“Su vida es ejemplo para que jóvenes construyamos, como él, un país ajeno de la violencia y fraterno con la paz.”
Este pasado 13 de agosto, se cumplieron 26 años del asesinato de Jaime Garzón, un hombre carismático, crítico, inteligente y, como si fuera poco, arquitecto de la paz.
Su vida es ejemplo para que jóvenes construyamos, como él, un país ajeno de la violencia y fraterno con la paz.
Gracias a su labor como periodista, la cual combinaba muy bien con el uso de sus personajes, lograba llegar a la Colombia profunda: a la señora que atendía en la panadería, al señor que embolaba zapatos, al celador que, pendiente a su radio, cuidaba el edificio, entre otras personas del día a día. Esa característica valiente y mordaz que Garzón realizaba en televisión o en radio, desarrollaba algo que como colombianos nos falta: el pensamiento crítico.
Junto a esa labor, Jaime realizó algo excepcional que nos une como humanos y es la capacidad de que, a través del sufrimiento, entendemos la vida del otro y, tocando las fibras más profundas del ser, olvidamos las individualidades para trabajar por un objetivo en conjunto.
Eso hizo Garzón, su preocupación por la paz de Colombia era tan inmensa que no le bastaba solo con su oficio en la televisión, por eso, aprovechando su figura destacada en la política nacional, decidió ayudar en la liberación de secuestrados, aunque muchos se quieren inventar una leyenda negra sobre esto y es decir que cobraba los rescates.
Lo anterior – sobre que cobraba los rescates- es falso. Él trabajó genuinamente por los demás y, como buen demócrata, era empecinado por la paz y reconciliación.
Repasando algunas de sus características y justificaciones axiológicas motivadas por un país diferente, Jaime nos enseñó algo que Hoy no hacemos y nos hunde en violencia: respetar las diferencias de pensamiento.
Al poder convivir con esa pluralidad de pensamiento, sin necesidad de matarnos, estamos diseñando una de las partes fundamentales de la política.
Tal vez, por eso mataron a Garzón, porque, a diferencia de muchos, pensaba que podríamos solucionar nuestras diferencias hablando y no matándonos. Hacer eso, que creía Jaime, es un verdadero reto, y, aun mas, hoy cuando nuestro país vive de la violencia sembrada de unos “odios heredados”.
Su muerte no lo calló, lo inmortalizó, pues quienes creían que silenciarlo acabaría con él, se equivocaron. Muchos jóvenes lo tenemos como referente, lo que hace que olvidarlo sea imposible.
Con base en lo anterior, muchos seguirán sus pasos -yo incluido- y nos conduciremos al país que soñamos, no sin antes, enfrentar esa gran prueba que tenemos hoy y que se ha llevado a muchas personas diferentes.
Por eso, entender a Garzón no solo nos conduce a conocerlo a él, sino que nos lleva a actuar por un país que quería él.
Su memoria quedará intacta, y su legado vendrá con mas fuerza y entenderemos, por fin, lo valioso que es creer en la vida y en los demás, como lo hacía él.
NOTA APARTE:
El lunes pasado, falleció el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, un hombre inteligente con una característica particular: no era sectario y generaba acuerdos.
Miguel repite la misma historia de su madre, pues muere dejando a un niño de 4 años- edad que tenía él cuando su madre murió.
Su deceso -como el de Jaime- debe enseñarnos que la diferencia crea e innova y no por eso debemos acabarla. Pero, lo mas lamentable de todo esto es que seguimos enfrentados, producto del trabajo de políticos que se han empeñado por dividir el país, volviéndolo más violento y alejándonos de la posibilidad de disentir.
Miguel Uribe Turbay, descansa en paz.
Comentar