Hacer minería basados en la ciencia

José María Dávila Román

“Algunos movimientos ambientalistas se asemejan con estas prácticas religiosas porque no promueven la búsqueda de la verdad ni el respeto por la diferencia. Sólo les interesa imponer su verdad”.


Hasta finales de la Edad Media, en Occidente, no había grandes avances científicos. Yuval Noah Harari, en Homo Deus, relata que, en esa época, el hombre trataba de buscar las respuestas a las preguntas que lo inquietaban en las sagradas escrituras, sea católica, judía o islámica. En Occidente, como ahora, era predominante la religión católica y su matrimonio con los reyes hacía que los sacerdotes monopolizaran el conocimiento y limitaran el acceso al resto de la sociedad como una manera de influenciar e imponer sus visiones a las mayorías sin aceptar ningún tipo de cuestionamiento como lo documenta magistralmente Umberto Eco en El nombre de la rosa.

Quien se atreviera a cuestionar o a plantear visiones distintas a las de la Iglesia era juzgado dura y cruelmente por la inquisición, quien absurdamente mataba en nombre de Dios.

Harari también menciona que la diferencia central entre los religiosos y los laicos es que mientras los religiosos se rigen por la obediencia, los laicos se rigen por el respeto, la búsqueda permanente de la verdad y la compasión. Es decir que mientras un fiel podría matar en nombre de Dios y sumarse a las cruzadas porque debía ser obediente; un laico no lo haría, porque sabría que estaría infringiendo dolor y acabando con la vida de una persona sin ninguna razón de fondo. Para el laico, el tener pensamientos y creencias distintas no puede ser una justificación para morir. Para el religioso hay que obedecer lo que le digan sin cuestionarse si es bueno o malo.

Algunos movimientos ambientalistas se asemejan con estas prácticas religiosas porque no promueven la búsqueda de la verdad ni el respeto por la diferencia. Sólo les interesa imponer su verdad y reclutar a personas obedientes para sus propósitos. Quien se atreva a cuestionarlos o a darles argumentos de mayor peso, de inmediato es catalogado de “enemigo”, “vendido” o “traidor”.

Esto se evidencia en debates sobre el desarrollo de proyectos mineros. Contradictores a estos proyectos dicen que son perjudiciales porque acaban el agua, pero cuando se les pregunta si saben cuántos ríos hay en su territorio o cuánto es el caudal promedio de las quebradas que los colindan, se quedan sin respuesta. Repiten, como libreto aprendido, que simplemente el agua se va a acabar, pero cuando se les pregunta las razones también se quedan sin respuestas de fondo y concluyen que la minería acaba el agua y que por eso hay que oponerse y que no habrá nada ni nadie que los haga cambiar de parecer.

Lo contrario es la búsqueda de la verdad que invita a investigar, a aprender e inventar nuevas y mejores formas de hacer las cosas e incluso a reconocer cuando se está equivocado. En lo relacionado con proyectos de minería, por ejemplo, se debe investigar y conocer al detalle, desde lo ambiental y social, cómo es un territorio antes de que haya una mina: cómo se comportan los ríos y quebradas en invierno y en verano, que, para saberlo, se deben instalar medidores para tener los datos precisos del flujo del agua para luego relacionar su impacto con un proyecto minero y saber si puede ser viable o no. Lo mismo sucede con la fauna, se debe investigar y conocer antes de, qué tipo de fauna hay en el territorio y una de las formas de saberlo es con cámaras trampas que toman fotos instantáneas a los animales que pasan por sus inmediaciones. Muchos de los pobladores no conocen varias de las especies animales identificadas por las empresas mineras a raíz de los estudios científicos que deben hacer para demostrar su viabilidad.

La decisión de hacer minería debe estar basada en la ciencia que permita garantizar que sea una relación de gana a gana entre todos los actores implicados y no una decisión basada en creencias y prejuicios.


*Empleado de Minera de Cobre Quebradona, mis opiniones no representan a mi empleador.

 

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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