Aunque desde el punto de vista teórico el pacto de paz con las Farc no es totalmente positivo o negativo, si ofrece de entrada unos indicadores de disminución innegables en materia de proyección de víctimas de sangre, no solamente entre los que eran contendientes, sino también y sobre todo entre los que no estaban en beligerancia.
Se abona igualmente como algo de positivo a esta paz, que además de dejación de armas por parte de dicha insurgencia, se producirán algunos cambios en lo agrario, en participación política, en reenfoques ante el problema del narcotráfico, en resarcir hasta cierto punto a las víctimas y, en catalizar mejor vida también a comunidades con la incorporación normal de estos mandos y guerrillerada a su vidas económicas, sociales, políticas, culturales y ambientales.
De acuerdo a la teoría de la paz, esta es algo negativa, pues el estado siempre tiende es a desarmar, ha recatear los compromisos e incluso a incumplirlos, y más con una oposición de ultraderechas como la que se fortalece también en nuestra Colombia y que se constató no solamente con el triunfo del no en el plebiscito y su reiterado rechazo sobre lo nuevamente renegociado, porque sus voceros y líderes todos están pensando en que eso es lo que les conviene de cara a las próximas elecciones del 2018, que de lograr el control del ejecutivo y el legislativo, haría aún más negativa los resultados sociales del acuerdo de paz.
Y es que esta paz es algo negativa pues quienes dejarán las armas no lograron mayor cosa ni siquiera en relación con sus supuestos 100 puntos mínimos en lo agrario, igualmente en los 100 puntos mínimos en lo político, así como en los 50 puntos mínimos en relación al tema del reenfoque del problema del narcotráfico, material que se mantuvo por años en la consultable Web en www.pazfarc-ep.org. Hasta el momento logran poco, lo más notorio es que tendrán organización o partido político y con alguna representación parlamentaria, donde toda esa producción de propuestas que divulgaron mientras estaban dialogando, les quedará como material temático para su posterior quehacer político y social.
Para mí y quizás para el país, lo fundamental que se logró, fue el llevar a las partes y en especial al estado colombiano, a reiterar y renovar los compromisos incluso ante la comunidad internacional en materia no solo de derecho internacional humanitario, sino en general en todo lo concerniente a derechos humanos; así por ejemplo, con el obligante Pacto de Derechos Civiles y Políticos y con el aplicable a mediano plazo Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Con todo y ello, yo soy defensor y adepto al proceso de paz con las insurgencias y en particular con las Farc, pues observo que en respuesta a su desproporcionado accionar militar, se derechizó la patria, que por demás sirvió de pretexto a algunos de quienes les adversaron a que agenciarán y/o materializaran el despojo de tierras y bienes en campos e incluso en ciudades, favoreciendo el neoliberalismo económico, abonando su aplicado extractivismo con lo cual casi siempre se menosprecia y hasta se subyuga las economías populares; así mismo generó el desencanto por las fuerzas políticas progresistas y de izquierdas, así como la represión a la con frecuencia legítima protesta social.
Ciertamente las Farc con este proceso de paz han aumentado en aceptación pública de un 3 a más de 15 por ciento, esto aunque se tardaron en hacer de este una más directa, constante y permanente participación de la sociedad, como si lo demanda el diálogo con el ELN, que se ha venido retrasando, asunto que serán parte de la materia de mi próximo escrito.
Las Farc podrán sostener algo de esa aumentada aceptación, gestionando fórmulas como incluso con su resarcir a sus víctimas, a través del trabajo social que harán sobre las correspondientes comunidades donde impactaron no sólo como actores militares. Como es muy elevada la antipatía hacia esta organización y el establecimiento se realinderará aún más para contra restarla, recurriendo a todas las vías como ya lo ha hecho, no la tendrá fácil, en su nueva presencia política y social ya sin armas.
Lo anterior se explica en que el gobierno nacional hizo respetar sus líneas rojas, que fueron aunque no se lo reconozcan la versión actualizada santista de los tres huevitos uribistas, por ello no se corrigió y reguló las contraindicaciones de la economía extractiva, tanto en lo minero-energético como en cuanto a monocultivos agroindustriales. Tampoco, por ejemplo, se hizo límites a la extranjerización de la tierra, ni hubo los cambios alegados sobre la doctrina y el establecimiento de lo militar, ni se problematizó el renegociar la deuda externa. Igualmente, no se les aceptó lo de elección popular de fiscal, procurador y contralor; menos lo de tener delegado directivo por ejemplo en el Banco de la República.
Afortunadamente el gobierno no les aceptó lo de refrendación mediante una nueva Asamblea Nacional Constituyente pues evidentemente esta habría sido hasta ahora regresiva, como regresiva si es la actual reforma tributaria ya aprobada, pues esta con el lesivo aumento del IVA del 16 al 19 por ciento, golpea especialmente a los más pobres de la patria, mientras por doctrina neoliberal se les reduce en materia impositiva, a quienes cuentan con el gran capital transnacional o nacional.
Hasta hoy la correlación de fuerzas da como resultados que el acuerdo de paz es constitucional, que se haya aprobado la ley de amnistía e indultos para ciertos y plurales victimarios y con manejo diferencial para agentes de la fuerza pública, que prosigue el trámite del tránsito hacia el pre agrupamiento y de cara hacia las zonas y puntos de normalización y con el correspondiente futuro cumplimiento de la dejación de las armas por parte de dicha organización.
Como se puede observar desde el mismísimo título de este escrito, mi concepción de la paz es compleja, pues es el resultado de estarla anhelando, buscando, considerando e incluso gestando desde 1990. Así por ejemplo, últimamente llevo los últimos cuatro años retomando el tema y replicando por algunas redes sociales, cuanto avance en multimedios noticioso estimo sobre el asunto, donde incluyo a título de observador y sin exclusión, todas las miradas con todas las tendencias a mi alcance y a lo cual doy la mayor de las prioridades; si quieren me encuentren en algunas redes sociales. En Twitter en @2010_jorgei y en Facebook simplemente como Jorge Valencia.