El primero es que, si el objetivo es combatir la inflación, incluso suponiendo que todo sale bien con esta política, a esta no le va a hacer ni cosquillas. Un análisis de la Fundación FADA muestra que, si se subieran en 10 puntos las retenciones al trigo, bajaría –por única vez– el precio del pan en un 1,3%. Acto seguido, los precios en pesos seguirían subiendo producto de la inflación.
Ahora bien, incluso si dicha pequeña baja ocurre, solo afectaría marginalmente al rubro “alimentos y bebidas” de la canasta de bienes que mide el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos). Este rubro aumentó un 28% en lo que va del año. Pero, ¿qué pasa con todo lo demás?
En el mismo período, el rubro educación subió 32,6%, el rubro prendas de vestir y calzado 29%, y hoteles y restaurantes 24,8%, y así tenemos al menos diez rubros distintos que aglutinan los millones de bienes y servicios que se venden en el país.
¿Quién puede realmente creer que vamos a resolver este problema con un precio más barato para el trigo?
Menor oferta es igual a precios más altos, no más bajos
Otro tema son los costos que conlleva el aumento de retenciones. Es que como todos saben, ponerle un impuesto a cualquier cosa tiende a reducir las cantidades producidas de esa cosa. O sea que el productor de trigo podrá vender en el mercado interno a USD$ 322 lo que afuera vale USD$ 460 una vez, pero, ¿qué va a pasar cuando tenga que volver a sembrar para producir trigo?
Probablemente busque mejores alternativas para invertir su trabajo y su capital. Finalmente, esto hará que haya menos trigo producido y a la larga provocará que el precio termine subiendo de todas formas.
Algo así pasó con el mercado de la carne. En el año 2006 el presidente Néstor Kirchner y su Ministro de Economía, Roberto Lavagna, directamente suspendieron las exportaciones de carne para que los productores vendieran fronteras adentro “cuidando la mesa de los argentinos”. En el corto plazo, el precio de algunos cortes de carne bajó, pero a largo plazo la medida fue totalmente perjudicial (Fuente AQUÍ).
En el campo se liquidaron diez millones de cabezas de ganado y los precios subieron de todas formas. El kilo de asado de tira –por ejemplo– subió 850% entre diciembre de 2006 y octubre de 2015, mientras que el salario privado de la economía subió solamente 648% en el mismo período. Restringir exportaciones no solo rompió la producción, sino que no cuidó tampoco la mesa de los argentinos.
Menos dólares
Un tercer efecto derivado de subir los impuestos a las exportaciones es que ingresarán menos dólares al país. Esto es particularmente contradictorio en un gobierno que dice que la forma de crecer es hacerse de mayor cantidad de dólares para superar la “restricción externa”.
Si se suben las retenciones, el mayor castigo impositivo se sumará al cepo cambiario, que funciona también como un suculento impuesto a toda venta al extranjero. Todos estos palos en la rueda existentes para exportar reducen las exportaciones respecto de lo que podrían ser.
Cuando a fines de 2015 se eliminaron tanto las retenciones a la exportación como el control de cambios, las exportaciones crecieron por primera vez en cuatro (4) años. Tras caer sostenidamente desde 2011, comenzaron a crecer nuevamente en 2016, una vez se liberó al sector de estas dos trabas impuestas por el gobierno.
Quiebre del sistema de precios
Por último, las retenciones son impuestos distorsivos que atacan la función fundamental que tienen los precios en una economía de mercado. Es que, si sube el precio del trigo, o de cualquier otra cosa, esta es la señal que necesitan los productores para producir más trigo.
Gracias a que sube el precio, entonces, podrá aumentar la producción. Lo que conseguirá el gobierno con más impuestos es impedir esta nueva producción y, por tanto, reducir el crecimiento potencial de la economía junto con la creación de empleo.
Para ir cerrando, ¿debe el gobierno subir las retenciones para bajar los precios? No, de ninguna manera. Hacerlo no bajará un ápice la inflación, y generará costos en materia de producción, empleo e ingreso de dólares, nada de lo cual puede permitirse un país como Argentina.
La versión original de este artículo apareció por primera vez en el portal Infobae: Hacemos periodismo, y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.
Comentar