El alcalde Jorge Iván Ospina adoptó en su plan de gobierno diversas tareas relacionadas con el medio ambiente -por lo menos, así lo develó en su discurso de posesión-. Una de las tareas importantes de esta administración, es la descontaminación y la recuperación del rio Cauca en conjunto con la terminación del proyecto Jarillón, donde tenemos familias en condiciones humildes, junto a una gran población desplazada forzadamente por la guerra en el campo colombiano y que deberán ser atendías lo más pronto, con todas las garantías que señala la ley para ofrecer un mejor hábitat donde tengan acceso expedito a la salud, educación y el trabajo que permita salir de todo riesgo natural y social, según Ospina, para dar por culminado este proyecto solo faltaría al rededor del 21%.
A lo anterior, se suma una política pública de protección animal, al igual que una solicitud hecha al concejo para declarar de utilidad pública todos los predios que están cerca al parque de la salud (río Pance), con el ánimo de no urbanizar esta zona protegida -con la que atenta el extractivismo urbano-; porque “en épocas de antropoceno, cambio climático y desastres naturales debemos ser responsables con nuestros habitantes y con una generación que demanda nuestro compromiso por cuidar- lo que él ha denominado para Santiago de Cali- la casa común”.
En la actualidad, la formación y la participación ciudadana sobre los problemas medioambientales debe transmitir un grado de conciencia que no solo se solventa con la implementación de programas institucionales de capacitaciones en los escenarios tradicionales, sino con acciones concretas que deberán llevarse a cabo en el territorio con los ciudadanos que viven el inconveniente día tras día, en otras palabras, una administración en las calles puede llegar hacer la resolución de un conflicto ambiental que alcanza su participación más directa con la democratización de un problema que se identifica a tiempo, pero que a la vez, en los términos del profesor Reinaldo Giraldo construye ciudadanías ambientales en una espacio que da lugar al civismo verde.
Bajo este escenario se encuentra Santiago de Cali, y empieza por segunda vez la administración del médico Ospina. Sin duda alguna, el diagnostico que se tiene sobre el planeta, da cuenta de unos pasivos ambientales que coloca a la especie humana en peligro de supervivencia. Es por eso que cualquier medida que se tome al respecto, debe ser acompañada por sus habitantes. Es decir, adelantar espacios de dialogo es la ruta común que puede articular la comunidad, procesos colectivos, universidades e instituciones educativas con la alcaldía de Ospina.
Finalmente, el primer punto de la agenda ambiental en la Cali Distrito Especial deberá ser el culto por el agua. Ya nos decía el maestro Alfredo Jalife-Rahme: “El asunto del agua, visto en forma integral, forma parte tanto de la cosmogonía sagrada, en el más extenso significado civilizatorio y humanista (…) su jerarquía suprema pertenece a la esfera de lo trascendental, que excluye el simplismo reduccionista de cualquier mercantilización profana”. Una ciudadanía ambiental en simbiosis con el agua, es la tarea más urgente para combatir el antropocentrismo que se esconde en cada uno como seres ególatras y egoístas; donde cada vez más, aflora el consumo desmesurado y depredador por este bien común. Entender que no somos sujetos aislados ¡Somos seres humanos, somos naturaleza!